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Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.


viernes, 21 de agosto de 2015

Fíjate en mí (8o. Parte)


Viernes de Relatos

Se rumoreó sobre él y yo. No fue gran cosa, pero al menos nuestros nombres resonaron por el pasillo en el mismo enunciado. Se corrió la voz de que estuvimos saliendo y de que hasta nos besamos.

Algunas compañeras murieron de celos, otras se intrigaron por mi existencia, pues este hombre me puso en el mapa. ¿Quién era yo que fui la única que consiguió salir con él de ese modo? Sin embargo, como todo rumor, poco a poco dejó de repetirse y se silenció ante la presencia de un nuevo rumor.

Para mí era como si hubiera sido ayer. Ya pasaban dos semanas desde aquel beso. Aún podía sentirlo en mis labios. Era horrible estar enamorada y desilusionada al mismo tiempo. Una ambigüedad de sentimientos a la que sólo mi sensata razón podía darle claridad. Era simple: el tipo me botó.

Marisol seguía sin encontrar una explicación coherente para mi drama. Yo tampoco la encontraba. ¿Para qué habría alguien de besar a otro alguien si no está buscando estar con esa persona? Las posibilidades de ser sólo una más en una lista de besos regalados al aire me molestaba. ¿Era él ese tipo de hombre? Me negaba a creerlo, no podía ser un patán, aunque todo señalaba que eso era.

Ese viernes, con la intención de evitar cualquier encuentro fortuito en el camino que recorre desde los salones a las canchas, fui a la biblioteca para variar. Lejos de la cafetería y todo lo demás. Quería estar sola, ni siquiera Marisol sabía mi paradero.

El silencio que ahí reinó pareció hueco y hundido en soledad. Mis pasos retumbaban por todo el espacio, anunciando mi presencia al vacío, al que en nada estaba interesado en mí. Avancé hasta aquel anaquel que me recordó el inicio de mi loco plan. El libro grueso cuyas páginas jamás pude terminar. Se me antojó intentarlo esta vez. Lo busqué con la mirada y mi dedo índice recorrió el lomo de cada ejemplar puesto ahí. Fui leyendo los títulos acomodados inclinando mi cabeza para leerles mejor y entonces lo encontré. Lo encontré a él.

- ¿Vas a leerlo otra vez? - me preguntó.

Un escalofrío se apoderó de mí. A punto de actuar torpemente, el coraje del recién abandono me inspiró una mejor reacción. Una segura y descarada; después de todo, el maleante que rompió mi corazón volvía a continuar a la escena del crimen.

- ¿Te molesta? - lo tomé del canto y lo sujeté contra mi pecho dispuesta a librar una batalla por su poder.

- Si lo quieres leer, léelo. Adelante.

No lo solté y me di la vuelta. Nada más tenía que hacer ahí. Temblando y con las lágrimas contenidas en mis ojos emprendí mi retirada. Apunto estuve de salir de la biblioteca cuando su mano me sujetó del hombro y me hizo dar la vuelta. Sorpresivamente colocó sus labios en los míos y me besó sin mi permiso. El libro lo solté y cayó al suelo. El golpe me hizo reaccionar, abrí los ojos y lo alejé de mí empujando su pecho hacia atrás. Lo miré con rabia y me solté a llorar.

Él me miró compasivamente y luego agachó la cabeza. Yo quise gritar un reclamo que defendiera mi honor, pero el coraje me privó de palabras. Sólo podía divinarse mi dolor a través de mis ojos, los cuales él evitaba a como dé lugar.

Me calmé poco a poco. Respiré y recogí el libro del suelo, ese que otra vez era motivo de juntarnos. Él debió considerar prudente hablar hasta que yo pudiese respirar tranquila, porque sólo cuando me aferré al libro para contenerme, se atrevió a hablar. Lo que dijo me inspiró curiosidad. Aclamé porque sus palabras me demostraran que sí podía sentir cariño sincero por mí. Aclamé por una razón justa y válida para no caerme frente a él.

- Yo... no debí besarte. Ni debí salir contigo la primera vez. No debí buscarte, ni debí hacer que te ilusionaras conmigo.

- Pero lo hiciste, todo eso lo hiciste. ¿Por qué?

- Creo que mereces saber la verdad.

  

**No te pierdas la continuación en el próximo ¡¡¡Viernes de Relatos!!!


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