Frases

Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.


domingo, 31 de mayo de 2015

Lo que callas y lo que dices


La prudencia te lleva a callar en ciertas ocasiones.

Lo que sucede contribuye a la construcción de ideas en tu cabeza. Básicamente te haces de opiniones, reflexiones y conclusiones sobre lo que vives y viven los demás. De la vida brota todo esto. Es inevitable, pero lo que es evitable es "decirlo en voz alta".

Hay veces en que es prudente callar. No porque no sea valioso lo que transita en nuestra mente, sino porque a veces es abstenerse de hacerlo. Aún no consigo descifrar qué criterio tomar para elegir el silencio o el sonido de las palabras, pero estoy segura de que la sabiduría de la experiencia te provee de esa luz para decidir. Tal vez hay que equivocarse un par de veces para entenderlo. No creo que la prudencia nazca así porque sí. En un momento de la vida uno aprender a callar y a hablar. Supongo que una serie de detonantes surgen de los malos ratos que uno pasa por hablar de más y por hablar de menos. Es una habilidad que se ensaya hasta que se domina, si es que esto puede ocurrir.

Lo que es cierto, es que hay veces en que tienes una idea cuajándose en tu cerebro por largo rato. La meditas y la meditas y no te deja en paz. Mientras no sabes qué hacer con ella, ahí está, rondándote sigilosa, apoderándose de tu paz. Inquieta y expectante por averiguar qué harás con ella. Es entonces cuando puede ser bastante molesta la indecisión. Urge resolver el paso a seguir, pero el propósito de acertar prolonga la espera.

Vaya que es un arte aprender a hablar y callar. Y finalmente, lo que has decidido callar te lo llevas contigo y al mismo tiempo lo tienes que dejar ir. Por ello resulta necesario aprender el quehacer de qué hacer con las ideas y el diálogo interno. Habrá unas que merezcan compartirse y habrá otras que no. La práctica, el error y unas cuantas heridas darán la maestría.

La invitación para la semana: aprender cuándo callar y cuándo hablar. Y si te equivocas, recuerda que estás más cerca de aprender a hacerlo. Así que, ánimo y paciencia.

Y ya no diré más.....  jajaja

¡Buen inicio de semana!

viernes, 29 de mayo de 2015

Misión: no enamorarme (13o. Parte)


Viernes de Relatos

Cuando al fin me he decidido en quedarme con Eduardo, Gerardo me invita a salir.

-  No saldré contigo, tengo novio por si no te has enterado.

Mi voz valiente y presumida tiene que haber sonado convincente y firme. Sin embargo, Gerardo insiste en salir conmigo.

- Si lo hago, no estoy dándole su lugar a mi novio. No lo haré.

Tiene que haber sido buen argumento, pero Gerardo insiste en salir. No parece ceder.

- Tan simple como que hoy saldré con él al terminar de trabajar... no voy a salir contigo.

Gerardo hace ademanes al aire y vuelve a intentarlo. Parece que no va a ceder. Termino aceptando, pero con la condición de decirle a Eduardo con quien estaría. Gerardo parece pensárselo dos veces, pero al final está de acuerdo con mi condición.

- No te dirá nada tu..."amiga"... - lo digo en ese tono despectivo que sólo las mujeres podemos modular agraciadamente.

Niega con la cabeza tan rápidamente que me parece que ni siquiera figura ese personaje en la realidad.

Eduardo se molestó como nunca, casi me suelta un regaño a gritos, pero en el preciso instante previo a su estallido, me marché molesta por su reacción y he hecho lo que me da la gana. Y así es como termino tomando un trago en el bar con Gerardo.

- Eduardo no te conviene - me lo suelta así de golpe. Lo miro extrañado, ¿cómo se atreve a decirme esto? - Sé que dudas sobre estar con él, eso dicen en la oficina...

¿Eso dicen? Fue ella.

- Y te puedo decir que no te conviene.

