Viernes de Relatos
Salí con él al cine. Compré las entradas y me inventé uno de esos simples pretextos que nadie te cree. Le conté que mi amiga me canceló la invitación a ver la película que moría por ver. Con el fin de no desperdiciar el boleto, le pedí que me acompañara.
¡Aceptó!
Con los boletos en la mano entramos a la sala, buscamos nuestros asientos y nos sentamos. Mientras iniciaba la película platicamos de todo y de nada. Las trivialidades congelaron el tiempo y dejó de importarnos lo que ocurría ahí. Las luces se apagaron, nos hundimos en el silencio de los demás asistentes y bajamos la voz para no cortar nuestra charla. Mi mano en el descansabrazos la rozó con la suya. Una emoción recorrió mi cuerpo entero y solté una risa nerviosa casi imperceptible. La pantalla nos iluminó a media luz reclamándonos que la dejáramos olvidada.
Al finalizar, la gente se apresuraba a salir, pero nosotros nos congelamos en el tiempo. Tuvimos que marcharnos porque alguien se acercó a pedírnoslo. Bajamos por las escaleras de la sala y nos hicimos de un plan improvisado para continuar nuestra plática. La noche nos llevó a caminar por la oscuridad. Viviendo cerca del cine; la invitación que nos hizo la cálida noche para gozarla la aceptamos.
Andando por la banqueta, su mano y la mía se volvieron a encontrar. No la quise soltar y él tampoco. Llegamos a la puerta de mi casa y casi como un cliché de la película que no vimos, su cuerpo quedó muy cerquita del mío y su cara se inclinó sobre la mía. A punto de besarlo, el pasado se hizo presente y sentí recobrar lo que había perdido hacía tiempo.
- ¿¿¿Lo besaste??? - preguntó mi otra amiga escandalizada.
- ¿Por qué me lo preguntas con ese tono? No pareces estar contenta por mí.
Aspirando paciente, se preparó para dedicarme el discurso más hiriente.
- Eres como tu ex. Idéntica a él. - la miré desconcertada y un tanto enojada - Antonio tiene novia, no se te olvide. Y tú: eres la otra. Eres la mujer con la que está engañando a su novia.
Mi amiga que defendía la idea de que cualquier salida con alguien que poseyera la más mínima intención de deseo clasificaba como infidelidad, había hablado.
¿Qué me está pasando? Infiel, ¿yo?
Una mueca de desilusión se dibujó en mis labios y mi mirada se entristeció profundamente.
**No te pierdas la continuación en el próximo "Viernes de Relatos"
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