Frases

Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.


viernes, 5 de diciembre de 2014

Que será (2o. Parte)


Viernes de Relatos

París luce hermoso por las noches. La Torre Eiffel se ilumina con su vestido de luces y coquetea con los que paseamos cerca del Río Sena para verle reflejada sobre el agua. El aire fresco sopla sobre la piel, pero sin calar. Con precisa atención puede percibirse el bullicio de la gente que recorrió las calles a pie durante el día y poco a poco va apagándose conforme la oscuridad reina en el despoblado.

He dejado a mis compañeros de viaje marcharse a un antro sin mí. Me lo han reclamado, dijeron que este viaje no era para hacerse en solitario, que bastante tenían con lidiar con las miradas perdidas de nuestras amigas al estar pegadas a sus novios. No se diga de su inconformidad por tener que soportarles en sus melosos momentos que teníamos que atestiguar.

Aún así me he marchado sola. Por un rato sólo somos la Torre Eiffel y yo. Me atrae su color, su contorno y la curiosa forma en que se antepone al paisaje, en un relieve que me parece puedo tocar con mi mano aunque esté al otro lado del Río Sena. Son escasas las personas que me acompañan a presenciar el espectáculo. Busco un sitio donde sentarme y continuar embelesada.

Esta noche huele a romance, aunque no haya nadie junto a mi abrazándome. Todo París huele a lo mismo. ¿Será mi afinado sentido olfativo o será la culpa de la mercadotecnia? Ignoro a quién culpar por haber despertado mi deseo. Mi corazón palpita emocionado sólo con la idea, y el calendario me acecha aproximándose lentamente al día de nuestro regreso.

Me quedo mirando extasiada el agua del río. Pasearemos por sus aguas en la mañana del siguiente día. Mientras, descubro que alguien pasa por mi lado, sin detenerse y con prisa aparente por llegar a su destino. Este transeúnte desentona con la tranquilidad que me conmueve. Le miro, es inevitable no posar mis ojos en el intruso. Reconozco algo familiar en él. Sus ojos... su cabello... ¡El chico del aeropuerto! ¿Será posible tanta coincidencia?

Me levanto tontamente al instante en que considero la posibilidad de gritarle para saludar. Me frena inmediatamente el "qué dirán". Me anima la locura de enamorarme en París. Vuelvo a sentarme cuando su veloz andar lo aleja de mí lo suficiente para considerarme ridícula por arrojarle el grito desesperado de una extraña.

¿Qué ocurrió son eso de fluir y estar atenta a las señales? Me considero un fracaso absoluto. La noche de repente ya no es hermosa y se muestra hostil. Una noche en soledad con demasiado silencio y aburrimiento en todas partes. Decido regresar a la casa donde nos estamos quedando. Ninguno de ellos habrá vuelto tan temprano. La noche es joven para alguien que se ha ido a bailar y a beber. La noche es vieja para alguien que se ha quedado sin un plan y con una frustración opacando su ánimo.

El viaje apenas ha iniciado... quiero contentarme.

Mañana quién sabe qué pasará.



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