Frases

Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.


viernes, 26 de junio de 2015

Fíjate en mí 1o. Parte



Viernes de Relatos


Es obvio: me gusta.


Cuando nos topamos en el pasillo del colegio no puedo más que mirarle de pies a cabeza. Me fascina su forma de andar tan relajada y casual que me hacen pensar que el mundo puede girar lento. Todo se congela cuando sonríe y si de casualidad me mira, yo también me paralizo. Tiene "ese no sé qué" que me tiene vuelta loca. Suspiro, me río como tonta, me quedo sin palabras. Definitivamente me vuelvo torpe si él aparece en escena.


- Ya, dile que te gusta - me dijo Marisol cuando me vio suspirar desesperada en la cafetería a la hora del recreo.


No se lo voy a decir. ¡Qué pena, qué va a pensar de mí!


- Si no lo haces, ¿cómo se va a dar cuenta?


Entonces recordé mis vagos intentos por hacerme notar. Una vez comió una hamburguesa y la salsa cátsup se le derramó en la playera. Apenas alzó la mirada para buscar una servilleta cuando yo me le aparecí sosteniéndole una. Él sonrió agradeciéndome, pero no me miró porque su vista estaba clavada en la penosa mancha roja, que ni queriendo, le quitó lo lindo que se veía.


- De eso ni se enteró - objetó mi amiga. - Tienes que esforzarte en captar su atención. Tienes que... no sé... ser más atrevida... aparecerte, hablar con él, que te vea. ¡Que de verdad te vea!


A menos que me convirtiera en una tableta creo que no iba a mirarme. Se la pasaba jugando juegos, practicando fútbol y algunas veces asistía a la biblioteca a leerse un libro. Ninguna de esas opciones se prestaban a que mi cara apareciera y él me volteara a ver. Y luego, si me veía, ¿qué se suponía que debía hacer después? Qué momento tan incómodo mirarnos la cara sin hacer nada. Estoy desesperada...


- Odio sentir este revoleteo en el pecho - tuve que reconocerlo.


- Al contrario: ¡es lindo sentir algo así por alguien!


Está loca. Es una molestia sentir tanta cosa por alguien que ni sabe de tu existencia. No se entera de lo genial que me parecen sus gestos, su forma de sonreír y disfrutar lo que hace. Incluso pareciera ilusionarle la clase de matemáticas; donde todos estamos bostezando él encuentra un detalle interesante qué resolver. Parece pasarla bien todo el tiempo y hasta lo contagia. Hace de la escuela un lugar entretenido para visitar.


- Vamos, tienes que animarte - insistió Marisol. - ¿Te gusta, no?


Asentí con la cabeza mientras me acurruqué resignada sobre la mesa de la cafetería.


- Pero no tengo idea de cómo hacerle...


- Para resolver eso, estamos las amigas. Podemos idear un plan de conquista.


- ¿Crees que funcione? - pregunté dubitativa.


- Vamos amiga, ¿no confías en mí?


A Marisol se le veía calladita, calladita... pero qué atrevida era. No tenía pelos en la lengua que la detuvieran de conseguir lo que quería. Yo era todo lo contrario a ella. Lenta, lenta como tortuga en carretera, que ni viendo el coche venirle encima se movía de prisa.


- De verdad me gusta mucho...


- ¿Ves? Eso amerita el esfuerzo. ¡Hay que hacerlo! Tú sigue mis instrucciones.


Mientras me lo pensaba, pasó él caminando por el pasillo. Allá va... suspiré profundamente.


- Está bien. Anda, dime cómo. ¿Qué hay que hacer? Pero si no funciona... - quise advertirle.


- Si no funciona, pues nada. Al menos lo habrás intentado, ¿cierto?


Sin más que rebatirle, me dispuse a escuchar.


- Este es el plan...






**No te pierdas la continuación en el próximo ¡¡Viernes de Relatos!!

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