Frases

Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.


martes, 30 de septiembre de 2014

Personas como tú



A veces lo parece más que otras, y es que en este mundo hay personas como tú. Cada una tiene su historia, pero esas historias, en algún punto son similares. Se parecen los nudos intensos que te sofocan, se parecen los momentos que te roban el aliento, se parecen los problemas que enfrentan, se parecen las ilusiones y los sueños.




No sólo me refiero a esos detallitos que congenian con los amigos. Gustos de películas o música. Me refiero a otros más profundos. A esos acontecimientos de la vida que son muy tuyos y que de hecho, no compartes fácilmente. En esos detalles radica la curiosidad de encontrar personas como tú.


Para que esto suceda se requiere valor. Sí, mucho valor. Porque no puedes detectar un punto de encuentro con otra persona si no escuchas su historia o compartes la tuya primero. Para que exista, alguno de los dos debe abrir ese cofre lleno de secretos. Si uno de los dos se anima, sucede la magia. Descubres que estás unido a alguien por ese hilo invisible que los comunica a los dos.




En alguna forma misteriosa estas personas que son como tú están cerca de ti. El universo las acomoda en sitios próximos que sólo requieren que la interacción entre ambas vaya más allá de lo superficial. Tú lo sabes, algo dentro de ti te habla muy quedito a través de una emoción. Esa sensación te lleva a conocer a esas personas y sentirte bien con ellas. No sabes qué, pero son personas que "te van bien". La mitad del trabajo está hecho, ahora una de las dos debe hablar.




Es genial descubrir que hay personas como tú viviendo lo que tú vives. La charla se transforma en un intercambio empático de anécdotas. Los consejos son más atinados y sin juicios. La alegría de tener con quien acompañarte en el proceso te hace pensar que puedes superar lo que sea. La vida en compañía se hace más ligera, más relajada... se vierte en su justa dimensión. Esas personas las sujetas y no las dejas ir fácilmente, después de todo, son como tú. Eso te concede entenderlas y viceversa. ¡Qué increíble apoyo!




Permite que la magia de encontrar una persona con la que puedas conversar lo que eres te toque. Esos encuentros son sensacionales. Escucha atentamente esa voz que te conduce a ellas. No lo pienses o verterás tus asuntos en manos equivocadas. No, no. Siente, siente correctamente y eso te llevará a ellas. Basta con conectar con otra persona y sentirla. Entonces sólo requerirás respirar para expresarte y hablar. Tú lo sabrás cuando pase. Y verás, qué genial es la vida cuando te pasa.



viernes, 26 de septiembre de 2014

Cinco años y algo más (11o. Parte)

Viernes de Relatos

Sucede. Una noche, luego de una cansada espera que no se concluye, me percato de que no volverá. La lluvia me moja la esperanza y reacciono. El viento frío me sacude las entrañas y me convence a golpes de agua que no merece la pena volver a ese lugar. Por un momento quiero aferrarme a una idea, me busco pretextos y justifico la irrealidad. Luego abro los ojos y descubro que he sido abandonada en la banca de un parque a la mitad de la ciudad.

Todo lo que siento no me cabe por dentro. Estallo en llanto, en un mar de locura inexplicable. Me agobia no merecer una despedida, una palabra que diga adiós. Todo lo que me callé y no pude decir tengo que acomodarlo en algún rincón que lo esconda de mi vista. Lo mío es una historia sin un final. ¿Es justo?

Me invento un desenlace. Lo necesito para no regresar a este parque. Hojeo el inicio de esta narración. Las fechas se desvanecen en mi memoria mientras las borro desconsolada para olvidarlas pronto. Habrán sido cinco años y algo más lo que duró. Meses más, meses menos. El asunto es que acabó.

Me levanto del asiento y emprendo mi retirada. Tantas cosas cambiaron desde aquel encuentro accidental. No he tenido noticias de David. La gente se va; y lo que no queremos reconocer, es que también nosotros nos vamos. Así funciona la vida.

¿Será que un día sabré qué le pasó a él? Sólo puedo responderlo con miles de "tal vez". La única pregunta que puedo responder es qué pasará conmigo. Y aunque esa respuesta aún no la sé, confío en que me llevará por otro camino, a otro parque, a otra banca en la que alguien volverá a sentarse conmigo. Entonces, entre charlas y divagaciones, no compartiremos sólo el viernes, sino todos los días. Todos.

