30 de Abril FELIZ DÍA DEL NIÑO
Queridos niños:
Aunque ustedes no lo crean, esos que se complican la existencia y se adueñan del mundo, también fueron niños como ustedes.
Esos que fueron niños una vez, aunque no lo crean, jugaban a cosas muy distintas a las que ustedes juegan hoy. Sé que un zombie y una planta conforman la mejor batalla; y que es muy entretenido sostener sus tabletas en sus manos descargando un montón de juegos. Pero permítanme contarles a lo que jugaban estos actuales adultos aburridos...
Las calles se pintaban con gises de colores para dibujar un avión. No uno con hélices, sino uno hecho de cuadros y un círculo. Se aventaban piedras que debían caer dentro de los cuadros. A cada cuadro se llegaba saltando con un pie y sólo en el círculo, que era la última figura del avión, estaba permitido pisar con los dos. También los gises servían para pintar un gran círculo en el que los países se declaraban la guerra. Cada uno representaba al que recordaba. Luego de que alguien declarara la guerra a un país, los demás se echaban a correr lo más lejos que podían hasta que la víctima gritaba "STOP". Entonces los demás se detenían y el primero debía adivinar cuántos pasos de distancia habían entre cualquiera de los países y él mismo. Si atinabas... ¡ganabas la guerra!
Los adultos se divertían de niños jugando "acitrón de un fandango", "carreterita", "resorte", "cuadro", "doña blanca", "encantados" y "las traes". ¿Se los saben? Para agarrar turno se tenían muchas opciones. Podías cantar "zapatito blanco, zapatito azul" o frotar los dedos en la espalda de alguien para después preguntarle: ¿Con qué dedito te piqué? O podías elegir el clásico: Pin pon papa. No hacía falta tener miles de juguetes para empezar un buen juego. Tener manos bastaba para entretenerse por horas al son de "Marinero que se fue a la mar" y otro popular entre las niñas "Pe-pi-to, jefe de la banda..."
Existía la tecnología también. No crean que esos adultos vivían en el año de los dinosaurios. Por ahí algunos ya tenían el "Atari" y se volvían populares. Luego se escuchó más el nombre "Mario Bros", pero en definitiva, no era algo portátil como los juegos en los que hoy se entretienen ustedes. Si estabas a la mesa y la charla de adultos se ponía aburrida, no tenías de otra más que usar los cubiertos como muñecos o ponerte a platicar con el de a lado. Tal vez algo así les ha pasado cuando no les han prestado la tableta u otra cosa electrónica para jugar. ¡Entonces saben de qué hablo!
La variedad de cosas para hacer en la calle era inmensa. Y se ocurrían unas cosas tras otras conforme la tarde avanzaba y la noche caía. Sabías que los niños habían jugado el día anterior cuando al amanecer se distinguían piedritas acomodadas en el suelo y algunos trazos de gis sobrevivían a la lluvia. Eso era ser niño hace algunas cuantas décadas atrás.
¿Se imaginan jugar así? Sin tabletas, sin juegos electrónicos, sin consolas de video y la tecnología que hoy conocen. Pues así jugaban los adultos... y creo que pueden creerlo, ¡era divertidisísimo! Por eso de repente los adultos los miran con nostalgia, porque no quisieran que eso se perdiera. Los juegos que se inventaron y se pasaron de generación en generación son un tesoro que quisieran compartirles. Los adultos a veces se olvidan de que fueron niños y por eso se les olvida jugar... pero si ustedes se los recuerdan, y les insisten por si acaso les diera vergüenza, se los podrían compartir.
Créanlo, ustedes que saben creer: si un día logran que un adulto se vuelva niño por un rato y les enseña sus juegos de antaño, ¡¡la van a pasar de 10!!
FELIZ DÍA DEL NIÑO: nunca dejen de jugar.
Frases
Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.
jueves, 30 de abril de 2015
domingo, 26 de abril de 2015
Donde me ves, te verás
Hay un dicho popular que cita: "Como te ves, me vi; como me ves, te verás"
Es cierto.
