Frases
Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.
viernes, 12 de diciembre de 2014
Que será (3o. Parte)
Viernes de Relatos
- Muchos museos y nada de antros. ¡Tienes que vivir la experiencia completa en París! - exclamó mi querido amigo.
Lo cierto es que todos los días había evitado pararme en un sitio así. Terminaba cansada de tanto andar a pie y sólo pretendía dormir a la primera oportunidad para reponerme y estar lista para seguir visitando más increíbles lugares a la mañana siguiente. Sin embargo, esta vez parecía que no me dejarían escapar.
Así que me vestí para salir a bailar.
No tuvimos que esperar mucho para entrar. Básicamente mis amigos pagaron lo que se debía y entramos sin mayor conflicto a un lugar arrinconado y perdido a un costado de los Campos Eliseos. Una especie de sótano decorado sin mucho esfuerzo y aparentemente algo improvisado. La pista al centro y unos sillones acomodados alrededor con algunas mesitas redondas puestas cerca de ellos. Aunque sólo poseía esa gracia, la gente parecía pasársela fenomenal sin molestarse por ello.
Me acomodé en un sillón y me desparramé perdiendo por completo el estilo. La música estruendosa me arrebataba mis pensamientos y me perdía en su ritmo constante y golpeado. Los novios de mis amigas no perdieron el tiempo y ya tenían servidas sus bebidas sobre la mesa. Mis amigos me alcanzaron en la mesa con una cerveza cada uno en su mano. Yo, que sólo iba por no dejar, no quise beber nada, ni hablar de nada... sólo me animé a bailar.
Ahí estaba yo, bailando sola. Porque mi par de amigos permanecían empedernidos en su cacería. Mis amigas bailaban con sus parejas muy juntos y no se percataban de nada más. Así que sin mucho más que hacer por mi parte, me dejé envolver por las notas de una canción de la que no entendía la letra. Estuve así buen rato, hasta que de pronto, observé a lo lejos un espécimen que me pareció conocido. ¿Será...?
Lo miré mejor y mi corazón se emocionó. Era él. ¡Qué guapo se veía! Llevaba un pantalón negro y una camisa blanca. Su cabello alborotado y al mismo tiempo bien peinado le hacían lucir realmente atractivo. Sus brazos parecían estar tocando las cuerdas de una guitarra eléctrica y su cuerpo en conjunto se creía de pie en un escenario frente a un millón de personas.
¿Qué voy a hacer? Lo miré extasiado por un rato. Esperé hacer contacto visual, pero no lo conseguí. Pensé en acercarme a él y atrevidamente ponerlo frente a mí para bailar juntos, pero no me pareció la mejor estrategia. Podía pasar por su lado y empujarlo como consecuencia de un tropiezo accidental. Podía usar aquel truco barato de derramar una bebida en su camisa al pasar por su lado y ofrecerme a limpiarle las manchas. Podía hacer tantas cosas y ninguna me parecía a final de cuentas la más acertada.
Continué bailando sin perderle de vista. Sin ningún amigo haciéndome mucho caso, el asunto se volvió una cosa entre él y yo. Le miraba como mis amigos hacían con una mujercita que rondaba por ahí. Yo también estaba de cacería, esperando que la presa cayera en mis redes... pero no caía por mucho que le miraba fijamente. Tenía que actuar si quería tener éxito esta vez.
Sé que pude haber hecho muchas cosas. La última de la lista por ser un fracaso, fue la que tontamente se me ocurrió implementar. Mirarlo y bailar cerca de él cual pavo real sacudiéndose la belleza para captar su atención. Nada... nunca me miró. Estuvo muy entretenido charlando con dos hombres que a su vez coqueteaban con la que servía tragos en la barra. Y yo lo veía y veía muerta de ganas de que él se acercara a bailar.
Vaya... todo empeoró cuando en una de esas fui al baño. No quería abandonarlo, pero debía hacerlo. Cuando volví dispuesta a retomar mi misión y armado de valor para dirigirle la palabra, me encontré con la sorpresa de que ya no estaba. Ni él ni sus amigos. Se habían marchado. ¿Por qué rayos fui al baño?
Ni qué hacerle... esta era la tercera vez que le veía. La tercera oportunidad malgastada. ¿Podría existir una cuarta?
Por favor.... di que sí.
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