Frases

Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.


viernes, 22 de enero de 2016

"Mesa para una" 6o. Parte


Viernes de Relatos

- ¡Con que te fuiste de viaje y te echaste en paracaídas!

Muy feliz lo reconozco.

- Quiero los detalles. Absolutamente todos.

Y empecé la historia.

Estar sola se convirtió en un gusto adquirido. Salir a correr se convirtió en una rutina que anhelaba cada fin de semana. Salir a bailar lo hice dos o tres veces más siguiendo la misma estrategia que mi amiga me había enseñado. Me volví cliente habitual y los desconocidos se volvieron conocidos. Resultó que mis nuevos amigos frecuentemente asistían a ese sitio.

Así que entusiasmada por tachar un par de cosas más en la lista, me decidí a lanzarme de un paracaídas, lo que incluía fácilmente un viaje también. Busqué un lugar que me convenciera para hacerlo y me vi de repente organizando un viaje a Morelos para iniciar mi aventura.

Camión, hotel y centro para lanzarme en el paracaídas: listo.

Una mañana de viernes tomé mis maletas y subí al camión, sola. Me ubiqué en mi asiento y miré por la ventana mientras esperé a que los demás pasajeros hicieron igual que yo. El conductor arrancó el vehículo y condujo un par de horas. En mi silencio visité mis recuerdos, aquellos que me ponen triste y aquellos que me ponen feliz. Repasé los más importantes y medité sobre decisiones tomadas que cambiaron el rumbo de mi vida. Al no tener quien me distrajera, me dediqué cuanto quise a reflexionar las lecciones aprendidas y me planteé una que otra meta para alcanzar en el futuro, así como unas cuantas reglas para seguir y no perder el rumbo.

Al llegar la aventura dispuso dar con el hotel. No fue difícil y al estar ahí me registré. Me indicaron el número de mi habitación y la exploré. Era una cosa sencilla, después de todo, su único fin era el de hospedarme para estar temprano al día siguiente en donde un avión me esperaría. Lo que seguía en el itinerario: comer.

Las posibilidades eran vastas, pero eso de comer sola era un asunto aún no resuelto. El restaurante del hotel prácticamente estaba vacío y eso podía ayudarme con mi anonimato, así que me quedé ahí.

Sentada a la mesa, ordené enchiladas de mole a la carta y el mesero tomó la orden y se retiró. Nadie me miró, nadie me juzgó, nadie me empujó, nadie comentó sobre mí, nadie tuvo el reparo de cuestionarse qué podía estar haciendo yo sola ahí. Eso me tranquilizó y ni siquiera el mesero mostró intenciones de iniciar una charla. Degusté mi comida tranquila y me retiré a mi habitación. Con la tarde por delante y tantas horas esperando por mí, tuve que hacerme a la idea de que me vería obligada a salir. ¿Pero a dónde y qué podía hacer? Vaya, eso no lo escribí en mi plan.

- Pero dime que saliste, dime que lo hiciste.

Me quedé callada y con la mirada acompañada de un triste suspiro contesté:

- No, no salí.

- ¿No saliste?

Pude hundirme en el amargo sentimiento que viví aquella tarde solitaria frente al televisor y el internet de mi celular. Sin embargo, una sonrisa pinté en mi rostro nuevamente y mis ojos se iluminaron apenas recordé lo ocurrido el sábado.

- ¡¿Dime qué hiciste!? - exclamó curiosa e inquieta mi amiga, rogándome por la continuación de mi historia.

- Ese sábado, ¡qué no hice...! - reí a carcajadas.



**No te pierdas la continuación en el próximo ¡¡¡Viernes de Relatos!!!

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