Viernes de Relatos
Inspirada por la ansiedad la locura no se hace extrañar. Corro a su departamento apenas el sol se digna a asomarse en el cielo. Si luzco hermosa o no es intrascendente. Así que hago un esfuerzo mínimo por mi arreglo. La urgencia exige llegar a su casa tan pronto pueda, no vaya a ser que salga y no lo encuentre ahí.
Mi medida desesperada es obtener la respuesta que necesito. Mi celular suena.
- ¿Si fuiste a su casa? - pregunta Elena al otro lado. No le miento, así que ella suelta su mejor regaño - ¿Estás loca? ¡Esas no son maneras! Va a considerarte una exnovia psicótica.
El denominativo no me asusta. Casi estoy de acuerdo en portarlo con dignidad. En este momento no razono y sólo quiero arrojarme al impulso de la histeria de verlo perdido en otro país.
- Así no vas a conseguir nada, te lo aseguro... - corta la llamada, Elena.
Estoy de pie frente a su puerta. La pared de su cochera es la única cosa que nos separa. Basta con que yo toque el timbre para llamarlo. Un botón redondo y discreto es el que decidirá el destino.
Suena su timbre. Silencio. Miro mi celular para contar los segundos que tarda en responder. Sucede que mi ansiedad transforma el pasar del tiempo en un suceso subjetivo en el que un minuto es una eternidad. Transcurren siete minutos y todo está en silencio. Busco asomarme por la rendija entre la pared y la puerta. No se distingue ninguna señal de vida.
¿Cómo puede ser sábado por la mañana y él no estar en casa? Sospecharía de una aventura con otra mujer, pero eso está descartado. Vuelvo a mirar por la rendija y noto a través de la ventana que no están los usuales muebles que asoman ahí.
¿Acaso ya se marchó?
Bajo la mirada y la clavo en el suelo. Es tarde...
**No te pierdas la continuación en el próximo ¡¡Viernes de Relatos!!
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