El ciclo de la vida te lleva a ocupar un sitio del que te despojarás más adelante y ocuparás luego otro, que alguien más ocupaba. Lo curioso es percatarte de esto y descubrir las mil formas en que esto ocurre.
Pasa un día que te enteras de que antes fuiste la alumna a la que le decían en la escuela: "Bájate la falda, la tienes muy arriba. Súbete las calcetas". Y de repente, otro día, tú eres la maestra de la escuela que supervisa el uniforme de las alumnas y eres la que dice exactamente eso. Un día descubres que un día tú fuiste el hijo, y otro día, eres el padre o la madre. Un día descubres que un día tú fuiste el que trabajaba para alguien y un día descubres que ahora tú eres el jefe y tienes a alguien que trabaja para ti. ¡Y al revés! Un día estás arriba y otro día estás abajo.
La vida nos lleva a ocupar distintos roles. Uno los vive casi imperceptiblemente. Es posible que en esa dinámica ocurra la común queja con respecto a cómo el otro desempeña el rol que ocupa. Ese rol que hoy no es nuestro, ese que creemos que haríamos mejor. Pero resulta que cuando la vida nos cambia los roles, lo más probable es que actuemos con la referencia de la experiencia previa. Para cambiar las historias, necesitamos valentía, conciencia y voluntad.
Ocupar nuevos roles le da variedad a la vida. La hace entretenida. Lo curioso ocurre cuando nos descubrimos cometiendo las mismas acciones de las que nos quejábamos que el otro hacía. Resulta que no es tan sencillo cambiar las cosas si no nos esforzamos en eso. La rutina te lleva a repetir... el cambio ocurre si haces las cosas diferentes y para ello, tienes que despertar a lo que estás haciendo. Para abrir los ojos, tienes que poner empeño y voluntad para no dejarte llevar por lo fácil que pinta ser la rutina.
Se pueden cambiar las historias, y de hecho, tendría que ser así. Cuando has visto el ensayo y la versión de otra persona desde fuera, tienes la obligación de usar esa información cuando te toque a ti ese rol. Por ello no se trata de juzgar a la persona que estuvo antes de ti, sino de entenderla y hacerlo mejor cuando estés tú ahí. Así poco a poco se va creciendo. La persona que sea posterior a ti, tendrá que superarte a ti si tiene el valor de hacerlo. Esperemos que sí.
De otro modo, las cosas se mantienen iguales, y la comodidad, como ya hemos visto, es aburrida y decadente.
La invitación para la semana: ¿Qué rol ocupas hoy? Cambia y mejora la historia. Hazlo por los que vienen después de ti, por las generaciones futuras. Da ejemplo de perseverancia y compromiso. Y algo muy importante: agradece a los que estuvieron antes de ti. Finalmente, de todos ellos algo aprendiste que dejó huella en ti.
¡¡¡Buen inicio de semana!!!
viernes, 24 de abril de 2015
Misión: no enamorarme (8o. Parte)
Viernes de Relatos
¡Predecible! Totalmente predecible ¿cierto? En la semana me he enterado que Gerardo sale con otra mujer. Y no cualquier extraña de una ciudad lejana, sino una de mis compañeras. La que está ubicada en la recepción, cerca de donde se encuentra la cafetera. Ahora comprendo por qué el recorrido matutino le obligaba servirse café y deambular pausadamente por ahí. Sólo lo hacía para visitarla y dedicarle un saludo cada mañana.
Resulta que yo me convertí en la coartada para distraer la atención de todos los que empezaban a sospechar de ellos dos. Si empezaban a correr rumores sobre nosotros, se desviaría la atención sobre ellos. Vaya que el plan le funcionó, porque en efecto, una de las más chismositas de esta oficina, con sus entrañas movidas por el morbo, me preguntó por él a la hora de la comida. Se sentó conmigo a la mesa en el comedor del trabajo y me soltó la pregunta. Yo no quise darle explicaciones. Ella, que domina este juego de obtener información y distorsionarla, conocía de antemano que no soltaría nada hasta que ella me diese algo a cambio. Así fue como reveló el otro rumor del que yo desconocía y del que al parecer, todos estaban al tanto.
