Frases

Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.


domingo, 7 de septiembre de 2014

La vida tiene baches


La vida, como los caminos que andamos, tiene baches. Unos son más grandes que otros, más profundos, más anchos, su presentación es variada. Lo que tienen en común: estropean un cómodo y agradable viaje.

Los baches de la vida no se arreglan como los de la ciudad. No podemos llamar a alguien para que los rellene y podamos pasar como si nada. No, en la vida, aunque los vemos venir, a veces podemos dar un "volantazo" y esquivarlos, pero no siempre funciona. La vida no te pide permiso y te los pone enfrente para que caigas en ellos.

Hay baches que se pasan rápido. Sólo un pequeño ajetreo, mides los daños y sigues adelante agradeciendo que estás bien. Puedes seguir. Hay baches más profundos en los que te quedas varado por una llanta ponchada. Y si sabes cómo cambiar una llanta, puede que salgas más rápido del problema, pero sino... tendrás que esperar un rato en lo que alguien te auxilia. Sin embargo, los baches más interesantes, son esos en los que caes y simplemente no ves que terminen. Son enormes, profundísimos, extensísimos y... nunca sabes cuándo acabará.

Esos baches de la vida te enseñan mucho. Te muestran quiénes estarán contigo en los momentos más difíciles. No pueden hacer el trabajo por ti, porque tú eres la responsable del volante, pero pueden acompañarte mientras lo resuelves, porque además, tienes que resolverlo. La vida sigue, así como en la calle todos los coches siguen avanzando. No puedes quedarte ahí para siempre, tienes que seguir. Puedes alentar el paso, pero tienes que seguir. Además, los baches siempre concluyen en algún punto, porque son baches, son finitos. Aunque cuando caes en ellos no lo parecen. El asunto es que tienes que tener fe de que algún día retomarás tu velocidad anterior.

Alguna vez caí en un bache de la vida. Uno realmente grande. No tenía claro cómo iban a terminar las cosas. Sólo sabía que era un buen bache en el que estaba metida. Los demás avanzaban sin problemas alrededor de mí, me pasaban de prisa. Algunos frenaban su velocidad para alcanzar a mirarme y otros seguían su camino sin echar siquiera un vistazo. Digamos que fueron poquitos los que encendieron las luces intermitentes para anunciar que se aparcarían para auxiliarme. Esas personas valen la pena, mucho, porque no todos están dispuestos a anteponerte a su camino. Hay otros que prefieren continuar y no esperar a que te repongas. (Claro que tú tienes que ponerte a ello también)

Lo curioso ocurre cuando las personas se van precisamente cuando has salido de ese bache. Sí sucede, porque no todas están puestas para estar siempre contigo. Algunas personas estarán a tu lado cuando caigas en él, pero se irán cuando estés fuera. Así es, se podría creer que esas personas son para siempre, pero no es así. Algunas están en las buenas, algunas están en las malas y otras están en ambas.

Supongo que lo único que podemos confiar es que habrá alguien contigo en el viaje. Con suerte, será la misma persona, alguien infalible, pero sino es así... alguien estará. No pasa nada si luego se va y llega alguien más. Los baches traerán consigo otra aventura, otro reto y otras personas. Lo importante es no soltar el volante. Finalmente es tu camino, tu viaje; no es de otros, es tuyo.


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