- Así como no me convienes tú, ¿cierto? - le confronto furiosa.

- Sé que no tengo derecho a decírtelo, pero... mereces la verdad - dice serio.

- ¿Y vas a ser tú quien me la dé?

- Si me lo permites, sí.

Lo medito un momento. ¿Qué se trae entre manos?  Su cara de intriga levanta todas mis sospechas. Impertérrito me mira esperando mi respuesta. Sin perder la postura y la imagen de galán con extrema seguridad y confianza en sí mismo, me mira ansioso de que acepte la propuesta. Tal vez esta sea la respuesta que busco.

- Está bien, comienza.




**No te pierdas la continuación el próximo viernes en: ¡¡¡Viernes de Relatos!!!

domingo, 24 de mayo de 2015

En tus zapatos


Ponerte los zapatos del otro es eso a lo que llaman "empatizar".

Dicen que por mucho que quieras, esto no es posible si no has vivido lo que el otro está viviendo. Entender lo que le pasa a alguien no es como quitarte tus zapatos y pedirle al otro prestados los suyos. Ni siquiera así podrías lograrlo, porque no son tu talla, no son tu tipo, no te quedan. No podrías saber lo que significa para otra persona traerlos puestos si tú ni puedes calzarlos.

Pero sí puedes empatizar con alguien al menos en un nivel. Si consigues encontrarte en tu repertorio de experiencias con una semejante a la que vive la otra persona, entonces podrás empatizar. Los elementos en común te permitirán tener un acercamiento a lo que está viviendo.

Un ejemplo: si nunca has repartido volantes en la calle, será difícil que empatices con quien lo hace. Voy a contarte, cuando no has repartido cosas en la calle, al momento en que te ofrecen ese impreso, si no lo quieres, no lo recibes. Cuando has repartido volantes en la calle, sabes lo complicado que es que alguien te acepte uno y lo frustrante que es que te digan que no y que los que lo toman lo miren apenas. Cuando sabes lo que se siente, porque lo has hecho, tiendes a aceptar esos volantes que te ofrecen, porque sabes de qué va esa actividad. Y hasta concluyes "yo sé lo que se siente" y por eso actúas diferente.

Así como esto, muchas cosas más.

Dime ¿podrías atreverte a creer que la empatía es posiblemente un motor de cambio poderoso? Lo que no hacías, lo haces ahora. Lo que no veías, lo ves ahora. Y en todo esto: entiendes a otra persona.

¿Será entonces, que las personas necesiten rotar roles para entenderse y apoyarse más? ¿Será la empatía la clave para cambiar el mundo? Puede ser...

Invitación para la semana: se empático en lo que puedes serlo... y en lo que no, imagina que lo puedes ser  y se una diferencia.

¡Buen inicio de semana!


viernes, 22 de mayo de 2015

Misión: no enamorarme (12o Parte)



Viernes de Relatos




Opción 1: Estoy enamorada ¡qué más da, él parece corresponderme!
Opción 2: Mejor hago caso a mi misión y dejo esto de una vez por todas.
Opción 3: Consultarlo con Eduardo.  Consultarlo con una amiga.


... realmente no es mi amiga, pero ella está al tanto de todo en esta oficina. Sí alguien puede darme la información que requiero:es ella.


