Frases
Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.
domingo, 30 de agosto de 2015
La cruda emocional
Cruda de cigarro, cruda de alcohol... cruda emocional.
¿Te ha pasado que un día amaneces con todo el ímpetu para lograr algo y lo lograr? Sólo que omites un pequeño detalle. Eso que lograste no lo hubieras logrado en tus cinco sentidos. Y ahora que los recuperaste, experimentas la sensación de la cruda emocional.
Así como una noche de copas se torna desastrosa y excesiva, así el exceso de emoción te satura y te mueve a hacer cosas que en tus cinco sentidos no habrías hecho. ¡Vamos! Esa valentía que se engendra tras una impetuosa voluntad te hace mover montañas, cruzar mares, conquistar cimas; pero cuando ese motor se apaga no queda más que percatarte de lo que hiciste. Y a veces... esa sensación no es tan agradable. Y a veces, lo es. Pero cuando no lo es: la cruda emocional te invade invariablemente.
La cruda emocional es el resultado de la adrenalina y la locura. Sin importar el resultado alcanzado, la cruda emocional te obliga a mirar de cara las cosas, con conciencia de lo que ocurrió. Nunca te salvas de ella. Porque así como el efecto del alcohol se pasa, también el de la emoción. Todo se calma y vuelve a su ritmo habitual. En ese momento llega el ajuste de cuentas.
No es tan malo experimentar la cruda emocional. Sólo hay que saber curártela. No se trata de un buen cocktail o de beber algo en especial. Se trata de respirar y entender que todo tiene consecuencias y hay que vivir con ellas. Finalmente, tuviste la decisión de permitir que ese estado de locura se iniciara. Algo en ti lo incentivó. Así que hasta cierto punto, lo deseabas. Vaya, sólo necesitaste de ese remolino para atreverte. Así que la cruda emocional es un momento de verdad en el que decides aceptar los hechos o correr. La más conveniente y que requiere que seas más valiente es la primera.
Valor, responsabilidad, aceptación y honestidad son ingredientes básicos para quitarse la cruda emocional. Y bueno, si al sopesar los hechos resulta el arrepentimiento. Tómalo como lección para tu vida y sigue andando. Después de todo, es una gran forma de aprender.
La invitación de la semana: ¿cruda emocional? Respira y sigue andando. Hazte de tus propias lecciones y síguelas.
¡¡¡Que tengas un lindo inicio de semana!!!
viernes, 28 de agosto de 2015
Fíjate en mí (9o. Parte) FINAL
Viernes de Relatos
Me contó la verdad.
Yo se la conté a Marisol.
Marisol se la contó a unos cuantos en el pasillo.
Sus amigos y otros no tan amigos asistieron a la fiesta de despedida que le organizaron los de su equipo. Resulta que se cambiaba de escuela porque sus papás se mudaban a provincia. Ni siquiera terminaría el ciclo escolar con nosotros. El trabajo de su papá era el motivo y por lo visto, no había otra forma de solucionarlo. Lo analizaron mucho, me confesó, pero no hubo otra manera de hacerlo.
Por eso no quería tener una relación con nadie. Porque sabía que tendría fin tarde o temprano. Por eso no quería besarme al principio, por eso no quiso verme más después. El problema es que no se necesitó mucho tiempo para que nos gustáramos y por más que quiso pelear contra el sentimiento, no pudo resistirse a las ganas de besarme.
La fiesta fue divertida. Por unas horas todos olvidamos que él se marcharía y sólo importó ese preciso momento. Bailamos, comimos y reímos. Hubiera querido quedarme hasta el final, pero no me dieron permiso en casa de quedarme tan tarde. Me despedí de él con un abrazo, con varios de sus amigos haciendo de testigos. Y nada... salí de su casa así nada más y me fui.
Mi último beso fue aquel de la biblioteca. Tal vez si le hubiera robado un beso en la fiesta, pero lo cierto es que no éramos novios, sólo amigos. Y con tantas personas ami alrededor me daba mucha pena. Marisol me regañó después por eso. Me dijo que debía haberle tomado de la mano, llevado a un rincón del patio o de la casa y ahí, donde nadie nos mirara, besarlo hasta hartarme. Pero no hice nada de eso, porque yo no soy tan hábil como Marisol.
Llegó el día en que se marchaba. Lo sabía bien porque me lo dijo. Estaría camino al aeropuerto a eso de las 10 de la mañana del sábado.
Y por primera vez hice lo que nunca hice.
