Frases

Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.


viernes, 29 de agosto de 2014

Cinco años y algo más (7o. Parte)

Viernes de Relatos

- Así fue.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, aún cuando estaba segura de mi decisión, sentía un aguacero en mi interior. Él me escuchó con atención sin decir ni una sola palabra. Meditabundo me brindó consuelo con su presencia, ningún gesto arrojó su rostro.

- ¿Qué piensas? - pregunté.

Tuve que cortar el silencio que me carcomía. Le animé a que diera una opinión, pero él se mantuvo en silencio. Era difícil interpretarlo.

Le había contado sin mucho detalle lo ocurrido con David. El fin de semana pasado con un café frente a nosotros y sin el usual escándalo que le acompaña, le planteé que mi parecer era dar por concluida la relación. David quiso indagar más sobre mi sorprendente noticia, que le tomó por completo inadvertido. Preguntó lo acostumbrado, si había alguien más. No supe a bien qué contestar. Lo cierto es que podía haberlo, pero no era nada asegurado. ¿Y cómo podía explicarle? Había un hombre con quien me veía desde hacía años todos los viernes para no hacer otra cosa más que platicar. No lo entendería, ni tendría sentido ahondar más en esos encuentros, que ninguna evidencia romántica incluían.

David no apeló mi veredicto. Extrañaría mi compañía de ahí en adelante, pero nada más. No era que algo entrañable le fuera arrebatado. Me quedó claro que nuestra relación no nos comprometía íntimamente en encuentros profundos. No era eso, sólo éramos una especie de compinches que se divertían tomados de la mano.

Él permanecía en silencio. Empezó a desesperarme la ausencia de su voz. ¿Qué estaba pensando? Me troné los dedos y me mordí los labios. Esto incomodaba. De repente, mis pupilas le acompañaron en su estrepitoso movimiento; se levantó enseguida de la banca del parque. Asustada, quise detenerlo con la mirada penetrante que le echaba mientras él con la suya me ignoraba. ¿Qué había sucedido? Él se despidió formulando un enunciado tan breve y sin contenido, que no podía creerlo suyo. Se marchaba, así nada más. Emprendió la retirada por donde siempre se va y a dónde nunca le he seguido. En la distancia se empequeñeció su figura y la perdí cuando unos niños corriendo se antepusieron a su imagen.

Me quedé sola, sentada en la banca. Mi respiración agitada denotaba mis ansias por la inexplicable separación.

Se fue... ¿por qué?

miércoles, 27 de agosto de 2014

Se el 1%

Tú puedes ir muy lejos, sólo no te asustes de que no todos quieran ir contigo.  

Lourdes González


El 1% es un decir que explica lo que llamo "coladora social".

Si buscamos cuántas personas ingresan al Nivel básico de educación, podemos visualizar ese número como un 100% que representa la cantidad. Recuerdo haber visto que Mexicanos Primero (iniciativa mexicana ciudadana) explicó con un ejemplo muy sencillo, a partir de lo anterior, cuántas personas se iban rezagando en el sistema educativo en México. Básicamente al mero inicio de todo hay 100 alumnos (100%) conforme avanzan los niveles, van quedando menos estudiantes, al grado que en el posgrado básicamente sólo se encuentra un estudiante de todos los que iniciaron. Es decir, un 1%.

La coladora social es ese filtro que hace que en la carrera algunos se queden. Como vemos tangible en la escuela, no todos estudian un posgrado, algunos se quedan en el camino. ¿Las razones? Muchas. ¿Válidas? Puede ser. A lo que voy es que definitivamente no todos perseveran en este u otros caminos existentes. Pocos pertenecen al 1%.

Los que son del 1% son personas que se esfuerzan cuando las condiciones son más difíciles, que tienen claro a dónde van y simplemente no se detienen. Son las personas que descubren que las metas que eligen representan obstáculos desde el primer día en que van tras ellas.

Este 1% abarca todas las áreas de la vida, no sólo la escolar. Algunos ejemplos de este 1% son las personas que luego de 30 años de matrimonio permanecen casadas. Puedes tratar de contradecir alegando asuntos de infelicidad e insatisfacción con tal de permanecer unidas, pero como sea, siguen juntas y son parte de la estadística minúscula que les representa. Otro ejemplo de estas trayectorias son las personas que deciden emprender su negocio. La mayoría continúa el estereotipo de obtener un buen empleo, prepararse para éste, invertir en capacitación y machacarse hasta que consiguen una promoción y un buen sueldo. Las personas del 1% son aquellas que, sin certezas absolutas, abrazan la incertidumbre y se arriesgan a emprender. Un ejemplo más como los anteriores, son las personas que en su vejez aún se mantienen como jóvenes. Salen a hacer ejercicio, se mantienen ocupadas en algún trabajo, no le tienen miedo a caerse y mantienen una mente sana en un cuerpo sano, negándose a representar el rol de viejo. Me imagino que pocos son los que aún andan corriendo por ahí y saltando.

