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domingo, 14 de septiembre de 2014

Nuestros Monumentos


Encontré en mi camino la película "Operación Monumento" Trata de un grupo de personas que se aseguran de preservar durante la guerra las grandes obras que integran el legado cultural y artístico de la humanidad.

Podríamos creer que por ser objetos no tendrían importancia, pero hay algo en ellos que nos hacen preservarlos. Su significado, su contenido, lo que nos inspiran, lo que valen, su mensaje... por muchas razones son más que cosas y merecen ser protegidas.

Todos poseemos nuestros monumentos personales. Tal vez no posean un significado para la humanidad, pero para nosotros mismos tienen un mensaje poderosísimo. Son aquellas cosas que han captado la esencia de las personas que nos rodean, las cosas que de algún modo transpiran un momento que cambió nuestra vida. Esas cosas a las que nos allegamos y no podemos soltar tan fácilmente. Esas son nuestros monumentos.

Son valiosos, importantes y trascendentes. No queremos deshacernos de ellos. Nos repetimos que son "sólo cosas", pero si las miramos con ojos atentos y sensibles, descubrimos su gran valor. Nos conmueven, nos reviven recuerdos, nos gritan emociones y florecen sentimientos. Nosotros elegimos nuestros monumentos. Las cartas que algún viejo amor nos dedicó, los obsequios que un familiar nos regaló, aquel detallito que alguien nos entregó, la canción que escuchamos con devoción y las fotografías que se tomaron en aquel atardecer.

Quisiéramos preservarlos durante la guerra, para que acabada, podamos contemplarlos y mantenerlos intactos. Sin embargo, hay guerras que tienen tristes finales y que cuando se hace el recuento de los daños, sólo queda reducir a cenizas los monumentos que un día fueron nuestro más grande tesoro. Duelen tanto como aquellos por los que la humanidad lloraría. Son una pérdida profunda y muy dura. Es enterrar un significado que fue especial, es dejar atrás lo que estorba para seguir adelante. Esas cosas que para cualquiera que no es dueño de nuestra mirada, no son más que simples cosas.

Simples cosas que son nuestros monumentos.

Y con ganas de armar un ejército para defenderlas, las lloramos por un rato, mientras nos convencemos de que debemos deshacernos de ellas. Porque a final de cuentas, tal vez sean sólo cosas. Y las cosas se deben soltar y dejar ir.
 

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