FIN

jueves, 25 de septiembre de 2014

Las dichosas etiquetas


Podrán estar de acuerdo o no, pero en mi investigación personal, las personas que evitan ponerle nombre a una relación amorosa, es porque no quieren tener una.

Si recordamos la película "500 days of Summer" tendremos un claro antecedente de este asunto. El chico se enamora de ella, ella se enamora de él. Él quiere tener una relación de pareja con ella; ella quiere mantenerlo casual sin ponerle un nombre. Él quiere saber si son novios o algo parecido, ella no quiere enterarse de la "etiqueta" que le va a lo que sea que tienen.

Es simple, en realidad este asunto de las etiquetas da estructura, certeza y seguridad. Por eso es que algunos la piden. Otros prefieren no ponerlas, porque encajonan, le ponen expectativas a ambos y van implícitos compromisos que prefieren no atender. Sea cual sea el lado que se tome, lo que quiero plantear, es que si uno de los dos toma una postura diferente y no están en la misma sintonía, sucederá lo que pasa en la película: no irán al mismo lado y aún así seguirán andando.

Una crisis espera. Lo curioso es que el tema saldrá seguidas ocasiones y lo más probable es que no cambien de parecer ni uno ni otro y cedan sin ceder. Un aspecto interesante es que aquellos que no desean la "etiqueta" con alguien, en realidad no es porque no gusten de la etiqueta, sino porque no la quieren usar con dicha persona. Por eso es común que al concluir la relación, el antietiquetas, accede a su uso con otra persona con la que sí quería estar de ese modo.

Así que en la ironía de la vida, considera hasta qué punto deseas aceptar el binomio de personas con distintas opiniones del asunto. Porque en la experiencia, no es que sean "anti etiquetas" es sólo que no la quieren usar contigo.

Si no, pregúntale a Tom y a Summer...


domingo, 21 de septiembre de 2014

Amigas de Infancia


Será la vida, pero alguien es responsable de que los amigos que hicimos en el preescolar no sean en su totalidad los que tenemos hoy. Sin embargo, lo genial es cuando tienes la fortuna de contar con algunos que se hayan quedado a tu lado mientras tu vida avanzaba. Si bien tal vez no conserves a los del preescolar, puede ser que tengas otros de la secundaria o la preparatoria... el asunto es que descubrir, que aún cuando muchos, muchos, muchos años han transcurrido, has crecido con ellos.

Verás, los amigos que te conocen de "grande" te han encontrado en una configuración de adulto. Eres el resultado de experiencias, aprendizajes, tropezones y otras cosas más. No sueñas con las mismas cosas, ni te llenabas de ilusiones al futuro. No es igual encontrarte en lo que eres hoy, a lo que eras ayer.

Cuando un amigo de antaño lo conservas hoy, lo notas. Hay un antes y un después. Las conversaciones se han transformado, las preocupaciones y alegrías también. Se han visto crecer mutuamente y si abres los ojos, te percataras de que esa persona conoce tu historia y la ha presenciado. Sabe lo que querías lograr cuando fueras grande y te ha visto perseguir o dejar esas metas. Tiene claro lo que te asustaba y te ha visto superarlo o dejarlo ganarte. Tiene años de evidencias de quién eres y tú también las tiene de esta persona.

Estos amigos que te llevas de una etapa de tu vida a otra te acompañan de forma especial. Puedes recordar con ellos quién eras y dimensionar que ya no eres esa misma persona, porque esperanzadamente has cambiado, crecido y avanzado.

Mirarse a los ojos mutuamente y encontrar que en esencia son las mismas personas, pero que el resto ya no lo es, es interesante. De pronto, en un café, te enteras de que la vida ha pasado... y que tu historia tiene testigos. Que tu historia no se acaba contigo y que se extiende a otras personas. A unas que has elegido y te han elegido. Amigos y amigas que estarán ahí y no se irán. Sin importar que la vida no resulte cómo la planeaban, ahí estarán para seguir el hilo de lo que está por venir, que dicen por ahí, siempre es mejor.


viernes, 19 de septiembre de 2014

Cinco años y algo más (10 Parte)

Viernes de Relatos

Una semana más sin noticias suyas.