- Aquí he venido con él docena de veces.
- ¿Entonces son novios? - me pregunta intrigada y con morbo.
- No realmente... - respiro hondo y empiezo a contar mi teoría.
Ella me escucha con sumo interés, menea la cabeza asintiendo, parece entenderme, pero algo en sus ojos me dice que ella está ignorando mi argumento.
- ¿Qué dices? - le pregunto interesada en escuchar su opinión.
- Dudas que sea buen hombre... porque por regla general te enamoras de patanes desgraciados.
- Así es.
- Y el último también fue un desgraciado...
- Así es.
- ¿El último fue Gerardo?
La miro pillada por la verdad. Ella sólo quiere saber información para tener de qué hablar el lunes por los pasillos. Estratégicamente lo niego.
- Mmmm - guarda un prolongado silencio. Bebe de su café dos, tres, cuatro veces. Yo no digo nada más. No tengo otra cosa qué contar. Sólo he venido a ver qué tiene qué decir al respecto. Algo tiene que saber.
- ¿Y lo quieres? No parece tan sensacional. Es bastante tímido y no tiene iniciativa para pedirle a alguien que salga con él... es un poco lento y eso desespera a muchas.
Le explico que lo quiero y hasta le concedo algunas de las razones que hacen que mi corazón palpite rápido por él. Recuerdo la dinámica: si no suelto información, ella tampoco lo hará. Tras otro rato de silencio ella finalmente dice:
- Eduardo es tímido y lento, esos han sido y serán sus mayores problemas siempre. Alguien así puede guardar mucho en su interior. Coraje... venganza... deseos reprimidos... Cuando se habló de un ascenso en su área, él fue descartado por esa personalidad con falta de empuje. Aún cuando podía merecerlo, no le dieron el puesto a él. A falta de candidatos, prefirieron contratar a alguien externo.
- ¡Pobre! Sí he visto que trabaja mucho con tal de que salga bien todo. Y también he escuchado los rumores: sus ideas son buenas, pero se acobarda un poco al decirlas en el foro que debe.
- No debe sentirse tan bien con todo eso - guarda silencio y mientras reflexiono sobre lo que dice, me suelta otra vez - ¿De verdad no estuviste con Gerardo?
- No... ¿por qué insistes tanto?
- Es raro... él de verdad parecía estar interesado en ti.
- Él está con la de recepción ¿o no?
- Sí es verdad, pero eso no quita que él estuviera también interesado en ti.
¡Qué alivio, mi último patán está interesado en otra, pero también en mí! ¿Cómo puedo sentirme mal? Con el sarcasmo pintando mis ideas me bebo lo que me quedo de café. Sospecho que ella no dirá nada más si yo no digo algo a cambio. Corta de ideas que intercambiar y sin ganas de contarle la verdad sobre Gerardo, termino la conversación inventándome cualquier pretexto para irnos cada cual a su casa.
Me despido de ella.
Aún no sé qué hacer y sigo pensando en él.




**No te pierdas el próximo viernes la continuación en ¡¡¡VIERNES DE RELATOS!!!

domingo, 17 de mayo de 2015

Super héroes o Villanos


Creo que todos tenemos poderes.

Esos poderes se llaman talentos.

Todos tenemos un talento. No hay nadie que no. Sólo hay que disponerse a descubrirlo. Hay que encontrarlo y luego explotarlo. Y como todos esos personajes de las películas, ese descubrimiento ocurre un día cualquiera, en el que se te abren los ojos porque sucede algo extraordinario. Algo en lo que tú has influido, algo en lo que has puesto tu toque.

Ahora que sabes que tienes un poder, debes aprender a desarrollarlo y dominarlo. Ahí es donde la mayoría se queda atrás. Porque requiere mucho esfuerzo y compromiso. Los poderes no se pueden quedar estancados si quieres aprovecharlos y hacer todo lo que puedes hacer con ellos. Requieren práctica. Mucha. Tocar ese violín por horas... filmar cientos de videos... gastar horas y horas programando... leer y estudiar tremendamente... constancia, disciplina y voluntad. La maestría de ese poder sólo se alcanza de ese modo.

Una vez que has cruzado esa línea y el poder está a tu disposición, prosigue usarlo. Porque de nada sirve si lo guardas y lo escondes. Como dijo Tío Ben "Un gran poder conlleva una gran responsabilidad" ¿Para qué usarlo? Es ante esa pregunta donde se decide si eres súper héroe o villano. Si lo usas para el bien o lo usas para el mal. Si decides servir a los demás o no. Si decides aportar al crecimiento de la sociedad o no. Si lo utilizas para que este mundo sea mejor o no. Elegir bien implica sabiduría y compromiso, implica perseverar.