Tomé prestado el coche de mis padres y conduje hasta su casa. El reloj avanzaba mientras yo hacia memoria de cómo llegar a su hogar. Traté de recordar los detalles de la ruta, pero es que ese día mis papás me llevaron a la fiesta y no tuve necesidad de preocuparme por el camino, sólo tuve que preocuparme por lucir linda y sonreír. Se me ocurrió buscar la invitación, la dirección y ponerla en el celular en el mapa de navegación. ¡Listo! Ya sabía cómo llegar. Esmerada en conducir y no chocar con los nervios que me carcomían, logré llegar a su casa. Inspeccioné los rastros de evidencia que me indicaran que él no se había marchado aún. Encontré un taxi esperando cargado de maletas. ¡Debía estar ahí!
Estacioné tan rápido como pude y corrí hasta la puerta. Su mamá iba saliendo de su casa y me miró con extrañeza. Atrás de ella le seguía su padre, quien me miró aún más inquieto cuando traté de explicarme. Jadeaba demasiado, por eso no me entendían. En eso, salió él, cargando la última maleta del viaje. Sus papás le miraron y entendieron que el asunto no era con ellos, así que avanzaron hasta el taxi y me dejaron a solas con su hijo. Bueno, no tan a solas, porque sólo se recorrieron unos pasos y nos miraron de cerca dizque haciéndose los disimulados.
- No podía dejarte ir así. Lo siento. No así. - y una lágrima se me escapó.
- Yo tampoco quería dejarte así, pero tampoco quería despedirme. Es muy duro para mí.
Nos abrazamos muy fuerte y acarició mi cabello. Nos miramos a los ojos y luego él miró a sus papás. Esta vez no me importó tener testigos... lo besé. Le dejé un profundo beso en los labios que él me correspondió. Volvimos a mirarnos y nos abrazamos por última vez.
De regreso a casa me sonreí con ternura. Tuve mi último beso y me sentí querida por él. No resultó ser el patán que todo sugería que fuera. En realidad era un buen chico, no me equivoqué. Y nuestra historia, aunque muy breve, duró para siempre.
FIN
**No te pierdas el próximo viernes una nueva historia en los "Viernes de Relatos"!!!!
domingo, 23 de agosto de 2015
Eso de estar "solito"
Me encantan las personas que se toman con filosofía eso de estar solitos. Y no me refiero a las que orgullosamente llevan el emblema de solteros en la vida. Me refiero a esas personas que realizan algunas actividades solas, por azares de la vida o porque... no queda de otra.
Por ejemplo, eso de ir a un parque de diversiones y saberte solo en la fila es interesante. La fila es larga, mucho y mientras todos los que están a tu alrededor hablan entre sí... se abrazan entre sí... echan bromas entre sí... se besan entre sí... tú, te quedas mirándoles y ya. Tal vez vas solo porque quien te acompaña se quedó en la entrada esperando por ti porque ni a patadas has logrado que se suba contigo. Tal vez estás así porque nadie quiso ir contigo ese día al parque de diversiones.Y ahí vas: solo.
Otro ejemplo, ir al cine a ver una película y estar sentado solo. Todos a tu alrededor se acompañan de alguien y aunque no hablan durante la proyección, sabes que de un modo u otro se brindan esa compañía que tú a tu lado no tienes.
Un viaje, una cena, una comida, un clase... cosas en la vida que uno hace y hace solo.
Esa clase de situaciones son las que de hacen percatarte de algo: vas solito. Y no está mal. Cuando descubres que tu interés, pasión, goce y curiosidad por hacer algo muy tuyo no se frena por la falta de compañía, te descubres poderoso y hasta cierto punto libre.
Claro que es horrible cuando en la fila de los juegos mecánicos te preguntan: "¿Sólo uno?" Pero vamos, se te pasa en el instante en que dimensionas que no estarías ahí si estuvieras esperando por esa persona que haría de tu par en el carrito de la montaña rusa.
Sería genial contar siempre con un alguien para todo tipo de aventuras, pero a veces, la vida nos presenta una opción: estar solito.
Y no tienes que hacerlas solito. Finalmente, en esa aparente soledad se abren las puertas de la oportunidad. Conoces más gente, ¡le hablas a extraños! Puedes cometer tonterías y errores y nadie se enterará. Entre el anonimato y los demás, puede pasar de todo y no pasar nada al final.