Así que llevaban un rato saliendo como pareja... y yo, por enésima vez, me escribí en la frente el título de "engañada".
Sobra decir cómo me sentí. Los que han atravesado por un engaño lo saben bien. Al inicio ocurre una curiosa fase de negación. Por alguna razón se me antojó creer que todos estaban equivocados y que no he podido ser tan tonta. Dura poco, porque las evidencias son claras y las discretas pistas me revelaron el argumento real de la historia. Un balde de agua fría me cayó de golpe sobre la cabeza y me empapó las ideas y el coraje. Luego me enfurecí y ardí por dentro cual infierno interno con sed de venganza. Después, el sube y baja de emociones tocó el piso y una depresión me ahogó. Este es el punto crítico, el punto en el que sólo podían pasar dos cosas: levantarme o seguir en el piso.
Suelo levantarme... ya tengo experiencia con esto. Conforme han pasado los años, he aprendido a que duela por menos tiempo, porque en intensidad, duele igual o peor. Esta vez dolió peor... creí que había aprendido la lección.
Gerardo, que ignora que conozco la verdad, me ha invitado a salir hoy, dizque para retomar lo dejado en pausa la semana pasada. Imaginé que aceptaba y le armaba tremenda escena en el bar donde casi nos besamos. Tal vez la cerveza derramada en su cabeza o un puñetazo bien dado en su mejilla derecha le dejarían claro mi postura y opinión con respecto a él. Pero me ganaron la desilusión y el desánimo que decoraban en tonos grises mi corazón. Le inventé cualquier pretexto y no acepté.
El recorrido en el elevador me permite aislarme de los rumores que transitan de boca en boca en el pasillo. Finalmente tuve que dar a conocer mi parte en esta enredosa historia. Me lavé las manos anunciando que sólo somos amigos, que nunca he tenido intenciones de otro tipo con él. Así que se han iniciado averiguaciones para ganar el debate que las opiniones encontradas han suscitado al respecto de mi versión.
El elevador es frío y silencioso. El descenso tranquiliza mis ideas y me permite derramar una lágrima imperceptible, que vislumbro en mi reflejo en las puertas de metal. Me recrimino en solitario mi poca voluntad y mis limitadas fuerzas para cambiar mi historia.
Cabizbaja me dirijo a mi coche cuando he salido de mi refugio secreto. La Planta Baja está desolada. Sin nadie que me mire y murmure a mis espaldas, me dispongo a quitarme el disfraz de mujer fuerte profesional. Me marcho a casa para sanarme las heridas.
Luego de que me han entregado mi coche, veo que alguien pide el suyo tras de mí. Eduardo ya no se queda hasta tarde como solía hacerlo. También sale de la oficina y no ha buscado despedirse de mí.
No sé qué pensar. Creo que lo he echado todo a perder.
***No te pierdas la continuación en el próximo ¡¡¡¡Viernes de Relatos!!!!
domingo, 19 de abril de 2015
Un instante y aparece el empujón
Te levantas deliciosamente de la cama. El sol brilla con todo su esplendor matutino. Todo se ilumina a tu alrededor y en ese primer respiro del día, te percatas de que te sientes fuerte... poderoso... extraordinario... ¡¡invencible!!
No ocurre siempre de esta forma. Se puede presentar esta sensación siendo de noche, de tarde, en plena lluvia y en otras condiciones. No sabes qué elementos logran la mezcla perfecta para desatar esa sensación de que puedes hacer todo lo que quieras hacer.
Cuando sucede... ¡vaya que es genial! De repente sientes la adrenalina recorriendo tu cuerpo. La inspiración quiere convertirse en acciones. Todo lo que antes te detenía se vuelve pequeño y fácil de dejar atrás. Ves hacia adelante con tantas ganas, que sabes que de quererlo, realmente vas a conseguirlo.
En ese instante aparece el empujón.