¿Estás listo? Serás tentado para "unirte al lado oscuro", pero también tienes el poder de elegir si eres luz u oscuridad. Mantén presente un código de valores que te guíe y te aliente. De otro modo, será sencillo ir por otro camino. El esfuerzo ha de sostenerse en cada fracción de segundo para brillar. Eso hará que elijas bien.

Así que, ¿por qué no ser super héroes? Descubre tu poder. Ningún talento es pequeño si lo vives en grande.
Todo depende de ti. Sea lo que sea: haz que valga la pena.

La invitación de esta semana: se un súper héroe. Abre bien los ojos para descubrir tu poder. Practica mucho y no desistas. Y ahora, ve y vence al mal. Necesitamos tu poder para este mundo cambiar. Confiamos en ti.

¡¡Que tengas un buen inicio de semana!!


viernes, 15 de mayo de 2015

Misión: no enamorame (11o Parte)



Viernes de Relatos




Así como decido todo...


Opción 1: Estoy enamorada ¡qué más da, él parece corresponderme!
Opción 2: Mejor hago caso a mi misión y dejo esto de una vez por todas.
Opción 3....


Si tiendo a enamorarme de la persona equivocada, querría decir que Eduardo es una persona equivocada. Nada parece indicar que lo sea. Ya van varias semanas que esto corre como el agua de la llave. Fluye sin obstáculos y nos entendemos bastante bien.


Disfruto su compañía, sus detalles, las salidas con él, ¡sus charlas! Es guapo, es caballeroso, es simplemente lo que he estado esperando.


Pero estoy enamorada... ¡La regla! "No enamorarme" ¡¿Qué hago?!


Opción 3: Se lo voy a consultar.


Estamos cenando en un restaurante de comida italiana. Me hago líos enrollando el espagueti en mi tenedor. Un poco de salsa ensucia mi blusa. Eduardo no se ríe en lo absoluto, pareciera que ni siquiera lo notó. Está muy atento a su platillo.


Es ahora o nunca.


- Eduardo, tenemos un problema.


Alza la mirada y me mira totalmente extrañado. ¿Para qué le damos vueltas?


- Estoy enamorada de ti.


- ¿Y eso por qué se convierte en un problema?


Empiezo mi historia. Planteo cada giro con sumo cuidado para que empatice conmigo y comprenda por qué mi teoría es real y cierta. Hago lo posible por compartirle mi miedo e inseguridad hacia mi sentimiento recién descubierto. Él parece comprender lo que digo, asiente con la cabeza y empuña su mano cerca de su boca prestándome toda su atención. Su platillo pasa a segundo plano y sólo existo yo.


- Ya veo...  - Silencio en la mesa. - Entonces, según tu teoría, yo no te convengo. Y lo sabes porque te has enamorado de mí. Te enamoras y eso es equivalente a desastre total. ¿Cierto?


- En resumen, así es, pero no es tan simple. Entiende que no me equivoco, me pasó así con... - lo pienso dos veces y alcanzo a detener las palabras que se atropellan en mi boca.


- ... Gerardo. - él termina mi enunciado.


Guarda silencio y regresa al pollo que ha dejado a la mitad descansando en el tenedor. No dice nada. Y yo, desconcertada, sigo peleando con el espagueti. El resto de la cena ocurre sin intercambio de palabras. Presiento que le ha caído mal mi consulta, pero se me ha ocurrido que era la mejor opción.


