Frases

Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.


viernes, 27 de febrero de 2015

Te veo en ocho viernes (9. Parte) FINAL


Viernes de Relatos

Son las 10 de la mañana...

Son las 2 de la tarde...

Son las 2:30 de la tarde...

Son las 5 de la tarde...

Son las 8 de la noche...

Son las 10 de la noche... las 10:10... las 10:20... las 10:30

Estoy en la puerta de su casa. No queda más remedio. No supe de él en todo el día. Revisé el calendario todo el día para asegurarme que quedamos hoy. No hay error, es hoy. Ni una llamada, ni un mensaje, nada. Olvidó esta fecha.

Me muero de nervios por saber qué ha pasado. Su coche está ahí estacionado. Debe estar dentro. No me atrevo a tocar el timbre. Si sale, ¿qué le digo? "Disculpa, pero... habíamos quedado hoy" "Maldito desgraciado por qué no has dicho nada sobre hoy" "Dime quién era esa mujer con la que te vi la semana pasada" "Qué has estado haciendo todo este tiempo".

De pronto, una luz ilumina el portón. La puerta se abre de par en par. Es él. Está saliendo. Luce demasiado arreglado como para que su plan sea quedarse en casa el viernes por la noche. Su cabello aún se nota mojado, por lo que es fácil deducir que recién se ha bañado. Una camisa verde claro y un pantalón grisáceo que le van bien. Es guapo...

Luces me deslumbran por el retrovisor. Alguien llega. Un coche avanza a lado del mío y se estaciona justo frente a su puerta. Él se acerca al auto y lo rodea, parándose a la vista del piloto, al cual miro con atención para descubrir que se trata de una mujer. ¡Es la misma de la otra vez!

Ella se baja del coche luciendo un vestido que la convierte en corriente y vulgar. Cabello grasiento y mal peinado. Tacones de aguja que no sabe caminar. Él la abraza cuando ella está por caer en el tambaleo que no logra equilibrar. Ella se ríe como una idiota y él la besa en los labios para hacerla recuperar la calma. Sus manos inician una danza en la que sus cuerpos se funden patéticamente. ¿Qué otra prueba necesito?

Él sube al coche y ella también. Él conduce lejos de su casa. Irán a pasar la noche en otro lado. Justo este viernes... el octavo viernes por el que he estado esperando.

Mis ojos se inundan en llanto. A puñetazos golpeo el volante de mi coche. Apretando los dientes escupo su nombre. La verdad se encarna en una asesina despiadada cuando la ocultan los actos de un hombre desgraciado. Víctima de mi propia ilusión de creer que mi amor lo entregué a un hombre de bien, me deshago en la tristeza, me desvanezco en el dolor.

Necesito gritarle. ¿Si ella supiera que yo le estaba esperando, haría una diferencia? Pudiera esperar unas horas más a que regrese o pudiera alcanzarles si me doy prisa en seguirles... Me quedo sin aire en cada sollozo que se me escapa. No logro arrancarme el odio que siento por él.

Pasa una hora antes de que me atreva a volver a casa. El cansancio me ha arrebatado las ganas de la venganza. Conduzco en la soledad de la noche. El llanto no se va. Sigo gritando e insultando su imagen en mi mente. No puedo con esto... no puedo más.

Llego a casa y me tiro en mi cama. ¡Ocho viernes ni uno más! No imagino qué pasaría si hubieran sido más... Se han quebrado mis ganas, se ha destruido el concepto que amorosamente guardaba de él. Estoy llorando por haber elegido creer en él, en quien creía que era él.

Siento que me muero, no sé cómo voy a levantarme de esto...

Siempre fui mala para esperar. Soltar el control, hacerlo a mi ritmo y mi manera. Simplemente no se me daba, pero logré hacerlo. Sí, logré soltar y dejar libre a alguien en este tiempo. Si eso no es amar... entonces no sé qué será. Me aferro a la esperanza de que otro sí lo valorará.

La espera se terminó.

Tacho este viernes en el calendario. Quedan muchos más por vivir... porque finalmente de eso se trata todo esto. Aunque a veces te mueres un rato, sabes que no morirías si no te atreves primero a vivir.

Y yo viví....




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