Estar solito es divertido y entretenido si tú eres el primero en verlo con buena cara. ¡Vamos, que se trata de no perderte lo que quieres hacer o tienes que hacer! Es un avance en la frase "que nada te detenga"... dicha con un "que tú, solito, no te detengas".
La invitación de la semana. ¿Alguna vez has estado solo donde todos conocen a alguien? ¿Alguna vez has dejado de ir a algún sitio o dejado de hacer algo porque nadie te acompaña?
Disfruta tu vivir solito algunas partes de tu vida. Sólo te enterarás de que la persona más genial del planeta es aquella con la que siempre vas a contar. Y esa persona, te lo recuerdo: eres tú.
¡¡¡Que tengas un lindo inicio de semana!!!
viernes, 21 de agosto de 2015
Fíjate en mí (8o. Parte)
Viernes de Relatos
Se rumoreó sobre él y yo. No fue gran cosa, pero al menos nuestros nombres resonaron por el pasillo en el mismo enunciado. Se corrió la voz de que estuvimos saliendo y de que hasta nos besamos.
Algunas compañeras murieron de celos, otras se intrigaron por mi existencia, pues este hombre me puso en el mapa. ¿Quién era yo que fui la única que consiguió salir con él de ese modo? Sin embargo, como todo rumor, poco a poco dejó de repetirse y se silenció ante la presencia de un nuevo rumor.
Para mí era como si hubiera sido ayer. Ya pasaban dos semanas desde aquel beso. Aún podía sentirlo en mis labios. Era horrible estar enamorada y desilusionada al mismo tiempo. Una ambigüedad de sentimientos a la que sólo mi sensata razón podía darle claridad. Era simple: el tipo me botó.
Marisol seguía sin encontrar una explicación coherente para mi drama. Yo tampoco la encontraba. ¿Para qué habría alguien de besar a otro alguien si no está buscando estar con esa persona? Las posibilidades de ser sólo una más en una lista de besos regalados al aire me molestaba. ¿Era él ese tipo de hombre? Me negaba a creerlo, no podía ser un patán, aunque todo señalaba que eso era.
Ese viernes, con la intención de evitar cualquier encuentro fortuito en el camino que recorre desde los salones a las canchas, fui a la biblioteca para variar. Lejos de la cafetería y todo lo demás. Quería estar sola, ni siquiera Marisol sabía mi paradero.
El silencio que ahí reinó pareció hueco y hundido en soledad. Mis pasos retumbaban por todo el espacio, anunciando mi presencia al vacío, al que en nada estaba interesado en mí. Avancé hasta aquel anaquel que me recordó el inicio de mi loco plan. El libro grueso cuyas páginas jamás pude terminar. Se me antojó intentarlo esta vez. Lo busqué con la mirada y mi dedo índice recorrió el lomo de cada ejemplar puesto ahí. Fui leyendo los títulos acomodados inclinando mi cabeza para leerles mejor y entonces lo encontré. Lo encontré a él.
- ¿Vas a leerlo otra vez? - me preguntó.
Un escalofrío se apoderó de mí. A punto de actuar torpemente, el coraje del recién abandono me inspiró una mejor reacción. Una segura y descarada; después de todo, el maleante que rompió mi corazón volvía a continuar a la escena del crimen.
- ¿Te molesta? - lo tomé del canto y lo sujeté contra mi pecho dispuesta a librar una batalla por su poder.
- Si lo quieres leer, léelo. Adelante.
No lo solté y me di la vuelta. Nada más tenía que hacer ahí. Temblando y con las lágrimas contenidas en mis ojos emprendí mi retirada. Apunto estuve de salir de la biblioteca cuando su mano me sujetó del hombro y me hizo dar la vuelta. Sorpresivamente colocó sus labios en los míos y me besó sin mi permiso. El libro lo solté y cayó al suelo. El golpe me hizo reaccionar, abrí los ojos y lo alejé de mí empujando su pecho hacia atrás. Lo miré con rabia y me solté a llorar.
Él me miró compasivamente y luego agachó la cabeza. Yo quise gritar un reclamo que defendiera mi honor, pero el coraje me privó de palabras. Sólo podía divinarse mi dolor a través de mis ojos, los cuales él evitaba a como dé lugar.
Me calmé poco a poco. Respiré y recogí el libro del suelo, ese que otra vez era motivo de juntarnos. Él debió considerar prudente hablar hasta que yo pudiese respirar tranquila, porque sólo cuando me aferré al libro para contenerme, se atrevió a hablar. Lo que dijo me inspiró curiosidad. Aclamé porque sus palabras me demostraran que sí podía sentir cariño sincero por mí. Aclamé por una razón justa y válida para no caerme frente a él.
