Frases

Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.


viernes, 13 de marzo de 2015

Misión: no enamorarme (2o. Parte)



Viernes de Relatos


Él se llama Eduardo. Esta semana lo he visto pasar un par de veces frente a mi oficina. Nunca le había hablado, sólo le veía caminar por ahí, pero sin interesarme en él. Apenas me he enterado de lo que ha estudiado. Apenas me contaron que es el hijo menor de cuatro hermanos. ¡Apenas descubrí que su cumpleaños fue la semana pasada! Ojos oscuros y cabello lacio extremadamente bien peinado. Una asesoría de imagen le vendría bien para combinar mejor los colores de su ropa. Es algo serio y siempre es el primero en llegar y el último en irse. Creo que fue el mejor de su clase al salir de la universidad. Muy esforzado y trabajador. "Tiene buenas ideas" dicen los que salen de estar en junta con él, "pero no se anima a expresarlas en voz alta". Supongo que la timidez se apodera de su cerebro cuando se trata de poner en acción su talento.

Definitivamente todo lo contrario a lo que suelo buscar.

Hoy nos tomamos un café. ¡Sí, de verdad! Haber coincidido en el comedor de la oficina a las siete de la tarde es un avance. No fue una cita, lo reconozco, pero al menos valió la oportunidad para intercambiar un par de palabras mientras nos bebíamos un capuccino de la maquinita expendedora de cafés.

Su charla... interesante. Su sentido del humor... podría mejorar. Sus modales... excelentes. Su forma de escucharme... palomeado este criterio. ¿Si me pidió una cita para vernos después? No... ¡porque es muy tímido! Eso o no le gusté ni tantito. ¿Será? Empiezo a ir en declive...

Hice exactamente lo contrario a lo que hubiera hecho antes. Le hubiera pedido el número de celular, le habría invitado a ver la película de moda en el cine y no lo hubiera dejado regresar a trabajar, sino que lo hubiera llevado a pasear y aprovechar la tarde del viernes. Y con mis encantos él hubiera aceptado todo esto.

Eso creo.

Vaya, termina la hora de trabajar y empiezo a recoger mis cosas. Ya muchos se han ido, en viernes nadie se queda después de las cinco. Excepto él, a quien alcanzo a mirar desde mi escritorio, escondido entre un montón de papeles en una de las esquinas de este piso. Pienso en decirle adiós y despedirme propiamente de él. Al menos eso haría mi antigua yo: se haría presente. Esta vez, según mi acuerdo personal, no lo haré... aunque lo miro de lejos fijamente por si de casualidad se siente observado y me voltea a ver. Nada. Él está en lo suyo.

Con mi bolsa en una mano y el suéter en la otra, me dispongo a llamar al elevador. Los números en la pantalla van en descenso, pronto marcará el número de mi piso. Mientras miro pasar la cuenta regresiva, alguien se detiene a mi lado. Es un muchacho vestido con traje gris y con ánimo relajado y confiado. Lo miro y me devuelve la mirada. ¡Qué guapo es!

- ¿Tú trabajas aquí? - me pregunta haciéndome conversación.

- Sí, aquí me encuentras de lunes a viernes. ¿Tú? - la pregunta es válida, jamás le había visto.

- Ingresé ayer. Creí que me habían presentado a todos, pero evidentemente te me has escapado tú.

Mis piernas temblaron en ese preciso instante.

- ¿Y qué vas a hacer ahora? ¿Festejar que tienes nuevo trabajo? - pregunté así nada más.

- De hecho, no tengo plan. ¿Tú?

¡Tampoco! ¡Vamos a algún lado! Conozco un lugar que recién abrieron a dos calles de aquí. ¡NO! Frena, detente y medita. La antigua yo hubiera dicho eso. La nueva yo...

- Sí, de hecho voy tarde. - me resigné - ¿Tal vez en otra ocasión...? Ya sé, lo estoy asumiendo, pero lo digo por si acaso pensaste que podíamos hacer algo juntos.

Él se rió de mi broma. ¡Cómo no amarlo! ¿De verdad no puedo salir con él?

Bajamos en el elevador y cada quien se fue por su lado.






**No te pierdas la continuación el próximo viernes...

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