Como si alguien te empujara por la espalda diciéndote: ¡Vas! ¿Qué esperas? Y planeas un poco y ordenas las ideas. Conjugas los verbos y ves las oportunidades. Vas a hacerlo... lo que sea que más quieres... vas a hacerlo. Está claro, lo sientes, te vibra, ¡es tuyo!
El problema de esto, es que ese empujón sucede como lo que es. Te avienta hacia el frente nada más. Si alguien te empujara por la espalda, muy fuerte, tu reacción será compensar el peso hacia el frente para no caer. Así evitas azotar contra el suelo. Alcanzas a dar tal vez un paso adelante, pero después, recuperas tu postura anterior y te mantienes estático, como lo estabas tiempo atrás.
Los empujones de la vida despiertan maravillosamente y cuando los convocas inconscientemente. Están escondidos por ahí y esperan que todo lo demás se sincronice para decirte: ¡Anda, tú puedes! Y te la crees. Lo crees tan fuerte que casi te estás moviendo por hacerlo realidad. Sólo que el empujón es perenne y el resto de la acción, la verdadera ejecución, depende por completo de ti, de tu voluntad; ya no más de un empujón.
Ahí es cuando tienes la oportunidad de hacer o no hacer. ¿Te esforzarás? ¿Por cuánto tiempo? ¿Seguirás avanzando o desistirás? Te quedas con el empujón... o trabajas por hacerlo real....
Hay que aprovechar esos empujones que te da la vida cuando sueñas con algo... pero hay que aprovecharlo para avanzar y no detenerse. Si te detienes y recuperas la rutina en la que estás envuelto, el empujón será sólo un recuerdo, así como la sensación de que hubieras podido hacer más.
La invitación de la semana: vive el empujón y sigue adelante, trabájalo. Aunque merezca mucho esfuerzo de tu parte... ahí hallarás la recompensa.
¡¡Que tengan un lindo inicio de semana!!
viernes, 17 de abril de 2015
Misión: no enamorarme (7o. Parte)
Viernes de Relatos
Gerardo... casi nos besamos la semana pasada. Sostuvimos la mirada mientras nuestros labios acortaban la distancia entre ellos. La música sonaba exageradamente fuerte y aún así pasó imperceptible para mis oídos. Su cuerpo lo sentía muy cerca del mío, su mano sobre mi mano apoyada en el asiento. Los nervios de la emoción de ser besada me tensaban la sensatez y la cordura. Me sentía contenta, me sentía feliz...
No nos besamos. Se retiró en el último instante que permitió una intrépida huida. De golpe aterrizaron mis ilusiones en el piso y con un chasquido imaginario la música de la banda se apoderó de la escena. Le miré extrañada y él no me miró. Se quedó con los ojos clavados en el suelo y con gesto apenado. ¿Qué pasó?
- Aún no estoy listo para esto - dijo rotundamente - Me han lastimado antes. Es como si tuviera clavado un cuchillo en mi corazón que no se ha marchado para dejar sanar la herida.
Conmovida por su explicación, le tome de su mano y le estreché con cariño. Estaba ahí confesándome sus heridas, sus tristezas, su pasado...
- No puedo quererte sintiéndome así. No me malinterpretes: te quiero, pero no puedo demostrártelo como quisiera. No ahora, no todavía...
Me acerqué a él y le tendí un abrazo muy fuerte. Apoyó su cabeza en mi hombro y me respondió estrechándome fuertemente entre sus brazos. No dije más, su respuesta me bastó para comprender que había sufrido igual que yo. Compartíamos el dolor.
Con este recuerdo me he quedado. Hoy no saldremos, iremos cada quien a su casa. Pensaremos en la situación y analizaremos si estamos preparados para darnos a una nueva relación. Estoy esperanzada, finalmente me ha dicho que me quiere. Creo que hacer caso a su recomendación de reflexionar el asunto es buena idea. Así podemos dejar atrás las heridas y empezar una nueva historia sin ataduras al pasado. Se trata esencialmente de disponernos a iniciar algo nuevo... un comienzo fresco y genial.
