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Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.


viernes, 24 de junio de 2016

"Puedes besar a mi ex" 5o. Parte


Viernes de Relatos


No mentiré. Me dispuse a salir con varios una vez que corté con Pablo. Como si tener citas me evitara el trago amargo de la tristeza que le sigue a la ruptura. No fue así... cada que tenía una cita y el resultado era frustrante, me acordaba de lo que había dejado ir, como si de entre todos los males, el menor fuera regresar con mi ex.

Y aún a sabiendas de la larga lista de salidas traumantes, me dispuse a desempolvar el pasado con tal de encontrar a alguien que pudiera hacer de pareja para la boda venidera.

- Tenemos a Jorge - le cuento a mi amiga mientras vemos su perfil en FB. - Sigue sin novia, así que está disponible. 

- Mira que está guapo el hombre - advierte esperanzada - ¿Por qué no te gustó él?

Ah ese Jorge... por qué no funcionó con él.

Jorge tiene historia. Desde niños se despertó su interés por mí. Fue en mi vida el niño que siempre está al pendiente de ti, que no permite que nada malo te ocurra y que tiene a la mano justo eso que necesitas, cuando ni siquiera lo has expresado en voz alta.

Una vez, estando en la escuela, ya habiendo ingresado a la Secundaria, caí enferma. Típico catarro que te pone los ojos rojos, la nariz de Rodolfo y moqueante en un estado asqueroso. Mamá telefoneó al colegio y avisó que no asistiría. Me dio un beso en la frente y se dedicó a apapacharme con líquidos y sopa caliente. Descansaba yo acurrucada en mi cama, en un sueño que apenas conciliaba, pues respirar con la nariz tapada no me era posible. Entonces, en un grito al pie de mi ventana, escuché mi nombre resonar por toda la calle. Abrí los ojos con un brinco y reconocí su timbre de voz atorado en los cambios desentonados de la adolescencia. Era Jorge.

Mamá salió a atenderle y les escuché intercambiar un par de consejos para mi enfermedad. Luego mamá subió a mi habitación y me entregó un paquete enorme que casi no podía cargar por sí sola. Papel desechable, limones, bolsas de té, botellas de agua, una manta color rojo, películas, una bote de miel de abeja, medicinas para la fiebre, música relajante para dormir, un evaporizador de agua para despejar mis vías respiratorias, una tarjeta con buenos deseos firmada por todos los compañeros de mi salón y cinco muñecos de peluche que supuestamente me harían compañía.

- Te las ha dejado Jorge - mamá sabía quién era evidentemente. Chicos así se dan a conocer con todos desde que aparecen en tu vida. - Es un lindo detalle.

- Gracias... - y me quedé ahí mirando la imponente caja sobre mi cama. Cerré los ojos y no volví a abrirlos hasta la noche. Cuando una canción al pie de mi ventana me despertó. Era un mariachi cantando canciones de amor.

Mi miedo encarnado: Jorge era el cantante principal.

Mamá salió a la calle a callar la serenata. Nada prudente a mi gusto. Después de un rato, mamá subió a mi habitación con un ramo de rosas enorme y unos globos inflados con helio que decían "Mejórate pronto, te extraño".

- Vaya, que te quiere este chico. Si por un día de ausencia hace esto, que no hará por ti...

Y era verdad. Después de ese día se volvió el más detallista de todos. Notas de saludos, cariños y buenos deseos en mis cuadernos, en mi lonchera, en mi pupitre y hasta notas dejadas con el policía de la entrada que decidió hacerla de cómplice. ¡Mis cumpleaños fueron celebraciones nacionales! Y así fue por muchos años. Y cuando intentó pedirme ser su novia, algo siempre se lo impidió. Sus planes sorpresas tenían alguna falla que lo distrajo y nunca concretó la anhelada pregunta. 

Tanta atención y consentimiento no me molestó nunca, hasta el momento que conocí a Pablo. Entonces todo el teatro se vino abajo. Jorge podía iluminar la noche con fuegos artificiales organizados sólo para mí, pero la burda invitación sin adornos de Pablo para ir al cine me conquistó.

Así fue que Jorge poco a poco desapareció, hasta el día que se enteró que cortamos Pablo y yo. Después de 10 años él seguía pendiente de mí, así que acepté salir con él en mi desesperada depresión y soledad.

- ¿Y por qué no siguieron saliendo? - pregunta mi amiga intrigada.

- Sus detalles... su melosidad... su cursilería... todo sigue ahí - digo desanimada.

Mi amiga suelta una carcajada burlona.

- A ti lo que te gusta es la mala vida.

¿Será? Como sea, Jorge no será la persona que lleve a la boda. Seguramente llorará y alabará todo emocionadísimo de presenciar la promesa de amor eterno, mientras yo rolo los ojos harta de estar ahí.

Mal compinche para acompañar a la ex.




**No te pierdas la continuación en el próximo "Viernes de Relatos"!!!



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