La banca sólo me sostiene a mí. Mi mano acaricia el lado vacío junto a mí. Mezo mis piernas ansiosa por la espera. Él simplemente no llega.

Otro viernes más sin su presencia. Esperaba que apareciera, pero no lo hizo. ¿Tendrá sentido volver la próxima semana? Supongo que es momento de empezar la despedida. Los árboles me acompañan desconsolados, el cielo me cobija con tristeza y la gente me mira ignorando mi historia. Para ellos sólo soy una persona más que está aquí en el parque. Nadie se detiene a observarme. Nadie mira más allá de lo que una simple mirada les muestra sobre mí. Me he vuelto invisible y visto un camuflaje con el paisaje. Tengo que moverme, no puedo perderme en este lugar.

Me levanto y me marcho. No puedo esperar más.

jueves, 18 de septiembre de 2014

El tiempo y su velocidad



El tiempo avanza a su ritmo. No se acelera, no se pausa. Aún así parece que nuestras emociones tienen el control para corretearlo o pedirle que se frene.


Es un poder irreal, porque sólo es producto de nuestra percepción. Pero ¡qué bien se siente creer que es posible! Aunque al darte cuenta de que no lo es, puedes frustrarte.


Darle tiempo al tiempo es cuestión de saber esperar. Ser paciente y dejar fluir las cosas a su paso. Cuando algo duele, quisiéramos que pasara más rápido. Cuando algo nos fascina quisiéramos detenerlo y no dejarlo avanzar.


El tiempo nos pone a prueba. Nos recuerda que no tenemos el control en el andar de los hechos, que un momento es finito y que la intensidad que le pongamos hará que valga la pena. Así también, pretendiendo que se pase rápido, nos recuerda que no podemos evadir ni huir de lo que sentimos, y que los momentos merecen vivirse profundamente aunque nos signifiquen dolor. El tiempo nos da la oportunidad de dejarnos sentir al máximo. Sea lo que sea, pero sentirlo en toda su expresión.


Finalmente, agradable o no agradable, el tiempo pasa y todo se acaba. Lo importante es tener presente de que en esa vivencia de emociones estamos viviendo. Y la vida, también se acabará un día.



domingo, 14 de septiembre de 2014

Nuestros Monumentos


Encontré en mi camino la película "Operación Monumento" Trata de un grupo de personas que se aseguran de preservar durante la guerra las grandes obras que integran el legado cultural y artístico de la humanidad.

Podríamos creer que por ser objetos no tendrían importancia, pero hay algo en ellos que nos hacen preservarlos. Su significado, su contenido, lo que nos inspiran, lo que valen, su mensaje... por muchas razones son más que cosas y merecen ser protegidas.

Todos poseemos nuestros monumentos personales. Tal vez no posean un significado para la humanidad, pero para nosotros mismos tienen un mensaje poderosísimo. Son aquellas cosas que han captado la esencia de las personas que nos rodean, las cosas que de algún modo transpiran un momento que cambió nuestra vida. Esas cosas a las que nos allegamos y no podemos soltar tan fácilmente. Esas son nuestros monumentos.

Son valiosos, importantes y trascendentes. No queremos deshacernos de ellos. Nos repetimos que son "sólo cosas", pero si las miramos con ojos atentos y sensibles, descubrimos su gran valor. Nos conmueven, nos reviven recuerdos, nos gritan emociones y florecen sentimientos. Nosotros elegimos nuestros monumentos. Las cartas que algún viejo amor nos dedicó, los obsequios que un familiar nos regaló, aquel detallito que alguien nos entregó, la canción que escuchamos con devoción y las fotografías que se tomaron en aquel atardecer.

Quisiéramos preservarlos durante la guerra, para que acabada, podamos contemplarlos y mantenerlos intactos. Sin embargo, hay guerras que tienen tristes finales y que cuando se hace el recuento de los daños, sólo queda reducir a cenizas los monumentos que un día fueron nuestro más grande tesoro. Duelen tanto como aquellos por los que la humanidad lloraría. Son una pérdida profunda y muy dura. Es enterrar un significado que fue especial, es dejar atrás lo que estorba para seguir adelante. Esas cosas que para cualquiera que no es dueño de nuestra mirada, no son más que simples cosas.

Simples cosas que son nuestros monumentos.

