Frases

Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.


viernes, 3 de julio de 2015

Fíjate en mí (2o. Parte)



Viernes de Relatos


El plan consistía en estudiar al sujeto en cuestión. Así que la lista la fuimos detallando en la semana, a fin de tener estudiado al ser en su hábitat natural. Todo debía quedar expresado: gustos, disgustos, aficiones, manías, gestos, horario de clases, calificaciones... todo.


Su perfil quedó tan detallado, que sugerí a Marisol dedicarse al espionaje en caso de reprobar la preparatoria. Esa era su vocación y se le daba bastante bien. La hojita lo describía por completo, de pies a cabeza. Le gustaban los chilaquiles, hacer deporte, aún en lunes se le veía feliz de estar en la escuela, le gustaban las matemáticas y era el mejor de la clase. El libro que leía en la biblioteca lo llevaba leyendo desde siempre. No era que no pudiera terminarlo, era que le encantaba tanto que lo leía una y otra vez. Era amable con todos y le gustaba enseñar a sus compañeros las cosas de mate y física que se les complicaban. Siempre vestía jeans y tenis. Invariablemente se le veía sonriendo, aunque había cosas que le hacían enojar; como cuando encontraba a alguien molestando o haciéndole la vida imposible a otro. Como todo un héroe defendía al indefenso y mantenía el orden. ¡Es perfecto! ¿Por qué entonces no tenía novia?


- Está esperando por ti - dijo Marisol.


- Sí claro, esa no te la creo...


Pero me compré la idea rápidamente y en silencio suspiré soñando en que era verdad su comentario.


- Y entonces, ¿qué sigue?


Marisol repasó la lista una y otra vez. Con su mirada descifraba su plan de conspiración.


- La primera cosa que harás ahora, es ir a la biblioteca.


- Pero ahí ni siquiera podré hablar con él. ¡La maestra calla a todos los que se atreven siquiera a susurrar!


- Eso es lo de menos. El propósito no es que hables con él... sino que te aparezcas en su radar.


- ¿Y eso cómo lo haré?


Y ahí estaba yo, siguiendo las instrucciones al pie de la letra. Caminé a la biblioteca a la hora exacta que Marisol me señaló. Busqué el estante número cinco y giré a la derecha. Temía que la gente atestiguara mi loco intento de conquista, pero me tranquilicé al notar que el sitio estaba bastante tranquilo y solo. Leí en el lomo de los libros la clave con la que eran organizados y ubiqué el que me Marisol me pidió que sacara. Estaba por irme a sentar en una mesita, cuando recordé que ella remarcó que no debía moverme de ahí, sino sólo hojearlo una y otra vez con cara de interesada, que a partir de eso, sucedería la magia. Y así hice, me quedé de pie ahí mismo leyendo y releyendo y releyendo la contraportada, el índice de capítulos y hasta la semblanza del autor hasta que empecé a memorizarlos sin querer. Me estaba cansando de mi actuación cuando de repente alguien me hizo una pregunta que me hizo alzar la mirada bruscamente.


- ¿Podrías mostrarme el título del libro que tienes en tu mano?


¡Era él y me estaba hablando!


- Este... ¿yo?... este... sí claro, obvio, es tuyo, ¿no?


¿ES TUYO? ¡¿Por qué dije eso?!¡ MARISOL, DÓNDE ESTÁS!


Él me miró extrañado y se rió.


- No es mío, pero lo leo tanto que es como si lo fuera. ¿Cómo lo has sabido? ¿Te gusta también? - digamos que sonreí para evitar responder y equivocarme otra vez - Nunca te había visto por aquí...


Mantuve la sonrisa esperando que sirviera de respuesta para todo el interrogatorio.


- Pues bien, ya que tienes en tus mano el único libro que me interesa de aquí, tengo dos opciones: darte algo a cambio por él o...


¿O invitarme a salir para que me leas en voz alta, mientras me recuesto en tu hombro y me acaricias el cabello?


- O marcharme y esperar tener mejor suerte la próxima vez.


¿Qué diría Marisol? ¿Qué diría? "Algo a cambio me parece bien, qué tal que me invitas un café y salimos" Pero lo que dije no fue lo que diría Marisol, sino lo que diría yo...


- No, anda, toma el libro. Sospecho que tienes más ganas que yo de leerlo. - se lo extendí y él lo tomó contento.


- Gracias entonces - dijo y se alejó de donde estábamos. Me resigné mirando al suelo y suspirando. Supongo que el plan no debía salir así. Dispuesta a abandonar el lugar de los hechos, avancé por el pasillo entre los estantes y por tener la mirada decepcionada clavada en el suelo, estuve a punto de chocar con unos tenis que me resultaron familiares. Alcé los ojos y lo descubrí otra vez.


- Se me ocurrió una tercera opción... - sonreí inmediatamente y le miré ilusionada - ¿Por qué no mejor te lo llevas tú y cuando lo termines nos sentamos a comentarlo?






**No te pierdas la continuación en el próximo ¡Viernes de Relatos!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por dejar tu comentario! Te leeré así como tú me lees