- Yo... no debí besarte. Ni debí salir contigo la primera vez. No debí buscarte, ni debí hacer que te ilusionaras conmigo.
- Pero lo hiciste, todo eso lo hiciste. ¿Por qué?
- Creo que mereces saber la verdad.
**No te pierdas la continuación en el próximo ¡¡¡Viernes de Relatos!!!
domingo, 16 de agosto de 2015
Relevos Emocionales
Sin duda, hay momentos en la vida que nos hacen sentir intensamente. Algo nos sucede que nos tumba con la emoción que nos provoca. Y ahí está esa horrible sensación de tristeza, angustia, ansiedad... o esas sensaciones menos terroríficas como alegría, placer y entusiasmo. Aún cuando el instante que las causa se termina, siguen ahí haciendo eco en nuestras vidas.
Lo interesante es que no duran para siempre. Puede ser que el tiempo sea el que las diluya hasta que dejamos de ser dueños de las mismas o... llegue un Relevo Emocional.
Los relevos emocionales son producto de la vida misma, pues sigue su curso y nos presenta más circunstancias que nos provocarán otras emociones. Por eso es que experimentamos eso de: ya estaba bien cuando de repente... ¡Eso es un relevo emocional! Una cosa le pasa la estafeta a la otra. Una emoción le pasa la estafeta a otra.
Por un lado, lo conveniente de los relevos es que aseguran que los momentos "feos" se irán, pero su inconveniente es que los momentos "lindos" también.
Supongamos entonces que habrá un ir y venir de todo tipo de situaciones. Desde las que nos harán llorar, hasta las que nos harán sonreír. Por mucho que querramos aferrarnos a uno; la carrera implica una estafeta que pasar. Por eso, como hemos dicho antes, la respuesta sigue siendo respirar las emociones y dejarlas ir. Que la velocidad a la que pueda correr la vida no nos quite la paz con ese remolino emocional, que además, nos llevará a sentir de todo.
La invitación de la semana es respirar como en una carrera física. Pasar la estafeta sin agotarnos emocionalmente y no dejar de disfrutar de cada paso y el paisaje.
¡¡Que tengan una linda semana!!
viernes, 14 de agosto de 2015
Fíjate en mí (7o. Parte)
Viernes de Relatos
Todo sucedió muy rápido. Si tuviera que indicar dónde se tergiversó el plan no podría hacerlo. Marisol trató de resolver el misterio. Finalmente, ella era la experta en todo esto y ni así logró comprender lo que había ocurrido.
El sábado debió suponer un gran día. Todo fluyó increíblemente. Salimos a comer mis amados tacos.
- ¡Otra vez los tacos!
- Calma Marisol, preví llevar pasta de dientes y cepillo en mi bolsa.
Charlamos, reíamos, bromemos y hasta en un punto de la paleta de limón que fuimos a comprar la tiendita, nos asinceramos con algún miedo o preocupación que teníamos. Y para terminar el día, fuimos a andar en bicicleta y más tarde logramos colarnos en algún lugar para bailar.
Llegamos al portal de mi casa. Esperé que la historia se repitiera. Mismos nervios, misma decepción de verlo irse sin haberle robado un beso. Y... fue distinto. Me tomó la mano y cruzó esa distancia entre nosotros. Me besó.
Los siguientes días supusieron una incertidumbre terrible. Miré mi celular con tanta insistencia esperando a que sonara, que para calmar mi ansiedad tuve que esconderlo en mi armario. Por ello no me enteré que Marisol trató de localizarme durante todo el domingo para enterarse de mi cita.
Lunes, martes, miércoles, jueves y viernes sin noticias de él.
Marisol lo pensó y pensó. ¿Qué pudo haber pasado? ¿Qué hice mal? Mis ánimos los arrastraba por el suelo. Sin ninguna señal de que podría verlo. Tal vez yo podía buscarlo. Le escribí un mensaje y esperamos a que contestara.
Diez minutos transcurrieron...
"Perdón, no puedo verte hoy. No quiero estar con nadie ahora. Me equivoqué"
¿Es real? No pude evitar llorar. Marisol tampoco comprendió el mensaje. ¿A qué vino todo esto?
Marisol me abrazó. Y yo, me desparramé en sus brazos. Tanto lío para esto.