Y con ganas de armar un ejército para defenderlas, las lloramos por un rato, mientras nos convencemos de que debemos deshacernos de ellas. Porque a final de cuentas, tal vez sean sólo cosas. Y las cosas se deben soltar y dejar ir.
 

viernes, 12 de septiembre de 2014

Cinco años y algo más (9o. Parte)

Viernes de relatos


No dejo de darle vueltas a la idea. Me pregunto si se presentará hoy. La incertidumbre me agobia y me  asfixia. Mientras me alistaba para ir al trabajo me ha asaltado una ansiedad terrible. No podía respirar y mi corazón se aceleró como locomotora. Creí volverme loca, pero de un modo que casi no entiendo, recuperé mi calma.


¡Cómo puede tener ese hombre tanto poder sobre mí!


Tantos años envueltos en una costumbre hacen difícil enfrentar un desenlace. ¿Cómo se concluye de golpe tanta emoción y alegría? ¡Y sin razones! Me han arrebatado lo que tenía. Si hoy no se presenta... ¿y si esta vez no me presento yo?


No sé qué hacer. La persona con quien contaba para resolver mis dudas y dilemas es la que hoy los alimenta.


Quiero verle... iré. A ver qué sucede.

martes, 9 de septiembre de 2014

Hoy es mi cumpleaños


Siempre he creído que en mi cumpleaños algo extraordinario pasará. Tal vez esta sea la razón por la que los espero ansiosa cada año. Monto una cuenta regresiva en algún sitio, hago todo un evento sobre este motivo y me encargo de anunciar a los cuatro vientos que hoy es mi cumpleaños. Es como si quisiera que el universo se enterara y así no se olvidara de darme su regalo: ese detalle mágico que signifique algo grande y profundo para mí.

Desde siempre algo ha ocurrido este día. No todos los años me arranca una sonrisa, algunas veces es un mensaje secreto que busca hacerme entrar en razón. Otras veces ha sido un obsequio lindo que me conmueve y alegra. Cada año, obtengo este regalo, y aunque la ilusión me alienta a creer que será de los buenos, no siempre es así.

Este año ignoro si el universo se acordará de mí. Abro bien los ojos y estoy atenta a lo que ocurre. Porque este tipo de mensajes sólo se perciben si estás al pendiente de ellos. Cada pequeña palabra que se me dedica hoy tiene un especial impacto en mi corazón, pues está abierto de par en par, receptivo y a merced de los míos. Cada felicitación la abrazo conmovida, porque me hace recordar que tengo amigos y familia, y que hoy, sin importar qué tan ocupados están o qué tan lejos se encuentren, siempre hallan un espacio para hacerme saber que les importo. Entonces mi cumpleaños se transforma en un apapacho cariñoso que espero emocionada todo el año.

En este día, los minutos que avanzan se asemejan a una envoltura perfectamente confeccionada. Cada segundo es como quitar una parte de ese envoltorio, llena de curiosidad y ansiedad. No hay prisas por descubrir el contenido del regalo. El goce se dispara desde el instante en que concibo que ignoro qué hay adentro; porque ahí dentro hay toda una película filmada para lograrlo. Preguntas formuladas para adivinar qué me gusta, qué se me antoja, qué me disgusta. Y en especial hoy, el entretejido de detalles, llamadas, mensajes y abrazos son el contenido del regalo que recibo conmovida.

Mi cumpleaños es una ventana que se abre y me comunica con algo superior a mí. Porque hoy, hace 32 años, alguien dispuso regalarme la vida. Una vida que se acompaña con todos ustedes y que se construye paso a paso, caída a caída y con cada levantada. Una vida que no me sabría si no descansara mis desánimos y tristezas en los hombros de quienes tengo conmigo. Porque finalmente, no estoy sola en este andar y eso me lo recuerdan hoy cuando aparecen para desearme un Feliz Cumpleaños.

Gracias a los que están por formar parte de mi vida y hacerla genial con su presencia.

¿Y por qué no? Gracias también a los que se han ido, porque sin ustedes, no sería lo que es.

...Hoy es mi cumpleaños...

