Frases

Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.


lunes, 26 de mayo de 2014

Enamorarse después de los 30

Uno no se enamoró nunca, y ése fue su infierno. Otro, sí, y ésa fue su condena. 
Robert Burton. Escritor y clérigo inglés

Proverbia. Recuperado en http://www.proverbia.net/citastema.asp?tematica=653 con fecha 26 de Mayo de 2014


Enamorarse hay que hacerlo con locura y pasión. Sentir que el intelecto se desvanece sin razones, sentir el alma encendida y revoloteando. Frágil y breve. Suspirar y sentir tu corazón latir ansioso, que sólo se apacigua al contacto de la persona que te ha hecho enamorarte.

Para enamorarse plenamente hay que dejarse perder. No juega sus cartas la cabeza. Son pocos y sustanciales los motivos que te cuentas para envolverte así. Detalles pequeños, realidades que atrapan tu mirada, sueños que se concretan en una persona. No necesitas pensar, sólo sentir.

Cuando has andado un rato por la vida, te enteras que eso del enamoramiento es como encender una luz de bengala en una noche decembrina. Se prende e ilumina la oscuridad con su radiante y centelleante luz. Te cautiva y embelesa mientras dura. Lo disfrutas y sabes de antemano que al terminar de consumirse, sólo quedarán cenizas y el recuerdo de que estuvo ahí.

El amor joven entiende el enamoramiento y lo abraza. Lo dramatiza y lo demanda en su expresión más exagerada. Al terminarse, el desenlace no conlleva expectativas. El asunto es sencillo: decides si sigues o no sin adelantar razones que un adulto habría cuestionado desde el inicio. El joven no se apresura y goza de éste; mientras que el adulto lo vive consciente y bajo lo que se llama una relación formal y comprometida.

Es inevitable. Llega una edad en la que te percatas de que no vas a enamorarte como lo hacías cuando tenías dieciséis. El propósito de una relación en ese entonces, no es el mismo al que tienes cuando has pasado cierta edad. Ahora no sólo te importa lo bien que te sientes junto a una persona, sino también la posibilidad de compaginar ambas esencias para construir una vida juntos. Si esto último no es de tu interés, seguramente te enamorarás y sin conflicto vivirás su término. Sin embargo, cuando ya ha surgido en ti la curiosidad de encontrar a alguien para vivir juntos... sabes que "enamorarse" será un lío.

¿Por qué? A lo que voy es lo siguiente: uno se enamora casi sin elegirlo. (Digo "casi", puesto que es un hecho que no todos son candidatos a que te enamores de ellos. Sí hay un filtro, sí eliges) Cuando te has enamorado partes de lo que a ti te gusta o al menos, de lo que crees que te gusta. Así lo haces siempre, incluso cuando eres mayor. Pasas los treinta años y sigues tu mismo modus operandi. El problema ocurre cuando el enamoramiento terminó y pones las cartas sobre la mesa. Las preguntas como: ¿Quieres casarte? ¿Quieres tener una familia? ¿Quieres vivir con alguien? ¿Cómo es tu familia? ¿Cómo manejas el dinero? ¿Qué plan de vida tienes? y otras tantas aparecen para que ambos las contesten. Pueden suceder dos cosas: ese alguien se compagina contigo o ese alguien no busca lo mismo que tú. Si no busca o quiere lo mismo que tú, sigue la desilusión y la sugerencia de terminar la relación o permanecer en ella, a sabiendas de que no van en la misma dirección.

Enamorarse cuando has decidido buscar una pareja para hacer una vida juntos, requiere pulirse. ¿No sería genial descifrar un modus operandi que acelerara el corazón sólo si esa persona puede lidiar con las preguntas que le siguen? Podríamos abreviar la tortura del desenlace anticipando un poco. Sin embargo, sería iniciar una relación con una expectativa detrás que te impediría fluir totalmente. Esta extraña combinación es la que puede provocar la eterna frustración del que busca el amor maduro.

Atontarse, volar por las nubes, sentir mariposas y dibujar corazones no son cosas que se permiten los mayores. Encontrar el equilibrio de enamorarse sin perder la cabeza, pero dejándote enamorar es el asunto a resolver. Y la culpa la tiene la incesante necesidad de "no perder el tiempo".

Vaya, este trance y la prisa por crecer desgasta. Escuchas constantemente "para X edad ya deberías haber hecho esto..." "antes de X edad es mejor tener hijos...." y así una y otra vez. Es complejo sacudirse los tiempos que marca la sociedad y atreverse seguir una pauta que te marques a ti mismo.

Esperanzadamente, sea como sea que escojas diseñar tu modus operandi, considero que lo mejor que puede pasarte es que no te arrepientas de nada al final. Vive consciente de lo que haces y no haces, de los amores que vives y de los que dejas pasar; de aquellos a los que te aferras y de aquellos que olvidas. De esos en los que inviertes años y aquellos que desechas en cuestión de días. De esos que te mantienen convenientemente y de esos que sufrirás por mantenerlos.

Tú decide, consciente y plenamente, para que no quieras volver el tiempo atrás y hacerlo distinto. No te engañes y hazte caso.

Es cuestión de elegir y si te equivocas, levántate. En esto del amor, lo importante es que no dejes de vivir y te atrevas a seguir.


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