Viernes de Relatos
Una ayuda me cae bien.
Además, ella fue la que me embaucó en tremendo problema. Así que en cuanto me ofreció su compañía para ir a bailar, la acepté sin chistar.
Me encanta arreglarme para este tipo de salidas. El maquillaje perfecto, el vestido coqueto y entallado, los tacones asesinos que domo sin complicación y el cabello ondulado que juega dando rebotes cuando meneo mi cabeza de un lado a otro. Tomo mi bolsa, le lanzo un beso a Belachen y cierro la puerta tras de mí.
Tomo un taxi y llego a la entrada. Ella me espera dentro, en eso quedamos, así que le dicho al joven que alguien ha llegado antes que yo y quedé con ella. El joven me pide el nombre (como si lo hubiera anotado). Me da el paso y yo la busco entre la multitud.
El lugar está atestado de gente. La música suena a todo volumen y las luces de la pista recorren todo el lugar iluminándolo de colores brillantes que deslumbran mi mirada. Muchos están de pie moviéndose al ritmo de la canción que toca un DJ colocado al fondo, sosteniendo sus bebidas en alto. ¿Dónde está? Le escribo un mensaje en el celular para que me indique su ubicación. Tarda en contestar. Empiezo a creer que me ha dejado plantada.
¿Esta es su idea de ayudarme a animarme a estar sola? Giro tratando de encontrarla. ¡La odio!
- ¡Sí viniste! - llegó.
- Una disculpa, se me ha hecho tarde, pero aquí estoy. - me mira y descubre mi aterrador sentir - Creíste que te haría venir sola... ¿verdad?
Finjo demencia y le sugiero acercarnos a la barra para pedir algo de tomar. Al fin sostengo un Perla negra en mi mano.
- El plan es que hagas esto tú sola, ¿sabes? - me recuerda en tono muy serio.
- Lo sé, lo sé... pero de verdad es muy difícil para mí.
- Verás que encontrarte a alguien en estos lugares es realmente fácil.
La miro incrédula. Es imposible que sea fácil. Comienzo a evaluar la situación. Si hubiéramos venido en grupo una mesa nos hubiera sido asignada y además, tendríamos un asiento puesto para dejar la bolsa... esto no se aproxima a mi idea de salida exitosa.
- Disculpa - le dijo alguien a mi amiga, que al parecer le ha empujado el brazo al tratar de pasar cerca de ella.
- No te preocupes.
Y ocurrió la magia. Mi amiga debió haberse estudiado el arte de hablar con la mirada, porque no sé qué gesto esbozó que el hombre se detuvo a observarla y le sonrió. Ella le devolvió la sonrisa y levantó coqueta su bebida asemejando un brindis para su salud. Levantó el hombro e inclinó ligeramente su cabeza. Él se detuvo y le invitó a acompañarla con su grupo de amigos. Ella me echó una mirada fugaz indicándome que la siguiera pronto.
Y allá voy, obedeciendo la instrucción sin cuestionar. Sus amigos están alrededor de una mesa alta con una botella, vasos, jugos, hielos, cervezas y más cosas que no alcanzo a distinguir, pues ya estoy saludando a todos aquellos extraños con un beso en la cara como si fuéramos amigos.
- Karla... - me preguntan mi nombre - Kar.. la... Karla.... - la música suena muy alta - ¡KARLA!
Me invitan a tomar de lo que han pedido. Ellos señalan lo que hay mientras veo sus labios moverse sin cachar ni una sola palabra. Usualmente la comunicación aquí la domino, pero algo ocurre hoy que todo me resulta ajeno... Acepto entonces lo primero que me dan. Vodka... no está mal.
Reevaluemos. Estoy donde me gusta estar. Mi amiga está aquí, coqueteando. Estoy rodeada de extraños. No son asesinos, no son ladrones, no son maleantes, son personas normales como yo. Respiro, tengo que relajarme. Uno comienza a bailar a mi lado, insinuándome que le acompañe con mis mejores pasos. ¡Vale, a bailar!
Poco a poco comienzo a recobrar la confianza. Me encanta bailar. La música se cuela dentro de mí y me olvido de todo el miedo que antes me inundaba. Estos nuevos conocidos se turnan para invitarme a bailar, pues yo no estoy dispuesta a dejar de hacerlo y ellos piden descanso entre pista y pista. No me molesta, usualmente nadie me sigue el paso. Cuando más entretenida me encuentro, mi amiga se acerca a mí y me susurra al oído: "Ya me voy, es tarde" ¿Tarde? Apenas es medianoche. Ni modo, es hora de irnos. Empiezo a despedirme de quien baila conmigo. Entonces mi amiga me toma del brazo y me vuelve a susurrar:
- Nada, tú te quedas.
¿¿QUÉ??
Se aleja y la pierdo de vista. No puede ser real. Estoy sola.... ¡estoy sola! Ellos me miran animándome a tomar otro trago de Vodka y continuar con la fiesta. Estoy sola... estoy sola... Calma. No son asesinos, no son... ladrones... no... no son... Respiro y continuo bailando. Mi amiga al menos los podrá reconocer si la llaman a declarar en su contra por el rapto de su amiga.
Brinco, giro, canto gritando... estoy bailando y la estoy pasando increíble. Brindo con ellos y los trato como amigos. En verdad la estoy pasando bien con ellos. En eso, un joven bastante guapo aparece en escena. Los saluda a todos y les explica con señas que se le ha hecho tarde, pero ya ha logrado llegar. Le dan palmadas en la espalda a la mitad de abrazos y risas. Uno por uno los saluda y al toparse conmigo titubea.
- Ella es ¡Karla! - me presentaron con él.
- Hola, yo soy Juan - dijo y me sonrió con esos labios tan increíbles que no había notado hasta que lo tuve justo delante de mí. Su cabello perfectamente peinado, su playera tipo polo negra y sus pantalones de mezclilla me robaron un suspiro que disimulé a la perfección. Su aplomo y su carisma terminaron por derretirme.
Lo mejor sucedió cuando él y yo bailamos juntos el resto de la noche. Por lo visto él también era un fanático del baile, así que sin problemas nos entendimos y gozamos de las canciones, una tras otra sin detenernos.
El reloj marcó la hora de marcharnos. "Ahora sí es tarde..." me imaginé diciéndole a mi amiga a la distancia. Encendieron las luces y ellos saldaron la cuenta impidiéndome contribuir tan siquiera con la propina. Con la música ausente, pude expresarles mi agradecimiento por una sensacional y divertida salida. Juan fue al última que estratégicamente despedí. Y es que el animada por el alcohol, tomé el valor para atreverme a decir:
- Hey, podemos repetir si quieres. Si me das tu teléfono podemos quedar...
Sí, me aplaudiría mi amiga si me viera en este momento. Más orgullosa no podría ponerse de mí.
- ... podemos quedar, pero...
Nada puede ser perfecto.
- Es mejor que sepas que tengo novia. - soltó asincerándose - Por eso llegué tarde. Fuimos a cenar juntos como compensación porque quería pasar la noche con mis amigos.
Y yo que me estaba ilusionando con el exitoso plan de salir sola.
Sin más, tomé un taxi de vuelta a casa. Al llegar, me puse mi pijama y me acurruqué entre mis sábanas. Coloqué suavemente mi cabeza sobre la almohada y cerré los ojos sonriendo.
Tal vez no haya resultado el final que quería, pero aquellos personajes no resultaron asesinos, sino una genial compañía. Tal vez me anime a hacerlo otra vez.
¿Qué más está escrito en la lista?
**No te pierdas la continuación en el próximo ¡¡Viernes de Relatos!!
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