Hoy iré a casa y pensaré en ello. Finalmente conozco mi resolución, es lo que he deseado desde hace semanas. Yo quiero darle la espalda a tantas historias tristes en las que siempre salgo engañada. Una historia distinta, un trama mejor... presiento que con Gerardo lo podré tener. Sé que no debía enamorarme, pero lo estoy; pero... creo que él es diferente. Lo sé. Me ha dicho lo que siente, me ha dicho lo que guarda su corazón. Ha sido sincero y ha mostrado interés en mí.
Un suspiro me acompaña a la Planta Baja mientras bajo en el elevador. Se abren las puertas y me dirijo a la puerta. Alguien más espera por su coche en la entrada. Se trata de un hombre. Fijo la mirada para identificar de quién se trata.
Es Eduardo.
Los dos nos vamos cada uno a su casa.
**No te pierdas la continuación de esta historia en el próximo ¡¡¡Viernes de Relatos!!!
miércoles, 15 de abril de 2015
CUMPLEAÑOS #1 !!! FELICIDADES
Hoy se cumple un año desde aquella noche en que escribí el primer post en este blog.
Hace un año, la emoción que me carcomía los nervios y que peleaba una salida de mi mente y corazón, dio nacimiento al primer post. "Luna de Sangre" inspiró el inicio de la historia de este espacio en el que encontré un refugio de reflexión y expresión para contarte todo lo que sucede allá afuera y que a veces, entre tanto lío mental, te hace olvidar lo verdaderamente importante de este tiempo que se nos da para estar en la Tierra.
Aún siento en mi piel los sentimientos que me iniciaron en este camino de escribir. Los llevo conmigo tan arraigados, que aún me brotan relatos que llevan su esencia. Tal vez por ello es que no me canso de escribir aquí. Este blog me recuerda que no importa qué tan malo o qué tan bueno sea lo que pase... "Así es la vida, Lulucles" me digo todos los días y hay que seguir.
Una muestra personal de constancia y esfuerzo sostenido es lograr que esto viva durante un año. ¡Espero viva mucho tiempo más! Y lo genial es que aunque pareciera una actividad solitaria entre el teclado y yo, he encontrado la compañía de ustedes en este andar. Extraños que ya no son extraños y hacen más agradable el camino.
A ti, que has dado Google+1 a algún post que te haya hecho sentido... A ti que te has suscrito y no te pierdes ningún post... A ti que cada domingo lees el Post Dominical para arrancar la semana... A ti que te capturan los Viernes de Relatos y te despiertan la emoción de identificarte con algún personaje... A ti que has llegado por los azares de internet... A ti que te insistí para que te metieras alguna vez a leer... A ti que visitas de vez en cuando, buscando algo que te inspire otra vez... A ti que aunque no te guste sigues estando aquí... A ti que hoy no estás y fuiste quien me conmovió para empezar este blog...
A ti que eres parte de este lugar... sólo me queda obsequiarte de corazón una sencilla y poderosa palabra, que dice todo lo que te quiero decir hoy:
G R A C I A S
¡celebremos un año de vivir la vida juntos!
domingo, 12 de abril de 2015
No, no a todos
Hay cosas que son parte de la vida. El dolor, la alegría, el placer, la tristeza y puedes seguir con la lista. Algunas de esas cosas te ponen contento, otras de esas te ponen bastante mal. Como sea, vas aprendiendo, esperanzadamente, a manejar todas ellas. Las que te llevan los pies al cielo y las que te ponen todo tu cuerpo en el suelo.
¿Cuántas veces te has sentido realmente deprimido? ¿Cuántas veces te has sentido realmente alegre? ¿Cuántas veces has realmente fracasado? ¿Cuántas veces al tocado el éxito con tus manos? ¿Cuántas veces te has caído, cuántas te has levantado?