Salimos del restaurante. Es de noche y está lloviendo. Me froto los brazos en busca de calor. Mis pies se empapan con el golpe de la lluvia contra la banqueta. Eduardo permanece callado, dubitativo. Pide el coche para marcharnos. La espera es breve y nos preparamos para irnos. Adentro, sólo existimos él y yo en la oscuridad. Enciende el motor, pero antes de arrancar, alcanza a decir unas palabras:


- Si no puedes creer que soy diferente a los demás, esto no va a funcionar. Piénsalo y me dices qué vas a hacer, mientras tanto, no deberíamos salir.


Condujo hasta el edificio en el que trabajamos para dejarme y tomar mi coche. No volvió a decir nada. Mi querido platicador se quedó mudo. Angustiada me despedí sólo dirigiéndole un gesto con la mano y una mueca de tristeza en mis labios. Él apenas me miró y se fue.


La lluvia sigue molestando mis pies. Mientras espero por mi coche, también se empapa mi cabello y parte de mi ropa. Ni siquiera me importa aquello. Tengo tanto qué pensar que un poco de agua no puede distraerme de lo ocurrido. ¿Qué voy a hacer?


Enamorada. Esto empieza y ya está doliendo. Mala señal.






**No te pierdas la continuación en el próximo  ¡¡¡¡Viernes de Relatos!!!!

domingo, 10 de mayo de 2015

FELIZ DÍA DE LAS MADRES


Este día, el Post Dominical se lo dedicamos a las mamás.

Eso que te hace mamá

Sabes que alguien es mamá porque tiene habilidad y destreza para hacer cuatro cosas a la vez, las cuales incluyen siempre cosas que no son propiamente para ella, sino para alguien más. Se le caracteriza también por tener siempre en su refrigerador comida deliciosa y genial, que no es precisamente su favorita, sino la de alguien más. Se le caracteriza por comprar mucha ropa, pero no es precisamente para ella, sino para alguien más. Se le suele encontrar despierta en la noche supervisando el éxito de las tareas, pero no son suyas, sino las de alguien más. También se le puede encontrar en juntas importantes con personajes escolares importantes, pero no es precisamente de ella de quien se habla, sino de alguien más. A una mamá también se le puede ver jugando juegos muy divertidos, que a veces no son los que le gustan propiamente, sino que le gustan a alguien más. También se le pilla llorando preocupada, pero no por ella misma, sino por alguien más. Y cuando se ríe a carcajadas, no es por un chiste que se haya inventado ella, sino porque es la invención de alguien más.

Ese alguien más, es su hijo o su hija. Sea uno o sean cinco. Todo eso que hacen como mamás, es por esos "alguien más".

Ser mamá es una labor altruista de entrega, donde el ser más importante, es aquel, para quien ella es también lo más importante. Y aún así es una reciprocidad jamás igual, porque por mucho que un hijo pueda amar a su mamá, el amor de mamá siempre parece ganar. Y aunque no es cosa de averiguar quién ama más, cuentan que es así, porque el amor de mamá es totalmente incondicional. Y lo sabes cuando te percatas de que nunca terminas de agradecerle a una mamá lo que ella ha hecho y hace por ti.

A esas mujeres que viven para darse a "alguien más" y se ganan a diario el título de "Mamás"...

¡ MUCHAS FELICIDADES EN SU DÍA !



viernes, 8 de mayo de 2015

Misión: no enamorarme (10o. Parte)


Viernes de Relatos

Bastó que bajara la guardia para pedirle una disculpa que aceptó sin titubear. Y así reanudamos nuestras salidas. Reconozco que las primeras fueron un tanto forzadas. Las ganas estaban inspiradas en la premisa de hacer las cosas distintas. Así que desde hace un par de semanas, las tardes de los viernes se las decido a Eduardo.

Lo tímido no se le ha quitado. Su sentido del humor no ha mejorado. Sus modales permanecen perfectos y su tema de conversación: cautivador. Tal vez en ello radique que acepte estar con él por las tardes. Siempre hay algo de qué conversar. Sus ideas, como alguna vez escuché en el pasillo de la oficina, realmente son interesantes. Sabe qué decir y cómo decirlo. Además, cuando plantea un argumento lo entreteje exquisitamente con ejemplos y anécdotas entretenidas e interesantes. A veces le interrumpo para saber más sobre una interrogante que he atrapado en el aire. Su mirada se clava en mí maravillado y se le iluminan los ojos al descubrirse escuchado.

