Frases

Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.


viernes, 25 de agosto de 2017

"Eres tú, no soy yo" Parte XII


Viernes de Relatos

Falta tan poco... 

En mi mano sostengo la pila de invitaciones que me empeño en repartir a quienes no se las he entregado. Entre ellas, está la que reluce el nombre de "Antonio".

Octavio me reclama mis deberes de los preparativos, reprochándome que ese pendiente debía estar palomeado hace días. Yo le explico que todos los invitados de los que aún conservo invitación, ya sólo esperan la formalidad como mero protocolo, pero que su confirmación está más que hecha. Para verificar mi versión, quiere asegurarse de que esas personas asistirán por lo que me pide los sobres y empieza a leer la lista de nombres. Encuentra el que me pone nerviosa y me niego a entregar.

- ¿Este sujeto quién es? - lo mira con desdén. - Me parece familiar. Antonio, Antonio... - se lo piensa un momento y cavila en su cabeza. De pronto, algo parece hacerle sentido y exclama con curiosidad - ¿Será el mismo Antonio de la universidad?

Incrédulo, espera a que yo conteste. Titubeo en si contestar o no. Si su memoria no le falla, puede ser que dé con la identidad de este hombre y recuerde toda la historia detrás. Si su memoria falla, por otro lado, sería lo más conveniente para mí. Es como tirar una moneda al aire. Dos posibilidades y ambas igual de probables. Me decido por la verdad.

- ¿Te lo has vuelto a encontrar o cómo es que reapareció en tu vida? Me quedé en que te abandonó para buscar el trabajo de sus sueños. - sentenció.

Esta vez, opto por una versión más... más... adaptada. Leves modificaciones por aquí y por allá. Omito nuestros recientes y frecuentes encuentros y me limito a contarle mi necesidad de compartir el momento más maravilloso de mi vida, con todos, absolutamente todos mis amigos; y me esfuerzo por remarcar en mi tono fuerte y tropezado la palabra "amigos".

Me cree. Ignoro si porque no tiene otra opción o porque enfrentarse a otra idea significaría iniciar una pelea. A tan poco tiempo de la boda, no quiere discutir de nada. Incluso me ha dado por mi lado cuando se me ocurrió de último momento ofreciéramos postre en el menú además de las rebanadas del pastel. Estoy segura que antes hubiera alegado por la cantidad de azúcar con la que saturaríamos a los comensales.

Pues bien, él continúa revisando las facturas y el presupuesto. Yo, por mi parte, me angustio con la entrega de un simple sobre grabado con letras plateadas. Lo releo una y otra vez, casi que hasta quiero leerlo en voz alta sólo para incrementar la emoción y locura que despiertan los sonidos de esas letras en conjunto. Sin embargo, se apachurra mi estómago al recordar que ese sobre le dice sin rodeos y tajante, que me caso con otro hombre. Con lo que nos ha pasado últimamente creerá que me burlo de él. Coqueteando y sonriendo cual boba enamorada de él, pero con la sombra de un compromiso serio siguiéndome los pasos.

- Esto es muy simple amiga - dice ella cuando le cuento en una llamada cómo va la situación - ya deja de una vez por todas a Octavio y declárale tu eterno amor a Antonio. Ustedes dos sí son el uno para el otro. Aquello por lo que tienes ese anillo en el dedo es una verdadera farsa. 

¿Será así? Podría hacer caso a su consejo. Cortar todo con Octavio. En una escena dramática, me quitaría el anillo del dedo y lo aventaría por los aires mientras corro desesperada por alcanzar a Antonio, quien partiría en un tren rumbo a algún sitio muy lejano. Yo le alcanzaría en la estación agitando un pañuelo blanco, esperando a que él, instintivamente, asomara su cabeza por la ventana del vagón y me descubriera ahí. Entonces él me gritaría algo muy romántico, tal vez una propuesta de matrimonio y yo, entusiasmada y valiente, la aceptaría sin chistar y daría de brincos y la gente alrededor nos miraría como si estuviéramos locos.

- Amiga - me interrumpe la película cursi en la cabeza - Te lo digo en serio. Aclárate ya, que eso de seguir o cancelar una boda no son enchiladas.