Sean las que sean, han pasado. Las has vivido, las has sentido. Creerías que eso es lo común, que a todos les pasa igual. Pero sorprendentemente no es así. Hay quienes te contará una o dos veces; mientras que otros ni podrán contarlas de tantas veces que les ha pasado. No es que quieras demeritar la historia de otros, pero vale la pena que abras los ojos y lo veas. Cada vez que te pasan esos momentos horrorosos que te ponen a prueba y piden de ti toda tu fuerza para levantarte, te haces valiente y creces. Exige todo de ti y a veces no crees que lo vayas a lograr. Y cuando lo logras, sigues adelante y punto. Crees que todos hacen igual, pero no es así. No a todos les pasa así. Porque hay quienes eligen un camino más cómodo donde no sucede esto a menudo. No es bueno ni malo, en realidad es sólo una decisión.
¿Cuánto de todo lo que te puede tirar te ha tirado...? pero lo más importante ¿cuánto de todo de lo que te puedes levantar te has levantado?
Si de repente te encuentras en uno de esos momentos tristes y duros de la vida, no te aflijas de más. Es un camino tortuoso, pero muy satisfactorio al final cuando lo has cruzado. Ya eres valiente por el simple hecho de estar atravesándolo, porque no todos se animarían a hacerlo. Ahora sé más valiente y sigue adelante. Porque no todos se animarán a hacerlo.
Si eliges vivir lo que es realmente vivir... esfuérzate, suda, exígete, rétate... y ¡disfrútalo! Vivir es un camino de crecimiento, y sin dolor no se crece. Y date tu mérito cuando te sientas acabado, porque no todos se animan a crecer por miedo a sentirse así. Estás en la antesala de algo realmente mucho mejor. Sólo tienes que continuar.
No te sientas deshecho por lo que te pasa. Estás viviendo y de eso te tienes que sentir orgulloso. Sigue avanzando y te percatarás de ello. Lo mejor viene después de ese momento en que ya no puedes más, cuando descubres que sí puedes con ello. Y siempre puedes con ello... créelo.
Esta semana la invitación es que te aplaudas por las veces que te has sentido con el cuerpo el suelo. No a todos les pasa. ¡¡Date ese reconocimiento!! Y sigue andando... que tu vida sea una historia que te emocione y te haga vibrar.
viernes, 10 de abril de 2015
Misión: no enamorarme (6o. parte)
Viernes de Relatos
Gerardo se coló entre mis sueños. ¡Quién iba a adivinar que se aparecería en el mismo sitio al que fui con Eduardo ese viernes! Desde lo sucedido, no dejo de pensar en él. Las mañanas en la oficina encienden mi ilusión de verle. Llego temprano y me tropiezo con él de casualidad en el pasillo, pues he memorizado su recorrido matutino. Sé dónde estará y a qué horas. Sé con quién suele tener reuniones y a dónde suele retirarse para pensar mejor sus ideas. Sé en qué momento se escapa para comer algo y cuándo se toma cinco minutos de descanso. Sé qué proyecto trae entre manos y sé que cosas se acomodan en su escritorio para alentarlo a seguir avanzando. Sé qué lo hace reír, sé que lo pone enojado. Adivino su humor con sólo sentir su presencia.
Sé que el plan de la semana pasada era claro. Gerardo no tendría por qué figurar entre mis sueños, pero el viernes que le vi entrar al bar simplemente mis ojos escurridizos desenfocaron a Eduardo de la escena y se clavaron en él. Aunque Gerardo iba acompañado de otros compañeros de trabajo, se olvidó de ellos al poco rato y se acercó a interrumpirnos a nosotros. Quise aferrarme a mis buenos modales y sólo le continué el saludo y me obligué a prestarle atención a Eduardo. Sin embargo, Gerardo no pretendía marcharse tan fácilmente. Insinuó que hacía unas semanas Eduardo se había incluido en nuestro plan, por lo que tenía derecho ahora, habiéndose hecho amigo mutuo, de compartir la velada los tres en la misma mesa.
Eduardo no hizo esfuerzo por alejarlo. Tal vez sus entrañas le reprochaban reclamar su sitio, pero no hizo nada. En su cortesía le invitó a acercar una silla y se acomodó con toda la desfachatez de la que era posible.