- Lo voy a averiguar. No te preocupes - sentenció.
**No te pierdas la continuación en el próximo ¡¡Viernes de Relatos!!
domingo, 9 de agosto de 2015
Pruebas o señales
Tienes una misión. Te la has puesto tú. No tienes mapa, no tienes instrucciones, no tienes itinerario. No tienes nada. Sólo sabes qué quieres hacer y te decides a hacerlo. No conoces los peligros, no conoces el impacto, no tienes idea de qué tan buena o mala es tu decisión, sólo sabes que en el fondo de tus entrañas algo arde lo suficiente como para lanzarte a hacerlo.
Nada está puesto para que consigas tu cometido. Requiere de tu esfuerzo. Tendrás que ir arreglando todo conforme vayas sucediendo. La adrenalina y la emoción están de tu lado. Te bastan para arrancarte.
En el camino, sucede de todo: eventualidades, problemas, imprevistos... de todo. El tiempo que estimabas que algo tardaría fue más del esperado. Lo que esperabas conseguir en un sitio estaba agotado ahí y no lo tenían en existencias. Eso que necesitas imprimir no puedes imprimirlo porque la tecnología te falla. La calle que quieres atravesar está llena de coches y no puedes hacerlo. La cita que esperabas que empezara a una hora, empieza más tarde de lo previsto. La persona que iba a apoyarte con algo crucial te falla. ¡Y todo esto tienes que resolverlo! Y no es fácil...
Sucede que son tantas las cosas que te pueden ocurrir, que cuando ocurren te obligan a hacer una pausa al frenesí de tu misión. Te detienes y te percatas de lo que estás haciendo. Respiras y el mundo se congela. ¿Realmente tu misión vale tanto esfuerzo? ¿Será que todos esos contratiempos son pruebas que sólo aquellos que lo desean con toda el alma superan? ¿Pruebas para demostrar que eres digno de ello? ¿O serán señales que te susurran sutilmente un "desiste, no es por ahí"?
El torrente de emociones encontradas ofuscan la misión. Demasiadas ideas, demasiadas sensaciones, el reloj sigue avanzando y tienes que elegir. Si tienes en mente tu misión sigues adelante, pero si el esfuerzo es devastador la idea se desvanece conforme tus ganas se apagan. No sabes cómo interpretar los contratiempos: serán pruebas o serán señales.
Si son señales: es mejor concluir el viaje. Si son pruebas: se agresivo y supéralas. El problema es saber qué son; y sólo puedes saberlo hasta que haya terminado todo.
Por mi parte, me gustaría saber cómo interpretar todo lo que ocurre, pero creo que decidas lo que decidas, sólo puedes reconfortante con la experiencia de que hayas emprendido el viaje. Lo memorable no es el resultado si no lo que recorriste. Esos recuerdos, esos instantes, lo inverosímil de los contratiempos y cómo los afrontaste.
Todo un viaje para recordar, no tanto el destino.
La invitación para la semana: encuentra una misión. Tú sabes cuál. Y desvívete por ella. Pase lo que pase al final, al menos tendrás la dicha de haberla tenido.
¡¡Que tengas un lindo inicio de semana!!
viernes, 7 de agosto de 2015
Fíjate en mí (6o. Parte)
Viernes de Relatos
- Cuéntamelo todo.
El entrenamiento terminó y salimos al cine. Le pareció una gran idea ir y yo encantada acepté. El cine en sí representó toda una situación. Oscuridad, anonimato, silencio... Mi mano la tenía colocada sobre el descansa brazos como piedra. Quieta muy quieta y totalmente rígida. Qué tal que la quería acariciar, lo cual sí ocurrió después. Su mano estaba sobre la mía y la mía permaneció todavía más quieta que antes. Y para colmo, toda yo me sentía igual. El hombre tuvo una segunda cita con una estatua.
Las luces se encendieron, los créditos aparecieron en la pantalla y la gente comenzó a levantarse. Quitó su mano de la mía y lo miré a los ojos. Él me miró de vuelta y por un segundo creí que ese sería el momento en que ocurriría, pero no pasó nada. Por más gestos que hice, por mucho que levanté los labios y le clavé mi mirada poderosa seductora, no pasó.
Salimos del cine y justo en el pasillo de la salida de la sala, donde todos se atropellan por salir rápido mientras que unos tiran su basura entorpeciendo el tráfico, él buscó mi mano con la suya y así, tomados de la mano, salimos caminando del cine.