Dicho esto, se me apachurra el estómago otra vez.



** No te pierdas la continuación en el próximo "Viernes de Relatos"


viernes, 4 de agosto de 2017

"Eres tú, no soy yo" Parte XI


Viernes de Relatos

Hoy también quedé con Antonio. Me encuentro esperando a la puerta del museo que recorreremos juntos. Esta vez he llegado yo primero. He anticipado dónde estacionar el coche, los horarios de la exposición, dónde comprar los boletos. Esta vez domino la situación y los nervios no se apoderarán de mí.

Antonio me saluda de lejos con su mano. Yo le miro caminar hasta mí. Luce sus pantalones de mezclilla y una playera tipo polo de color azul claro. Se ve guapo... muy guapo.

El museo tiene montada una exposición temporal de Remedios Varo. Recorremos las pinturas sin comentarlas entre nosotros. No hace falta ir charlando sobre nuestras percepciones, basta sabernos caminando uno al lado del otro para sentir la grata compañía. Ni siquiera hace falta tomarnos de la mano para no perdernos la pista. Nos sentimos ahí, juntos, eso basta.

El sabor en mi mirada me extasía. Ha sido una grata experiencia. Antonio me toma del hombro en la salida y en su sonrisa adivino que también lo ha disfrutado. Intercambiamos un par de ideas que corroboran mi conclusión.

La idea de un chocolate y churros me parece coqueta. Así que continuamos el plan degustando estos sencillos placeres. La charla toma un rumbo interesante cuando él me pregunta directamente sobre mis planes de boda.

- Ahí van... - digo a secas.

- Tu falta de emoción me preocupa, en serio: ¿qué sucede?

Me la pienso un poco. Tal vez necesito contarle a él lo que me ocurre para descifrar mejor mi angustia por lo que siento.

- Octavio es una buena persona. Un buen... partido, como dice la gente. Me ha acompañado toda la vida. Ha estado conmigo en todo lo que me ha ocurrido. Siempre está ahí para mí. Sería una tonta si no valoro todo lo que me da. Es atento, me cuida, vela por mí, lo que necesito me lo da... Tenemos una larga historia juntos. Siempre me tendió su mano cuando necesité un abrazo. 

- Parece ser un buen hombre, ¿cuál es el problema entonces?

- Mi amiga - y me solté a reír a carcajadas. 

- ¿Tu amiga qué tiene que ver con esto?

- Mi amiga - explico - insiste en que él no es para mí. Su argumento radica en que no somos el uno para el otro porque él no gusta de lo que yo gusto y viceversa.

- Los gustos son hasta cierto punto importantes. ¿En qué difieren?

- A él le gusta hacer cosas que a mí no, y lo que a mí me gusta, no le gusta a él. No puedo contar con su presencia para recorrer la librería y charlar sobre libros. Tampoco le gusta pasear con un helado en la mano. Tampoco disfruta de los museos y... - voy a insinuarlo ahora - tampoco disfruta de un chocolate con churros.

Antonio mira hacia la mesa con incomodidad. No es tonto, por lo que interpreta con tino mi comentario. Me ruborizo al percatarme de lo que he hecho y me empeño en beberme el chocolate con prisa, sorbiéndome el silencio que se ha creado entre ambos.

El tema no volvemos a tocarlo. Es más, pretendemos que nunca hablamos al respecto. Mejor conversamos sobre lo hermosa que estuvo la exposición y cómo los colores y las formas nos antojaron sueños y mensajes secretos que sólo nosotros pudimos descifrar. 

Tengo miedo de haber cometido una intromisión que arruine un futuro encuentro, pero se disipa en el instante en que él busca mi mano con la suya para invitarme a retirarnos. No es un roce casual, es profundo. Sujeta mis dedos entrelazándolos con los suyos. Me toca y nuestra piel se comunica nerviosa.

- Nos veremos otra vez, ¿cierto?

Asiento con la cabeza respondiendo a su pregunta. Salimos a la calle y nos quedamos quietos de pie uno frente al otro. Nos miramos en silencio con los ojos encendidos. Me toma de la mano con sutileza y dirige mis pasos mientras nos marchamos de ahí.




**No te pierdas la continuación en el próximo "Viernes de Relatos"