Eduardo brilla cuando conversa. Su rostro se torna atractivo y la forma en que sus labios danzan al son de sus palabras me roba la respiración. Realmente me fascina todo de lo que habla. Como sabe adueñarse del tono serio de la plática, yo soy la que pilla al chascarrillo escurridizo que reluce para bromear. Le divierte y se ríe conmigo. Retoma su tono de sabio y vuelvo a callar embelesada. Mis deseos de escucharle más, le imprimen confianza y seguridad.

Así que no salimos a bailar, ni salimos al cine. Un café sobre la mesa nos basta para entretenernos. ¿Los temas que nos mantienen ahí? Lo que sea. Todo nos sirve de pretexto para mantener animado el ir y venir de palabras.

¡Qué increíble! Otra vez es viernes y no puedo esperar a salir con él. Me atrapo in fraganti en el baño de la oficina. Me estoy mirando en el espejo atenta a los detalles de mi maquillaje y mi peinado. Retoco aquí y aplaco un cabello por allá. Me sonrío para asegurarme que poseo la actitud y la imagen correcta para captar la atención de Eduardo. Suspiro casi imperceptiblemente, pero no me logro engañar. Me subo al elevador, hemos quedado de encontrarnos a la salida del edificio. Iremos a pie a un café que queda a dos cuadras y tenemos ánimo de recorrer las calles a pie.

Las puertas del elevador se abren. Lo alcanzo a percibir a lo lejos. Está de pie, con una mano escondida en el bolsillo del pantalón y la otra acariciando su barbilla. Se pasea dando un paso a la derecha y otro a la izquierda. Luce tan bien con saco. El suspiro se repite y esta vez no me hago de la vista gorda. Mi corazón se acelera conforme me acerco a él. Me emociona, me pone nerviosa, me arranca una sonrisa tremendamente enorme. Él me siente llegar y alza la mirada para secuestrarme con esos ojos tímidos y serios. La sangre ruboriza mis mejillas. Estoy sonrojada.

¡¡¿Qué rayos me sucede?!! No puedo estar... ¡Tendría que abortar la misión!

Me toma de la mano para echar a andar por la calle. Siento electricidad recorrer mi cuerpo. Reconozco los síntomas.

Estoy enamorada.


**No te pierdas la continuación en el próximo ¡¡VIERNES DE RELATOS!!



domingo, 3 de mayo de 2015

En el baño...


En el baño, llega la inspiración. No sé por qué, pero ocurre. El momento del baño tiende a ser un encuentro contigo mismo. El correr del agua en la regadera, el champú expandiéndose, tus pensamientos y tú. Es un momento para dedicarte a ti mismo.

Si lo dejas florecer, el diálogo interno ocurre fácilmente.

En esa charla contigo mismo, sucede la magia. Puedes hablar de todo y de nada. De las reflexiones más profundas hasta de las más bobas. Puedes cantarte una canción, puedes recordar o planear tu día. Puede pasar lo inimaginable a solas contigo.

Y lo que es genial: ¡ocurre que te cae el veinte! si tenías algún problema sin resolver, en ese momento se ve más claro y es posible resolverlo. Si tenías un proyecto en mente, en ese momento tiene pies y cabeza, si te sentías un poco cabizbajo, en ese momento se te renueva la energía.

El baño parece tener poderes.

El baño parece conocerte personalmente... y cómo no. ¡Toda la circunstancia en sí es personal!

Genial lo que puede pasar cuando estás contigo. Con tu "yo" amistoso.

