Frases

Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.


viernes, 5 de mayo de 2017

"El regalo de la caja" Parte IX


Viernes de Relatos

Se detuvo a la mitad de la sala. No tenía razón para quedarse así, inmóvil, cual estatua. La mirada la tenía clavada en el vacío de su memoria. Si alguien la hubiese visto hubiera podido adivinarle inerte.

Se había quedado atorada a la mitad de un recuerdo revivido a causa de aquella muchachita que le había pedido le contara el secreto del regalo aquel de la caja.

Hacía muchos años se le había ocurrido armarlo. Parecía una idea sensacional. El mejor regalo de cumpleaños que podía dar a alguien de quien ella gustaba. La ilusión de recaudar los objetos yendo de una tienda a otra ideando con creatividad lo que tenía en mente la mantenía sonriendo demasiado. En ese entonces ella también tenía una amiga. Una muy cercana que hizo de cómplice de su elucubración. Las dos se reían adivinando la cara que haría y especulando si ese u otro le encantaría más.

Acomodaron todo en esa caja de madera que sellaron con pegamento. El plan del día de la entrega estaba marcado en el calendario y ella contó día a día, emocionada cada vez más por su llegada. Al fin dio la fecha que quería y su amiga le acompañó a dejarlo a la puerta de su casa. Tocaron el timbre y nadie abrió.

Ella pensó que tal vez el horario no era el conveniente, pero por mucho que buscaba explicárselo no daba con un altercado en su perfecto plan. Sabía que a esa hora, ese día, según su rutina habitual sostenida por meses, él debía estar ahí. Volvieron a tocar y nadie abrió.

Las ideas revolotearon en su cabeza. Podría haber salido a comprar algo, podría haber salido a correr, podría haber ido a la esquina o podría estar dormido. Volvieron a tocar y nadie abrió. Resolvieron entonces dejar el regalo al pie de la puerta... con suerte nadie se lo llevaría. "¡Es una locura!" pensó inmediatamente y propuso desesperada a su amiga que le esperasen dentro del coche, vigilándole, cuidándole de cualquier extraño al que se le antojara tomarlo. Ahí estuvieron varias horas, hasta que al fin se hizo de noche y ellas se perdieron en el sueño del aburrimiento.

Llegó él. Miró el regalo y lo tomó. Entró a su casa sin ser visto por sus vigilantes. Después de un tiempo, el sonar del celular de ella despertó a ambas. Era él quien le telefoneaba, debía tener el regalo, pues ya no lo divisaban en la calle. Contestó y él inició un discurso que le dolió sinceramente.

Le agradeció por el regalo, sin duda. El mejor que había recibido en su vida, pero era demasiado, era inmerecido. Sugirió devolverle algún par de cosas, que no se desaprovechasen en él, como si fuera eso posible, pues ella había pensado todo para dárselo sólo a él. Finalmente, le pidió que tomasen distancia, pues por lo visto aquel gesto asomaba sus intensos sentimientos por él que no podía corresponderle. Ella no pudo objetar y guardó silencio. Él prosiguió con agradecimientos maravillados, pero se escuchaban como una lluvia de razones de las que él se haría para no verle a ella otra vez.

"Esa chiquita..." recobró la vida la estatua postrada a la mitad de la sala "Si para saber si te quieren necesitas de una caja... ya tienes la verdad en la cara".

Y volvió a sus quehaceres como si nada.

FIN



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