¿Mi deseo? Que la vida no se me acabe antes de que comprenda de que todo en ella, TODO, es para que sea feliz.



domingo, 7 de septiembre de 2014

La vida tiene baches


La vida, como los caminos que andamos, tiene baches. Unos son más grandes que otros, más profundos, más anchos, su presentación es variada. Lo que tienen en común: estropean un cómodo y agradable viaje.

Los baches de la vida no se arreglan como los de la ciudad. No podemos llamar a alguien para que los rellene y podamos pasar como si nada. No, en la vida, aunque los vemos venir, a veces podemos dar un "volantazo" y esquivarlos, pero no siempre funciona. La vida no te pide permiso y te los pone enfrente para que caigas en ellos.

Hay baches que se pasan rápido. Sólo un pequeño ajetreo, mides los daños y sigues adelante agradeciendo que estás bien. Puedes seguir. Hay baches más profundos en los que te quedas varado por una llanta ponchada. Y si sabes cómo cambiar una llanta, puede que salgas más rápido del problema, pero sino... tendrás que esperar un rato en lo que alguien te auxilia. Sin embargo, los baches más interesantes, son esos en los que caes y simplemente no ves que terminen. Son enormes, profundísimos, extensísimos y... nunca sabes cuándo acabará.

Esos baches de la vida te enseñan mucho. Te muestran quiénes estarán contigo en los momentos más difíciles. No pueden hacer el trabajo por ti, porque tú eres la responsable del volante, pero pueden acompañarte mientras lo resuelves, porque además, tienes que resolverlo. La vida sigue, así como en la calle todos los coches siguen avanzando. No puedes quedarte ahí para siempre, tienes que seguir. Puedes alentar el paso, pero tienes que seguir. Además, los baches siempre concluyen en algún punto, porque son baches, son finitos. Aunque cuando caes en ellos no lo parecen. El asunto es que tienes que tener fe de que algún día retomarás tu velocidad anterior.

Alguna vez caí en un bache de la vida. Uno realmente grande. No tenía claro cómo iban a terminar las cosas. Sólo sabía que era un buen bache en el que estaba metida. Los demás avanzaban sin problemas alrededor de mí, me pasaban de prisa. Algunos frenaban su velocidad para alcanzar a mirarme y otros seguían su camino sin echar siquiera un vistazo. Digamos que fueron poquitos los que encendieron las luces intermitentes para anunciar que se aparcarían para auxiliarme. Esas personas valen la pena, mucho, porque no todos están dispuestos a anteponerte a su camino. Hay otros que prefieren continuar y no esperar a que te repongas. (Claro que tú tienes que ponerte a ello también)

Lo curioso ocurre cuando las personas se van precisamente cuando has salido de ese bache. Sí sucede, porque no todas están puestas para estar siempre contigo. Algunas personas estarán a tu lado cuando caigas en él, pero se irán cuando estés fuera. Así es, se podría creer que esas personas son para siempre, pero no es así. Algunas están en las buenas, algunas están en las malas y otras están en ambas.

Supongo que lo único que podemos confiar es que habrá alguien contigo en el viaje. Con suerte, será la misma persona, alguien infalible, pero sino es así... alguien estará. No pasa nada si luego se va y llega alguien más. Los baches traerán consigo otra aventura, otro reto y otras personas. Lo importante es no soltar el volante. Finalmente es tu camino, tu viaje; no es de otros, es tuyo.


viernes, 5 de septiembre de 2014

Cinco años y algo más (8o. Parte)

Viernes de Relatos

Ya es noche, muy noche. El viernes está a punto de perderse en el tiempo. Sigo sentada en la banca del parque. No me he equivocado de sitio. Sé que es aquí donde siempre nos vemos. El paisaje no ha cambiado, los árboles permanecen en su lugar. El mismo cielo, el mismo pasto, el mismo adoquin de los corredores del jardín. Es este el lugar.

No ha aparecido. Me he quedado sola esperándolo. Ya hace frío y debo volver a casa. La noche no me hace tan buena compañía en soledad y las sombras me juegan malas pasadas. Estoy nerviosa por el silencio que se hace alrededor mío. Debo retirarme.

No llegó. Tantos años con la misma costumbre y por primera vez ha faltado a la cita. No me ha avisado nada. Me dejó venir, sabía que yo vendría y no hizo nada por evitarme el mal rato. Lo esperé esperanzada, pero nunca apareció.

