Frases

Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.


sábado, 9 de septiembre de 2017

Hoy es mi cumpleaños


Fecha: 09/09
Asunto: Feliz cumpleaños


En el recorrido de mi historia reafirmo aquella frase que alguna vez escuché, que aunque no la recuerdo textualmente, reconstruyo la idea que busca expresar: Lo que ves ahora no es el principio.

En esencia, esta frase enuncia que aquello grandioso que miras y admiras, no empezó siendo así de grande, sino que es el fruto del camino andado, de esos pasos que se dieron para llegar hasta ahí y que no fueron fáciles de dar.

En este cumpleaños, justo hoy, cosecho con una enorme sonrisa logros que vislumbraba realmente lejanos; miedos vencidos y retos conquistados. Me percato de que, de alguna forma insospechada, todas las piezas del rompecabezas cobran sentido. Como si hasta hoy pudiera mirar la fotografía completa y complacerme con la imagen que me muestra. 

Llego a este día con grandes satisfacciones; viviendo la vida con el corazón. Tengo el grato entendimiento de que la vida es mía y es un regalo otorgado para disfrutarlo no desde el empaque, sino desde su profundo interior, ahí donde se siente el miedo, la alegría, la paz y el dolor. Justo en ese interior donde descubres que eres humano y que la vida es lo que tú haces de ella, no lo que haces conforme a lo que esperan y hacen los demás.

Me emocionan las riendas que me he atrevido a tomar. Gozo del valor que se requiere para avanzar. Me apasiona el marcar mi rumbo y no seguir el de nadie más. Me aterra agradablemente no tener el control. Y mi aprendizaje más importante: disfruto mucho de ser quien soy.

Alcanzo esta edad con la sabiduría de los abundantes errores que he cometido. Atesoro los aprendizajes y lecciones obsequios del fracaso y expectativas. Y finalmente, me regocijo de la compañía de las personas que están conmigo. Ellas son mi inspiración y soporte para no detenerme jamás.

Familia, amigos, lectores... gracias por estar aquí en mi cumpleaños. 

Sin duda, un año más enamorándome de la vida.

 



viernes, 8 de septiembre de 2017

"Eres tú, no soy yo" Parte XIV


Viernes de Relatos

Está temblando.

En plena noche, está temblando. Me levanto de la cama y salgo corriendo a la calle. Así con mi pijama y mi cabello despeinado. Ni siquiera he tomado una sudadera o una bata para disimular el atuendo y cubrirme del frío. Espantada abandono mis aposentos.

En la calle, todos los vecinos aguardan a que pase. Quienes tienen hijos los abrazan y los calman diciéndoles que todo está bien. En realidad parece estarlo. Más allá del movimiento de un lado a otro, nada se cae de su sitio, ni siquiera se escuchan las puertas golpetear contra las paredes.

Nos miramos unos a los otros. Este tipo de acontecimientos te hace amigo de los desconocidos. Ninguno de ellos son mis interlocutores en el día, y si bien me va, un saludo me dirigen si me los encuentro frente a frente en la banqueta. Ahora, todos estamos atentos de todos.

La inmediatez de la tecnología hace que varios busquen los reportes en internet. En el momento en que me considero a salvo, me pregunto por el estado de mis amigos, pero sobre todo, por el estado de una persona en especial.

- ¿Estás bien? Tembló - aparece un mensaje de texto en la pantalla de mi celular. Lo abro emocionada, tiene que ser de...

- Sí Octavio, todo bien. Estoy en la calle - escribo de vuelta.

Sigo mirando la pantalla y recorro la lista de contactos. Mi amiga está escribiendo.

- ¿Tenía que temblar a esta hora? Estaba dormida, qué pasa - se queja.

- Qué bueno que estás bien - le escribo cariñosamente.

Mi familia escribe a continuación. Todos están a salvo. Miro a mis vecinos. Algunos no sueltan el teléfono llamando o escribiendo. Todos quieren saber de sus seres queridos y dimensionar el tamaño de los daños.

¿Estará bien Antonio? Cojo el teléfono una vez más, busco su contacto. Me dispongo a dedicarle un par de líneas para asegurarme de que está bien, pese a que escucho a los vecinos decir que al parecer no han habido daños graves. No me interesan los reportes, yo debo cerciorarme de que está bien.

Pasan los minutos y todos están dentro de sus casas. Yo hago igual y recupero el ritmo de la cotidianeidad. Es hora de dormir.

