Frases

Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.


viernes, 7 de agosto de 2015

Fíjate en mí (6o. Parte)


Viernes de Relatos

- Cuéntamelo todo.

El entrenamiento terminó y salimos al cine. Le pareció una gran idea ir y yo encantada acepté. El cine en sí representó toda una situación. Oscuridad, anonimato, silencio... Mi mano la tenía colocada sobre el descansa brazos como piedra. Quieta muy quieta y totalmente rígida. Qué tal que la quería acariciar, lo cual sí ocurrió después. Su mano estaba sobre la mía y la mía permaneció todavía más quieta que antes. Y para colmo, toda yo me sentía igual. El hombre tuvo una segunda cita con una estatua.

Las luces se encendieron, los créditos aparecieron en la pantalla y la gente comenzó a levantarse. Quitó su mano de la mía y lo miré a los ojos. Él me miró de vuelta y por un segundo creí que ese sería el momento en que ocurriría, pero no pasó nada. Por más gestos que hice, por mucho que levanté los labios y le clavé mi mirada poderosa seductora, no pasó.

Salimos del cine y justo en el pasillo de la salida de la sala, donde todos se atropellan por salir rápido mientras que unos tiran su basura entorpeciendo el tráfico, él buscó mi mano con la suya y así, tomados de la mano, salimos caminando del cine.

No le conté a Marisol el dramático momento en que mi mano sudó como llave de agua de baño. Empapada, él tuvo que soltarme para pasarse la mano por su pantalón para limpiarla un poco. Casi me tiré al piso para azotarme y pedir que él lo olvidara... sí, me sentí terrible, pero vamos... no dijo nada más y siguió el camino como si nada hubiera ocurrido. Así que respiré y me calmé un poco.

Otra vez me llevó a casa. Y el portón la hizo de testigo. Estuvimos ahí un par de minutos observándonos en silencio. Pensé si sería acertado insinuarle algo. Lo que fuera para que entendiera mis ganas de besarlo, pero no pude. La verdad es que no se me ocurrió nada. El único intento que se me ocurrió fue: ¡besarlo yo! Saqué la valentía de algún lugar recóndito de mi ser, respiré muy hondo y me le acerqué mucho, mucho. Tenía su boca a distancias inexistentes de la mía, pero él se retiró echándose para atrás con un ágil paso. Lo miré avergonzada y bajé la cabeza. Era obvio que no quería besarme de regreso. Él se llevó la mano a la nuca y se inventó un pretexto para irse corriendo. Lo miré retirarse y me quedé solita en mi portón.

- Es obvio que no le gusto - concluí.

Marisol no me concedió la razón.

- Él se la ha pasado hablando de ti toda la semana. Sólo cosas buenas. Si no le gustaras, no lo haría.

- ¿Entonces qué pasa?

- No tengo ni la más remota idea, pero lo averiguaremos. Mientras tanto ¿volverás a salir con él?

- No hemos quedado en nada...

- No lo creo. Me lo he encontrado en el pasillo hace rato y me ha pedido que te entregue esto.

Marisol me tendió un pedazo de papel doblado. Lo desdoblé y encontré escrito en él lo siguiente:

           Sábado, salgamos mañana. Paso por ti a las cuatro a tu casa. Será una sorpresa.

- ¡Creo que sí volveremos a salir! - entonces recordé mi fracaso de la vez anterior - Sólo que esta vez no pienso besarlo.



**No te pierdas la continuación en el próximo ¡Viernes de Relatos!

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