Viernes de Relatos
Facebook, Twitter, Instagram, Whatsapp... son muchos los medios por los que tengo que anunciar que ya no somos novios. El pasillo, la cafetería, el estacionamiento, el gimnasio... y hasta a la taquería que frecuentábamos le extraña que me aparezca sin compañía.
No basta con cambiar mi estado en Facebook. La gente no se conforma con una declaración sin el chisme que acompaña el acontecimiento. Tengo que idearme una buena historia, porque la real no sacia la curiosidad del morbo. Mi versión es muy escueta y es porque ni yo misma he podido hilvanar las razones que me han llevado a quedarme solita.
Les invento que decidimos dejar todo dentro de un contexto profesional. No mezclar el trabajo con los sentimientos... Les invento que el trabajo nos absorbía tanto que no teníamos tiempo para nosotros mismos y extrañábamos estar por nuestra cuenta... Les invento que dejé de estar enamorada y simplemente no funcionó...
Algunos me creen lo que les digo; otros, no.
Estoy cansada de tener que dar explicaciones. Cada encuentro con alguien es una nueva invención. Incluso los que no son cercanos a mí de repente parecen serlo, pero sólo porque les interesa escudriñar todos los detalles. Y luego de ello, algunos toman partido, se colocan de mi lado o peor, se colocan del suyo. "Es que tú debiste..." "Me parece que si tú hubieras...".
El ir y venir de interpretaciones me tiene exhausta. Y en ninguna de esas conversaciones encuentro la verdad. Repasar lo ocurrido esa noche rebobina el dolor que me ahoga en el pecho. Parece no terminar... Y no tener un argumento del cual aferrarme para convencerme de que no volverá es una tortura. ¿Cómo me convenzo, cómo me persuado de no ir a buscarlo?
Y a él, curiosamente no me lo he encontrado en toda la semana. Ha conseguido desvanecerse, como un fugitivo ha encontrado cómo esconderse sin dejar rastro. A donde quiera que fui, él ya se había marchado. Los demás lo han visto, me lo han dicho, pero nadie ha reparado en cuestionarlo a él. Todos han preferido interrogarme a mí para enterarse de la noticia.
Hoy es viernes. Se termina el horario de oficina y me marcho a casa. Elena me invita a tomar unos tragos coquetos para evitar que me abandone en mi solitaria depresión en casa. Se niega a dejarme sola, le preocupa que no me levante de la cama en todo el fin de semana. Le digo que esas son tonterías, pero lo cierto es que me ha pillado en mi plan.
Nos dirigimos juntas al bar que queda a tres cuadras. En el andar en la banqueta yo no digo ni una sola palabra, ella se empeña en su monólogo que se pierde en el aturdido sonido del tráfico. Me pierdo en mis pensamientos, que no hacen más que acusarme de haber hecho algo mal, sin saber qué. Me duele tanto su partida, que me dedico a concentrarme en no llorar.
Entramos. Elena pide sentarnos en unos sillones al fondo, ubicados en una especie de terraza. Yo la sigo sin protestar. Apenas estoy acomodando la bolsa a mi lado, cuando alzo la mirada y echo un vistazo al lugar. Siento una fría sensación que petrifica mi cuerpo y detengo la respiración. Elena se asusta al verme y sigue con sus ojos el sitio donde los míos se han postrado fijamente.
Es él.
Está ahí riendo con una mujer.
**No te pierdas la continuación en el próximo ¡¡Viernes de Relatos!!
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