Frases

Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.


miércoles, 9 de septiembre de 2015

Mi obituario en mi cumpleaños


Los griegos preguntarán cuando muera: "¿Tuvo pasión?"

Hoy en mi cumpleaños, quiero hacer una pausa obligada para repasar mi vida. Extraer de ella todo cuanto pueda, como si en episodios breves pudiera contársela a esos griegos que preguntan si tuve pasión durante mi tiempo en la tierra. Lo que veo en esa reflexión para dejar a su juicio si la tuve o no, es a lo que llamo Mi obituario en mi cumpleaños.

Treinta y tres años de vida me fueron prestados. A veces imagino a Dios preparando una caja para regalo. Está decorada con el color más brillante, el moño morado perfecto (pues es mi color favorito) y Él está buscando dónde acomodarle la tarjeta que dice: "La vida, mi regalo para ti" Todo ilusionado me la da para que yo la disfrute, para que la viva y encuentre en ella la felicidad. ¿La encontré?

Me imagino lo que debió pensar cuando de repente no entendí su regalo. Al desenvolverlo y enterarme de su forma lloré no una, sino varias veces. Las experiencias que se escondieron en esa caja me rompieron el corazón muy duro. Aunque no puedo negar que otras tantas me hicieron reír y sonreír incansable.

Fueron treinta y tres años insuficientes para comprender de qué se trata esto que no incluye un manual. Las reglas de las que me hice para saber qué hacer con el regalo las borré y reescribí muchas veces. Las decisiones que tomé me hicieron equivocarme y tuve que buscar formas para redimir las consecuencias. Algunas veces surtieron efecto y otras tantas tuve que vivir con el peso de los errores que se cometen. Aprendí a levantarme de aquellas caídas que fracturaron mis sueños. Hice amistad con el tiempo y lo dejé actuar en alianza con mi paciencia y mi voluntad. Encontré que ésta era la fórmula perfecta para sanar cuando creí que el dolor no me dejaría respirar jamás.

Entendí que el dinero no lo es todo, pero que vale la pena regocijarse por la remuneración del trabajo hecho con el corazón. Estudié mucho y nunca me cansé de ello. Cada cosa que aprendí me abrió más los ojos, me permitió conocer más de este mundo y sus secretos. Leí, viajé y volví a leer.

Libré batallas contra mis miedos. Algunos no se esfumaron y permanecieron como fantasmas que acosan en la oscuridad. Ojalá les hubiera ganado a todos, pero treinta y tres años no me resultaron suficientes para hacerme de toda la sabiduría para liberarme de ellos.

Creo que comprendí los asuntos del trabajo, el estudio y el andar profesional. Reflexioné mucho sobre el tema de la amistad y la familia. Me esforcé mucho por ser una amiga, porque me enteré a tiempo de lo genial que es tener una a tu lado. Así que enfoqué mis ganas y mis esfuerzos por ser digna de ser llamada así, valió la pena retribuirlo en agradecimiento sincero y porque también reconocí lo que no quise ser gracias a quienes me traicionaron.

Jamás dominé el tema del amor de pareja. Fuera de mí lo presencié y atestigüé. Nunca dudé que fuera real... sólo dudé tremendamente que fuera real para mí. Me quedo con esa duda, me la llevo inquieta. Las ocasiones en que me enamoré con más intensidad, fueron las que más profundamente me hicieron llorar. Incluso hoy, que se termina todo, me llevo una historia inconclusa, que me hubiera gustado escribir diferente. Por una vez en la vida se me antojó posible la irrealidad de hallar a alguien tal cual lo quise siempre. Sin embargo, en esta partida suya, no sólo mía, jamás lo sabré...

Treinta y tres años. ¡Cuántas historias se quedan sin contar! Los libros que no escribí, los libros que no leí. Las canciones que me perdí, las canciones que no canté. Sólo quedan vivas las amistades que forjé, los lazos de amor con mi familia y las diminutas semillas que acaso pude haber sembrado en quienes me encontré al desentrañar este regalo. Me sentí amada, se los agradezco. Y les dejo un cálido gracias porque también los amé.

"¿Tuvo pasión?"

¡Qué pregunta! Tengo la esperanza de que así fue, pues otro modo, sería como devolverle a Dios su regalo sin abrir.

Treinta y tres años... el tiempo transcurre como un parpadeo.

Y me despido como siempre dije: "Así es la vida, Lulucles. Feliz cumpleaños para ti"

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