Frases

Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.


viernes, 9 de junio de 2017

"Eres tú, no soy yo" Parte IV


Viernes de Relatos

Tengo ganas de ir a una librería y perderme entre los estantes buscando el título que me atrape y se me antoje leer al instante. Telefoneo a Octavio para pedirle me acompañe.

- ¿A la librería? - contesta con tono desganado y arrastrando las letras al hacer la pregunta. 

Entiendo que Octavio no descubre en ese sitio la magia que yo experimento al hojear un libro. Yo repaso las portadas releyendo las reseñas y espío la última página para leer el final sin haber leído la historia. Octavio pasa de mi invitación. No pasa nada, es importante que cada uno tenga su propio mundo... o al menos de eso trato de convencerme.

Llego a la librería. Ahí están todos los libros esperando por mí. Los que ya leí y los que no he leído. Parecen saludarme mientras me adentro en los pasillos. Acomodados en pilas en el suelo o en las repisas, todos hacen su esfuerzo por coquetearme y ganar mi atención. Paso de prisa por la categoría de suspenso, no me encanta pasar la noche en vela por culpa de esos tenebrosos relatos. Me detengo, en cambio, en la sección de los libros de drama y comedia. Mis favoritos definitivamente. Comienzo a husmear y encuentro uno que se destaca por sus brillantes colores y un grosor que promete hacer durar la lectura un largo rato. Entonces sucede lo inesperado. Una mano roza la mía al mismo tiempo que yo sujeto el libro con mi mano. Levanto la mirada para descubrir al desconocido sujeto que osa rozar mi piel, con la ilusa ingenuidad que dibuja a Octavio en esta escena. Sin embargo, no se trata de él, sino de un completo extraño.

- Perdona, no te he mirado, estaba perdido en mis pensamientos - se disculpa él. Es un tipo bastante guapo, parece de mi edad y por sus jeans azules y su camisa desfajada, adivino que gusta de vestir relajado.

- No hay de qué disculparse - le contesto amablemente mientras me llevo el cabello detrás de la oreja con la mano izquierda. De inmediato descubro que su sonrisa se desvanece al clavar sus ojos en mi dedo. Es la primera vez que lamento tener esa piedra anunciando a todos la noticia.

- ¿Casada o comprometida? - pregunta. Sus ojos, su cabello, su figura, sus mejillas y su nariz inician un remolino de confusión en mi mente. Podría negarme a contestar. Podría atreverme a mentir. ¿Por qué no puedo simplemente decir la verdad? ¿Por qué me niego a contestarla? La sonrisa en su boca vuelve a dibujarse. Sospecho que mi súbito nerviosismo le tiene entretenido. - Bah, no me contestes. Me quedo complacido con el saber que existes. - Y dicho esto, se marchó, llevándose el libro que nos hizo encontrarnos.

"Algo había en él. Eso fue" Le escribo a mi amiga en un mensaje en el celular. Quiere cotillear y no para hasta que le cuento absolutamente todo y con detalle. Me reclama no haberme visto más lista y obtenido su teléfono o alguna seña que me permitiera volver a contactarlo. Pero, ¿para qué querría hacerlo? ¡Voy a casarme!

Sin embargo, en tan breve encuentro hallé sutiles motivos para titubear.

¿Será normal?



**No te pierdas la continuación en el próximo ¡Viernes de Relatos!


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