Viernes de Relatos
Es de noche. El fresco de la hora me refresca las ideas. Estoy sentada en la terraza de mi departamento. La ciudad vista a la distancia luce hermosa. Es fácil olvidar que de día el tráfico y el ajetreo la hacen parecer tediosa. Ahora, con el cielo negro vaciando el ruido del eco del día, en el silencio de la oscuridad me escucho mejor; mientras sujeto un libro en mi regazo.
Suspiro.
Recordar a Antonio me hace suspirar. Su rostro, su cabello, su sonrisa, su forma de hablar, su personalidad... todos sus detalles se configuran en una obra fascinante. Pienso en él y recapitulo el pasado. Recuerdos tengo muchos. Aunque el tiempo haya empolvado unos cuantos, basta con que me esmere en sacudirles y limpiarles para tenerlos presentes. Momentos que verdaderamente se adueñaron de mi corazón.
El presente es muy ingrato. Me devuelve a Antonio transformado. Aún le reconozco en su esencia, pero ha escrito una historia que sólo puedo leer de lejos, porque no soy parte de ella. Tiene una novia a la que ama y ha pedido matrimonio. Vaya... la usual inconformidad de una de las partes lo trajo hasta aquí, conmigo. La duda de equivocarse, la incertidumbre del futuro, la conciencia del impacto de una decisión y la añoranza de no perder lo que dejó atrás. Tantas preguntas se le presentan y yo soy una de ellas.
Yo también tengo mi historia. Después de todo, él no ha sido el único que se ha encomendado vivir sus sueños. Los míos, aunque más pequeños, se han cumplido. No he tenido tanta suerte en el amor como él. Cuento el relato de un corazón maltratado, que por esforzarse demasiado se ha tropezado un par de veces. En esas levantadas, le han vuelto a tirar. Él me engañó. Y ahora, con el regreso de Antonio, parece que yo también soy capaz de engañar... Malditas ansias desesperadas de que me sonría la suerte de una vez por todas.
Suspiro.
**No te pierdas la continuación en el próximo "Viernes de Relatos"!!!!
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