Viernes de Relatos
Aún
tenían objetos en la lista sin definir en un regalo tangible que pudiera
sorprenderlo. Sin embargo, su amiga se detuvo un momento a meditar sobre lo que
Valentina estaba por hacer.
Era
cierto que tanto regalo sólo podía tener dos opciones de respuesta y cada que
lo elucubraba tendía a creer que sucedería sólo una reacción: alejarlo y
espantarlo. Imaginó a cualquier hombre de esta tierra y le puso el nombre de Carlos, la quisiese o no, lo más probable es que saliera corriendo. ¿Quién no quedaría asustado ante tanto regalo tan significativo?
Trató de persuadirla la vez que fueron a comprar la caja. Mientras miraban las opciones que había, le contó sus conclusiones. Valentina se detuvo un momento para escucharla, pues no parecía que fuera a callar hasta que cambiara de opinión.
- Ella lo dejó muy claro - aseveró - o se queda o se va. No hay más. Por eso es tan tajante el resultado, pero también obtienes la verdad.
- ¿Y quieres saberla? Mira que tal vez sea mejor probar otra cosa...
- Quiero saberla. Es mejor que hacerse ilusiones, ¿cierto?
Podía entender que quisiera una respuesta clara y honesta, pero el modo podía ser doloroso y poco probable de apuntar a su favor. Aún sin estar convencida, le ayudó a elegir la caja que perfecta para la fechoría. Pagó por ella y se dirigieron al coche.
- ¿Y cuándo se la darás? - preguntó.
- En su cumpleaños. Está próximo y me parece que será la ocasión ideal para hacerlo.
Su amiga tragó saliva y entró al coche sin agregar nada.
**No te pierdas la continuación en el próximo ¡Viernes de Relatos!
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