Estoy acongojada. Reconozco que titubé en asistir hoy. Un poco, sólo un poco. Después de la forma en que se retiró la semana pasada, no tenía muchas ganas de hacerle frente, pero supuse que podríamos hacer como si nada y seguir con nuestras cosas.

Me equivoqué. ¿Sería que hice algo mal? En todos estos años nunca dio pista de ser uno de esos hombres que se marchan sin decir adiós. ¿Acaso no le conocí realmente y así es él?

Las preguntas acosan mi mente y no me dejan en paz. Sólo respiro y busco motivos para justificar su ausencia. Debió suceder algo grande... de esos asuntos de vida o muerte que no te dan espacio ni para escribir un mensaje a quien debes avisarle que no llegaras. Debió ser algo así lo que ocurrió. Entonces me preocupo por él. ¿Estará bien? ¿Si le ha pasado algo?

Es muy noche y no es seguro andar a solas por aquí. Es hora de volver a casa.


lunes, 1 de septiembre de 2014

Dinero: algo qué pensar.


Es cierto que sin dinero la vida es difícil. Porque sencillamente lo necesitamos. Compramos comida y ropa. Podemos reducir nuestros gastos a lo más mínimo si es que quisiéramos probarnos la teoría de que podemos prescindir del dinero, pero lo cierto es que aún siendo pocos los gastos: lo necesitamos.

El problema es llevar esa necesidad a una necesidad desmesurada. ¿Cuánto es mucho, cuánto es poco?

Verán. Me contaron un relato del que ignoro la fuente, si alguien la sabe, les agradeceré me lo comuniquen: Sucede que una señora muy pobre, vestida de harapos y pidiendo limosna, de repente tiene la oportunidad de entrar en una especie de cueva. Ella entra cargando en brazos a su bebé. Temerosa, da unos cuantos pasos y estando dentro, descubre un montón de joyas y riquezas tiradas en el suelo. Todas a su disposición. Es advertida de que en tanto tiempo se cerrarán las puertas y no se volverán a abrir jamás para ella. Así que levanta una o dos joyas y las carga con una mano. Viendo que aún quedan muchas joyas en el suelo y aún queda tiempo, se atreve a levantar un puñado de ellas. Nota que aún podría llevarse más, así que planeando una estrategia que se lo permita, deja al niño en el piso para hacerse de su ropa como un delantal donde pueda cargar más de ellas. Entretenida se imagina todo lo que hará con esas riquezas, que la salvarán de sus preocupaciones. Levanta y guarda más y más. De pronto, el tiempo se agota y ella hace un último esfuerzo por llevarse más tesoros consigo y corre deprisa a la puerta, que ya está entrecerrada. Logra salir por suerte. Afuera, mira su nueva adquisición sonriente, pero se desvanece su alegría cuando recapacita que ha dejado adentro a su bebé. Llora desconsolada, porque se percata entonces, de que no importan las riquezas que ahora posee, lo que más valía para ella, lo ha perdido.

Supongo que en el día es fácil perderse en la necesidad de tener dinero para tener otras cosas. Las preocupaciones apremian. No sólo de comida o de ropa, a veces escucho que las personas se privan de hacer planes si no tienen resuelto primero el tema del dinero. Hay quien no piensa en hijos, si primero no tiene dinero. Hay quien no se casa, si no tiene primero dinero. Hay quien no emprende, si no tiene primero dinero. Hay quien no ve a su familia, porque tiene que trabajar para tener primero dinero. Hay quien no busca pareja, porque primero tiene que tener dinero.

Comprendo que el dinero es necesario. ¿Pero cuánto es necesario? Postergamos planes perdiéndonos en la intención de obtener riquezas y no hay la sabiduría para discernir cuándo es suficiente. No puedes esperar ser millonario para vivir lo importante y para hacer tus sueños realidad. Si te sumerges demasiado en la idea de tener dinero, perderás de vista lo que es realmente valioso, aquello que cuando no está, verdaderamente te afecta al corazón. Aquello que hace que el dinero no valga tanto como pensabas.

Supongo que el reto está en ser sabio para encontrar esa línea donde se escribe Suficiente; para así no perder de nuestro lado lo que es más importante que el dinero mismo. No vaya a ser que nos pase como a la señora, que por buscar dinero de más, dejemos adentro a nuestros seres queridos.