Estos caminos tienen algo en común: son más difíciles. Los que emprenden en vez de buscar trabajo, enfrentan sus miedos a perder y fracasar, en mayor medida que andando el otro camino. Los que eligen seguir casados, aprenden a amar en todo el sentido de la palabra y no desisten jamás, respaldando con sus acciones la decisión a la que se comprometieron el día que dieron el "sí". ¿Fácil? No, para nada. Los que eligieron hacer diario ejercicio durante su juventud, dormir adecuadamente, cuidar su alimentación y procurar mantener la mente relajada y ejercitándose durante muchos años, construyen una vejez muy diferente a quienes quisieron curar los achaques cuando su cabello ya estaba canoso.

Cada esfuerzo que haces en tu vida te pone un peldaño más arriba. Cada que logras eso "que te cuesta sangre" te acercas más al 1%. Cada que decides avanzar y no dejarte vencer por los comentarios de otros, estás más cerca de ser de esos pocos.

El camino no es nada fácil, porque si lo fuera, todos lo andarían. Esto tiene un precio a pagar y una recompensa a recibir también. El asunto es que cuando la mayoría ve la cifra del precio prefiere esperar a que un día se lo pongan en descuento. Y en materia de vida, no funciona así.

Te invito a que pagues el precio y descubras que si tú quieres, de corazón, con todas tus entrañas y con todo lo que eres; puedes ser de ese 1%.

Tú puedes, lo sé. ¿Realmente lo quieres? Esa es la pregunta.


martes, 26 de agosto de 2014

Día del Perro: Lo genial de una mascota perruna

A colación por el Día del Perro, que se difunde en las redes sociales...

Me imagino la mirada de mi perrita. Mirando todo a su alrededor sin entender de qué van los líos de los humanos. Me observa desvelarme por las noches, sentada a la mesa, leyendo y sin quitar la vista del monitor de la computadora. No importa cuánto tiempo transcurra y cuán cansado haya sido su día. Mi perrita me acompaña y está al pendiente de mí hasta que parto a dormir. Sólo entonces abandona su sitio a mi lado.

Mi perrita es la primera en salir a saludarme cuando llego de la calle. No importa qué humor me cargue, ella no se desquita ni me reprocha nada. Si le hago mucha fiesta, bien; sino, lo mismo. Legítimamente no espera nada a cambio. Cuando reflexiono al respecto y sé que he seguido mi camino hacia la puerta sin dedicarle unas buenas caricias, me regreso arrepentida. Entonces ella me mira contenta y por un momento celebramos nuestro reencuentro.

Las comidas son un evento. A veces no apetece lo que le doy, a veces tiene tanta hambre que no le bastan mis raciones de comida. Adivinar su antojo me hace rabiar cuando no tengo tiempo para comprender, pero sus ojos que buscan hacer contacto conmigo me desarman y me tiene a su disposición.

Sabe cuándo estoy triste. Apoyada en una silla, con la cabeza sobre mi mano y el codo apoyado en mi regazo, ella encuentra la manera de colarse y ubicar su cuello convenientemente para ser acariciada. Aunque más que buscar mi cariño, lo que pretende es brindarme el suyo. Cuando estoy alegre, lo sabe también. Su proximidad lo demuestra. Se acerca demasiado dando vueltas alrededor mío. Llena mis pantalones con el pelo que se le ha caído al rozarme en su movimiento. Este particular gesto que enfurece a algunos, es el que me indica a su manera, que ella está ahí.

Mi perrita me enseña a diario a ser más paciente y respirar antes de reaccionar. Ella simplemente está y hace lo que hace un perro. Jamás me escucha si estoy impaciente o de malas. Jamás me obedece si no soy serena y asertiva. Jamás atiende a mi llamado si lo hago estruendosamente y enfurecida. Ella sólo obedece cuando considera que soy confiable para ser seguida. Sólo entonces soy su líder y hace lo que le indico. Esta clase de relación es la que me impresiona día a día, porque aprendo que así es la vida. Si quieres ser escuchado, no hay necesidad de gritar. Si quieres que te hagan caso, representa confianza para ser seguido. Si quieres ser atendido, haz contacto y sé contundente. La calma y el contenido con el que haces las cosas son muy poderosos.

Mi perrita me lo enseña todos los días. Por eso la convivencia con ella trasciende al rol de "amo" y "mascota", porque la comprensión de la esencia de ambas (humana y perro) y salvaguardar sus significados, es lo que permite gozar de lo increíble que es contar con una compañía perruna incondicional.