Así pasamos el rato los tres juntos. Gerardo que posee el don de adoptar el papel protagónico se lució a sus anchas. Marcó el ritmo y el tema de la conversación. Se adueñó de todo el momento y Eduardo no pudo más que secundarlo. Gerardo me coqueteaba con cada frase, despertando mi interés en él en cada una.
Toda la semana he estado cautivada por él. Gerardo esto... Gerardo aquello... hasta he dibujado su nombre en un papel mientras tomaba una llamada en la computadora durante una junta de trabajo virtual. Como niña en el colegio, me tiene suspirando por las letras de su nombre.
Esta noche hemos quedado de salir otra vez. Me he elegido el mejor vestido de todo mi armario para esta cita. Me he retocado el peinado y el maquillaje en el baño de la oficina. Las personas que se quedan hasta tarde lo empiezan a notar y murmurar sobre nuestra repentina cercanía. No me importa lo que puedan decir los demás sobre mí. Tengo una cita. ¡Qué importa! En este momento siento volar y nada me hará ir en picada contra el suelo. Salgo del baño hermosa y despampanante. Lo sé y lo corroboro cuando otras dos chicas han entrado al tiempo que yo he salido y me han "barrido" con sus miradas celosas. ¡Hoy despierto envidias!
Me dirijo al elevador. Acordamos vernos en la entrada donde le entregarán su coche. Se abren las puertas y me apresuro a entrar y picar el botón que me llevará a la Planta Baja. No me percato de que alguien me sigue, pues estoy buscando dentro de mi bolsa si llevo conmigo todo lo que he utilizado para afinar mi retrato en el espejo. Siento que alguien toca mi hombro. Levanto la mirada extrañada.
- Luces hermosa.
Es Eduardo, con voz tierna y calmada.
- Gracias... - respondo con remordimiento. Un balde de agua fría me ha caído de pronto sobre el cuerpo.
El elevador se abre en nuestro destino.
- Pásala bien con Gerardo - alcanza a decir al despedirse y adelantarse a la salida del edificio. En su mueca de resignación me sonríen sus mejores deseos para mí.
Se me pausa la respiración un instante.
Gerardo espera con la puerta abierta del coche. Su mirada me devora galante y me saluda con el roce de un beso suave en mi mejilla, que electriza cada poro de mi piel.
Estoy enamorada de Gerardo.
Y se supone que no iba a enamorarme.
**No te pierdas la continuación de esta historia en el Próximo Viernes de Relatos !!!
domingo, 5 de abril de 2015
Consiéntete
Un día ocurre que descubres que: tienes tiempo.
Es un instante calmado lleno de aires relajados, en los que no te importa el reloj. Éste puede andar y andar y no te preocupa su velocidad. Tienes tiempo porque no hay prisa por hacer otra cosa. Si eres sabio, ese tiempo lo invertirás y no lo malgastarás frente a la televisión. Harás algo más interesante, tal vez: consentirte.
Consentirte es hacer algo para ti mismo. Más allá de hacer lo que te gusta, es invertir ese tiempo en ti, en tu persona. Pocas veces las personas se consienten, supongo que dan por sentada su relación con su cuerpo, pero vale la pena que lo intentes de vez en cuando.
¿Un masaje anti estrés? ¿Una mascarilla? ¿Un tratamiento para el cabello? ¿Una sesión de belleza? ¿Un baño de espuma con lavanda aromatizando el ambiente? ¿Tu platillo favorito? ¿Probar un nuevo maquillaje? ¿Tal vez sentarte a meditar? Consentirte es apapachar tu cuerpo por un rato. Darle descanso y confort. Sirve para ti toda la semana. Sino fíjate mañana lunes... trabajará arduas horas. Estará sentado en la oficina mucho tiempo, también estará de pie por un largo rato. ¿Cuánto tiempo pasas en el coche? Comerá a sus horas, si es que no surgió algún imprevisto... Y la hora de dormir es la que más se sacrifica a costa de ganar tiempo para más pendientes. El ejercicio ayudará y espero lo incluyas obligadamente en tus rutinas.
