Como es costumbre al finalizar cada año, levanto mi copa para brindar por este fin de año y por el nuevo que ha de iniciar...
"Eres la más afortunada" dijo una amiga entrañable que hice en el camino de este año.
Con estas palabras en mente repaso lo que este año 2016 me obsequió. Definitivamente no todos los días fueron sonrisas y algarabía, por lo que esta frase contraria mis recuerdos. Si echo un vistazo rápido lo primero que asalta a mi mente son las lágrimas que derramé, mi corazón que se rompió no una, sino dos veces y las caídas que enfrentó mi espíritu al golpearse mis manos contra el suelo. Ni qué decir de las ilusiones que se cultivaron a la luz de la esperanza y se oscurecieron con el ajetreo de la naturaleza propia de la vida.
Sencillamente, el baúl de los recuerdos a simple vista inspira tristeza y desánimo, pero esta frase acuña las escenas en las que no había reparado. En cada escena que evoco, la que le continúa está repleta de manos que se tienden para ayudarme a levantarme. Están llenas de miradas que me acogieron cada vez que el miedo se apoderó de mí y me tentó a renunciar.
Este año 2016 infiero que precisamente la mayor fortuna recae en la sabiduría de tener y hacer amigos. El más grato consuelo para no dejar de avanzar es la posibilidad de tener un hombro en el cual llorar. El regalo más grande fue el tener la humildad para descubrir que la vida te regala pequeños instantes en los que dos personas se encuentran dentro del azar de la casualidad. Esos segundos apenas imperceptibles son los que conceden que un extraño puesto en tu camino se convierta en un gran amigo. La fortuna es esa... permitir que suceda la magia de abrirle el corazón a un igual que tú, que esperanzadamente apreciará ese esfuerzo de despojarte de lo que esconde a tu verdadero yo, para encontrarte con su verdadero tú.
Caer es parte de la vida. Levantarse una opción. Tener un amigo a tu lado en ese proceso: una bendición.
Levanto mi copa muy en alto para brindar por mis amigos.
¡Por mis amigos que conozco de años atrás! Por mis amigas de la adolescencia, que vi este año crecer y formar su propia familia. Por mis amigas de la escuela y universidades. Por mis amigas del trabajo que he dejado atrás, pero que ellas siguen adelante conmigo. Por mis amigos con quienes viví una interrumpida práctica, pero que no se perderán pese a ello. Por mis amigas con quienes comparto un sueño y proyecto en común. Por mi amiga que me acompañaría al inframundo a dejarle un regalo a un desamor. Por todos mis amigos con los que me he encontrado en este andar y por esos amigos que no se han podido quedar, pero que atesoro en un recuerdo especial.
Por todas esas personas que me acompañaron con su presencia en mi vida este año 2016.
Por ellos y por ti que lees este brindis, quiero agradecer esta noche. Porque aunque tu rostro y el mío no se conocen cara a cara, a través de las palabras nos conocemos un poco más cada vez.
... porque sí: soy muy afortunada.
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