Frases

Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.


domingo, 14 de diciembre de 2014

Confianza


Confiar es difícil. Cuando hemos de hacerlo en algo que no vemos, que está fuera de nuestro alcance, nos resulta difícil. Es difícil confiar en que las cosas pasan por algo, en que la gente se va por algo, en que la gente regresa por algo, en que fracasamos por algo, en que tenemos éxito por algo, en que nos tiran por algo, en que nos dejan por algo...

Y cuando se trata de confiar lo que traemos dentro a alguien, lo hacemos con más facilidad. Depositar en alguien algo muy nuestro, podemos hacerlo con recelo, pero finalmente lo hacemos con alguien. Elegimos a ese alguien y confiamos en él o ella.

Por alguna razón, algo en nosotros mismos nos conduce a confiar en las personas. Las personas que en ese momento e instante de tu vida son importantes. Las conoces bien, al menos eso crees. O las conoces lo suficiente como para atreverte a confiar. Algo te inspira a confiar en la persona y le entregas algo de ti... una amistad, un secreto, un problema, una necesidad... algo. Eso que en ese instante puede más que tú y requieres llevarlo acompañado y no solo. Eso que necesitas que se cargue entre dos, porque tú solito no crees poder.

Así te despojas de una carga. Se aminora, se siente mejor. Pasan los días y con suerte se resuelve aquello que una vez te incomodó, o incluso te emocionó demasiado. Pasan los años y tal vez ni recuerdes que ocurrió. La vida está hecha de instantes, y así como llegan se van. Luego ocurre que alguien te traiciona. No alguien lejano, sino alguien cercano. Esa traición que más duele. Porque no es lo mismo que te traicione un extraño... no tiene muchas oportunidades de traicionarte porque no le has confiado lo que más atesoras. A un extraño no le confías lo que más resguardas. Las traiciones más duras ocurren de la gente más allegada. Por eso duelen más... por eso surten su efecto y se regocija el otro tan fácilmente. Traicionar a un amigo es lo más cobarde que hay, pues no te requiere esfuerzo. Te dieron con qué.... te lo soltaron a ciegas... te regalaron el arma para apuñalarle. ¡Qué regalo!

Por eso confiar en las personas puede ser engañoso. Porque finalmente, son personas. Y pese a que parecieran darte las certezas que el futuro incierto no te da, al contrario, son las que pueden cambiar su designio en un tris tras. Como veletas, van por donde quieren y se les antoja; mientras que el futuro que no se ve, obedece a un plan mayor que procura tu bien genuinamente. Y en ese, es en el que menos dan ganas de confiar porque se no se ve rápido y no nos contesta pronto.

Confiar en la gente es un volado, tirar una moneda al aire y ver en qué cae. Confiar en lo que vendrá y la vida te traerá podría serlo también, pero... de algún modo, es una confianza más amable, más leal.

La palabra confiar tal vez por eso nos cueste tanto trabajo. Porque hemos olvidado cómo confiar cuando nos traicionamos y fallamos como humanos que somos. A veces me da por pensar que la confianza en realidad no es para debérnosla entre nosotros, sino para otorgársela a alguien más... a algo más.... a eso que nos habla al corazón y sólo nos pide confiar, aunque nosotros no confiemos en ello.

Confianza... una palabra que puesta en su sitio correcto te hace vivir más ligero y feliz.



No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por dejar tu comentario! Te leeré así como tú me lees