No le conté a Marisol el dramático momento en que mi mano sudó como llave de agua de baño. Empapada, él tuvo que soltarme para pasarse la mano por su pantalón para limpiarla un poco. Casi me tiré al piso para azotarme y pedir que él lo olvidara... sí, me sentí terrible, pero vamos... no dijo nada más y siguió el camino como si nada hubiera ocurrido. Así que respiré y me calmé un poco.
Otra vez me llevó a casa. Y el portón la hizo de testigo. Estuvimos ahí un par de minutos observándonos en silencio. Pensé si sería acertado insinuarle algo. Lo que fuera para que entendiera mis ganas de besarlo, pero no pude. La verdad es que no se me ocurrió nada. El único intento que se me ocurrió fue: ¡besarlo yo! Saqué la valentía de algún lugar recóndito de mi ser, respiré muy hondo y me le acerqué mucho, mucho. Tenía su boca a distancias inexistentes de la mía, pero él se retiró echándose para atrás con un ágil paso. Lo miré avergonzada y bajé la cabeza. Era obvio que no quería besarme de regreso. Él se llevó la mano a la nuca y se inventó un pretexto para irse corriendo. Lo miré retirarse y me quedé solita en mi portón.
- Es obvio que no le gusto - concluí.
Marisol no me concedió la razón.
- Él se la ha pasado hablando de ti toda la semana. Sólo cosas buenas. Si no le gustaras, no lo haría.
- ¿Entonces qué pasa?
- No tengo ni la más remota idea, pero lo averiguaremos. Mientras tanto ¿volverás a salir con él?
- No hemos quedado en nada...
- No lo creo. Me lo he encontrado en el pasillo hace rato y me ha pedido que te entregue esto.
Marisol me tendió un pedazo de papel doblado. Lo desdoblé y encontré escrito en él lo siguiente:
Sábado, salgamos mañana. Paso por ti a las cuatro a tu casa. Será una sorpresa.
- ¡Creo que sí volveremos a salir! - entonces recordé mi fracaso de la vez anterior - Sólo que esta vez no pienso besarlo.
**No te pierdas la continuación en el próximo ¡Viernes de Relatos!
domingo, 2 de agosto de 2015
Tú practica
Subestimamos la práctica cuando aludimos al talento. Sin embargo, me queda claro que el talento sin practica se agota; y que la practica sí hace al maestro.
Así que si quieres dominar algo, tienes que practicar. Aún cuando seas talentoso, nadie se salva de tener que practicar.
Tal vez en la practica radique el que te sepa lo que haces. La practica requiere esfuerzo, compromiso, disciplina y entrega. Es una forma de demostrar cuánto quieres algo. Tal vez por ello, sea el precio a pagar para gozar de la maestría.
Lo curioso, es que creo que tenemos esto claro cuando somos niños. Montarte en la bicicleta y aprender a usarla, requirió práctica. Aprender un deporte también. Ir mejor en la escuela, también. Vaya, como que en la aventura de conocer cosas nuevas, la práctica es algo que hacemos de forma natural para poder descubrirnos y disfrutar del mundo.
Cuando crecemos, las cosas se hacen diferentes. Tal vez porque ya nada se antoja practicable. O al menos, la cantidad de actividades que querríamos dominar se reducen. Trabajas a diario y pocas veces reflexionas en si el diario quehacer representa una práctica de algo para dominar otra cosa. Todo se vuelve tan rutinario, que no posee esa conciencia de práctica.
De adultos: ¿qué nos requiere esfuerzo y práctica?
Sólo lo que nos propongamos conscientemente y nos inspire querer hacerlo.
Y podrían ser muchas cosas, pero por alguna razón las olvidamos. Podrían ser cuestiones personales que forjen la voluntad y tal vez valores intrínsecos que nos caractericen. Tal vez alguna actividad que queramos desempolvar para darnos la oportunidad de practicarla. Tocar un instrumento, aprender un deporte, estudiar algo, son muchas las posibilidades.
Todo ese camino por recorrer en la esperanza de hacer las cosas mejor cada vez. Y en ese marco, todo cabe si queremos que así sea.
Práctica, práctica, práctica... Tú ¿practicas algo?
La invitación de la semana es elegir eso por lo que podrías apostarte todo y practicarlo. Quién sabe, tal vez descubramos lo genial que es sentir que has logrado algo que te has propuesto y por lo que has luchado.
¡¡Lindo inicio de semana!!
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