Frases

Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.


viernes, 20 de marzo de 2015

Misión: no enamorarme (3o. Parte)



Viernes de Relatos


Él se llama Gerardo. Es realmente apuesto. Me derrito cada vez que lo miro atravesar el piso de un lado a otro con su libreta y acompañado de otras personas discutiendo asuntos aparentemente importantes. Recibe gente en su oficina, llama por teléfono y anota y tacha renglones en su agenda. Mi momento favorito del día es por la mañana, cuando busca la cafetera y se sirve una taza de café. Se desplaza con ella en la mano mientras gira una pajilla para enfriarla un poco y beberla. Deja su loción un rastro que me embriaga tontamente.


Eduardo, con quien he podido compartir alimentos esta semana, es un chico interesante, como dije antes. Lo cierto es que mantiene una conversación repleta de historias y reflexiones profundas que me sorprenden. Hemos hablado sobre el amor, la vida y el dolor. Lo han lastimado antes y aún así tiene deseos de encontrar a alguien con quien compartir su vida. No pierde la esperanza, pero se le dificulta eso de decir "me gustas" y ni se diga de invitar a una chica a salir. Casi me atrevo a ser yo quien se lo pida. Pero esta vez espero que sea el hombre quien lo haga para variar...


Sin embargo, Gerardo me vuelve loca. Y esta vez me ha insinuado que quiere salir conmigo. No la ha dicho directamente con todas sus letras, pero en broma me lo ha sugerido. Yo reí a carcajadas a causa del nervio que me inspira estar junto a él. No acepté aún cuando "él" me lo ha pedido; porque de verdad me fascina ese hombre. Y si no quiero obtener los mismos resultados, es mejor que me mantenga a raya de él. ¡Pero qué difícil evitarlo! Esos ojos... esa cara... ese traje... esa sonrisa... ese andar... esa seguridad... esa forma de hablar... esa forma de coquetear conmigo... ¡Quiero salir con él!


Asesino de un tiro las mariposas que revolotean en mi vientre. Me controlo y me domino. Debo enfocarme en Eduardo, no en Gerardo.


- Anda, vamos al cine. ¿Tienes algo mejor que hacer? - me pregunta Gerardo en el elevador, pues hemos vuelto a coincidir.


- No, no tengo - decido ser franca.


- Entonces, vamos. He dicho.


No me niego esta vez. Digo, si tengo claro que no me voy a enamorar de él, puedo salir al cine, ¿o no? Es sólo una película. Los amigos salen a mirarlas todo el tiempo. No tiene por qué suceder nada más.


Mientras caminamos hacia la salida del edificio, me encuentro con Eduardo, quien extrañamente también se marcha temprano. Gerardo se ha adelantado a pedir su coche al valet. Eduardo me alcanza y se acerca tímidamente. Sonríe con ternura y en la confianza que le inspira mi amistad, se atreve a anteponerse a la escena de Gerardo hablando con el joven responsable del acomodo de los autos. A contraluz, la valentía del tímido Eduardo se enciende para decir:


- ¿Quieres ir a algún lado? Algo podríamos hacer, si es que no te molesta pasarla conmigo. Entiendo si no quieres ir...


Lo miro a él. Miro a Gerardo a lo lejos. ¿Qué hago? Muero de ganas de ir tras Gerardo, quien además ya me hace ademanes para pedirme que suba con él al auto que ya le han traído. Eduardo me mira apenado y ansiando mi respuesta.


Respiro, estoy a punto de enloquecer.






**No te pierdas el próximo viernes la continuación de esta historia!!!!

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