Despierto con la luz del sol en mi cara. Ha amanecido. En un chistar busco mi celular, por si acaso alguien me ha escrito y por si acaso él me ha contestado. Reviso los mensajes, al menos hay unos siete escritos por Octavio, pero de Antonio, no hay pista alguna.

Empiezo a enloquecer. ¿Por qué no me ha escrito? ¿Acaso no le intereso? Cuando le vi la última vez parecía todo lo contrario. Sucede entonces la absurda justificación de su ausencia. Debe ser que sí le paso algo. Sí le ocurrió algún incidente. Está atrapado entre escombros y su celular quedó lejos de él. Sin señal... ¡o sin batería! Por eso no puede escribirme. Necesita ayuda, claro. Así que si dispongo de mis recursos para encontrarle, no luciré desquiciada, sino más bien preocupada por mi prójimo. Le escribiré por todas las redes sociales que existen, eso haré y si no funciona, iré a su casa.

Afortunadamente, mi amiga me marca en el momento preciso para contarme, irónicamente, lo que en twitter están escribiendo las personas. "#temblor le escribiré a mi ex para saber si está bien. #temblor aquí te enteras de a quién realmente le importas"

Me detengo y medito un poco. Suelto mi insistencia de encontrar a Antonio.

Me echo en la cama boca arriba, miro al techo y suspiro. ¿Estoy segura de que dejar a Octavio es la mejor decisión?

Estoy perdiendo la cabeza.



**No te pierdas la continuación en el próximo "Viernes de Relatos"


viernes, 1 de septiembre de 2017

"Eres tú, no soy yo" Parte XIII


Viernes de Relatos

Como todas estas veces, la hemos pasado excelente. Todos los ingredientes de nuestro plan han sabido excelsos. Nada que cambiarle, absolutamente nada. Y como en todas estas veces, esa curiosa energía que me atrae hacia él, está presente. Innegable.

Estamos sentados en una banquita puesta en los alrededores de un quiosco del parque. Comemos un helado para variar.

- Vendrá David Garret a México. - dice tranquilamente saboreando su nieve de limón. Me encanta escuchar a David Garret y me sorprendo con la noticia. He estado tan ocupada con los planes de la boda que de ese acontecimiento no me he enterado.

- Quiero ir - declaro sin pensarlo mucho.

- Entiendo que el concierto está agendado en los días posteriores a tu boda - dice con un tanto de pesar. - Creo que si quieres ir, lo correcto sería invitar a Octavio como acompañante.

Sé lo que pasará si invito a Octavio. Dirá primero que él no escucha ese tipo de música, después hará bromas sobre su aspecto, porque como sabe que a mi gusto es extremadamente guapo y encantador, sentirá celos y querrá ubicarlo en algún plano donde no lo sienta absurdamente amenazante. Es en vano, él no irá, si quiero ir tendrá que ser sola o con... alguien... tal vez... Antonio.

- Vamos juntos. - digo en un brinco en mi asiento - Tú y yo, vamos juntos.

- Está programado en las fechas de tu, supongo, luna de miel.

Atada a ese insensato compromiso, me vuelvo en el asiento y me volteo compungida, dándole la espalda a la realidad que me acaba de topar en la cara. La voz de mi amiga se aparece en mi cabeza. Todas sus insistencias hacen eco en mis ideas. Su arrolladora propuesta de tirar el anillo en mi dedo y despedirme de Octavio se me antoja cada vez más. Antonio me mira de reojo y decide buscar mi mirada con sus ojos, se acerca un poco más y sostiene mi barbilla con sus dedos, apuntándome la cara hacia la suya. Yo le miro afligida, casi en el punto de llorar una lágrima de añoranza. Antonio me observa con detalle y torciendo la boca acompañada de un suspiro, me dice suavemente en un murmullo:

- Qué más quisiera yo, que ir contigo a ese y todos los conciertos que puedan haber.

En una peligrosa proximidad de su boca con la mía, quedo suspendida en una tensión que se intensifica más y más, hasta que él decide finalizarla alejándose en un movimiento abrupto de mí. Yo me muerdo las uñas de mis dedos mitigando la sensación de un deseo interrumpido.

Lo tengo claro. Es momento de hablar con Octavio.



**No te pierdas la continuación en el próximo ¡Viernes de Relatos!