La invitación de la semana: charla a gusto contigo, sea en el baño, sea fuera de éste. Charla contigo. ¿Hace cuánto no te sientas a platicar contigo? Pero no a reprocharte. ¡Vamos! Platicarte y escucharte sin juzgarte.

El baño es un buen sitio. Me parece que la limpieza no es sólo por fuera, sino también por dentro, si limpias lo que se ve y lo que no se ve... - jeje.

Buen inicio de semana!!!


viernes, 1 de mayo de 2015

Misión: no enamorarme (9o. parte)


Viernes de Relatos

Aunque los rumores aún hostigan la hora de comida, han ido disminuyendo de a poco. Gerardo insistió toda la semana apareciéndose en mi oficina, pero siempre le he pedido que se marche inventándome conferencias telefónicas o alguna reunión a punto de celebrarse cuando se aparecía. Así lo mantuve a raya y él, creo que empieza a percatarse de que lo hago a propósito.

Ahora me doy cuenta de que la recepcionista no me trata con la misma actitud servicial con la que se conduce con otros. Supongo que ella también ha escuchado los rumores y no sabe si creerlos o no. No se atreve a preguntarme nada por lo que no tiene más remedio que expresar sus inquietudes con suma indiferencia cuando le pido apoyo con la copiadora o alguna tontería del directorio.

Más allá de lo que pudo haber hecho Gerardo, lo que más me lastima es no haberme apegado a mi misión. Era perfecta, totalmente infalible. ¿Qué me ocurrió? ¿Por qué no me hice caso a mí misma? Empecé a enamorarme y seguí cual ciego caminando hacia el precipicio. Como si no lo viera venir y sabiendo lo que podía suceder.

Tengo que reagrupar a mis soldados, prepararme para la siguiente batalla. Esta vez voy a ser fiel a mi misión. Mi estrategia tengo que retomarla. No van a volver a romper mi corazón jamás.

Por lo pronto, este viernes estaré en casa otra vez. Recomponiendo mis sueños, reconstruyendo mi ilusión. Apago la computadora y me hago de un plan. Helado y películas, el mejor remedio para remendarme. Aún lloraré un poco, no voy a mentir. Ver a Gerardo todos los días es un incesante recordatorio de lo tonta que fui. Sería tan fácil si pudiera desaparecerlo... entonces sólo tendría que lidiar con la recepcionista y su desagrado. Vaya, qué lío...

El elevador me abraza con sus puertas y me libera de ese pesado ambiente de la oficina. Al fin siento que puedo respirar. Eduardo está ahí otra vez, esperando su coche. Es curioso que otra vez salga temprano. Tal vez haya encontrado las bondades de la vida fuera de la oficina. Me detengo junto a él para esperar el mío. Me nota llegar y me mira sonriente. Lo miro de regreso con una sonrisa tremendamente actuada. El disfraz de alegre e imperturbable me lo había arrancado varios pasos atrás.

- Hace mucho no sé de ti. - comentó - ¿Cómo estás?

Ansiosa por decirle la verdad, quise contarle todo, pero callé. No tenía derecho a llorar con él después de haberle desplazado del modo en que lo hice.

- Bien...

¿Tenía derecho a saber de él?

- Te creeré - dijo en tono desconfiado - ... pero espero que sepas que si necesitas hablar, aquí estoy.

Trajeron su coche y se subió en él. Lo vi alejarse a lo lejos en la calle. Nostálgica, recordé las pocas conversaciones que mantuvimos y la película de cómo nos fuimos conociendo y cómo Gerardo se atravesó en el medio, empezó a rodar en mi cabeza.

¿Y si lo vuelvo a buscar?

Con esa pregunta me marché a casa. Tal vez la vida no sea tan estricta y me presente una segunda oportunidad. Si algo sé con certeza, es que de Eduardo no estaba enamorada. No tendría por qué salirme mal.



**No te pierdas la continuación la próxima semana en: ¡¡¡Viernes de Relatos!!!