¡Es hora de consentirte! Consiente a tu cuerpo. Dale un apapacho en muestra de agradecimiento por estar al pie del cañón en tus quehaceres diarios. Date un respiro y déjate apapachar por tantas cosas que puedes hacer para ti.
Esta semana: no dejes de consentirte. Descubre que tienes tiempo si quieres tenerlo. ¡Ya verás! Te lo agradecerás.
viernes, 3 de abril de 2015
Misión: no enamorarme (5o. parte)
Viernes de Relatos
Me encuentro mirando a Gerardo mientras bebe el café de la mañana. Sorbo a sorbo se ilumina su sonrisa y su simpatía se acrecenta mientras recorre los pasillos saludando a todos los compañeros. Viste elegantemente una corbata morada que le hace juego a su traje gris oscuro. No hay duda, me encanta lo que miro en él. En eso, su caminar lo acerca a mí en un repentino saludo que me dedica a la puerta de mi oficina.
- ¿Cómo estás?
- Bien, con algo de trabajo que tengo que sacar para hoy.
Gerardo se sienta en una de las sillas que tengo frente a mi escritorio sin haberle invitado a hacerlo. Dueño de mi espacio comienza a husmear en las boberías que hacen mío ese territorio. Un jardín zen, un florero con flores artificiales de colores magenta y morado, una lapicera completa y con todo lo necesario para trabajar y un lindo portaretratos sin fotografía.
- Le falta una foto a esta cosa.
Ahí solía estar la foto de mi exnovio.
- Sí, me falta encontrar una foto digna para colocar ahí.
- Nos deberíamos tomar una tú y yo. Así te acuerdas de mí mientras trabajas.
Con qué valentía y confianza lo dice. Está coqueteando, lo sé. Lo leo en su sonrisa pícara. De repente saca su celular, se levanta del asiento y se coloca detrás de mi silla. Activa su cámara y la apunta hacia nosotros. No bromea, quiere una foto de ambos. Sonrío sin mucha pretensión y aún sorprendida por su inesperada iniciativa.
- Te la puedo compartir si me das tu número de celular.
Así de fácil consigue mi número. Ya me envió un mensaje de texto y la foto inserta en éste. Ese fue el primero de varios mensajes, que se convirtieron en extensas charlas dentro y fuera del horario de trabajo. Mensajes que entretejían coqueteo y atrevimientos que me hacían sonrojar y reír nerviosamente. Le gusto, sospecho que le gusto. Él a mí también, no lo voy a negar. Me emociona la idea de ser correspondida por Gerardo.
Es viernes y salgo de la oficina flotando en el aire con un suspiro que me nubla la razón. Tomo el elevador en cuanto hace parada en mi piso. Entro en él y veo las puertas cerrándose hasta que alguien, con su mano, las detiene. Despierto del trance para descubrir a quien casi se le machucan los dedos entre las puertas. Es Eduardo quien entra a hacerme compañía en el descenso.
Tras unos prolongados segundos de silencio incómodo, se atreve a decir casi en un murmullo:
- No sé si la pasaste bien la otra vez... pero tal vez... si tú quieres... podemos - lo miré adivinando lo que le seguía a esas palabras, pero él tardó unos segundos más en concluir su idea - ¿podemos salir otra vez?
- ¿Hoy mismo?
- Si tú quieres... si no.... no hay problema. Si dices que no, lo puedo entender.
Eduardo evitaba mirarme a los ojos aún cuando yo se los buscaba para darle mi respuesta. Su timidez y pasividad me hubieran ahuyentado de no ser porque súbitamente recordé mi nuevo plan, ese que había olvidado esta semana por culpa de la gallardía de Gerardo.
"No te enamores del que siempre te enamoras" repetí.
Con un sentimiento de niña castigada acepté salir con Eduardo. Recorrimos el pasillo a la salida del edificio andando uno junto al otro en silencio. No iba flotando en una nube de algodón rosa ni sintiendo los miles de suspiros empujándose en mi pecho. Mis pies iban aferrados al suelo y la mirada puesta fijamente en la tierra.
Quiero resultados diferentes, ¿cierto?
Esto es lo que hay que hacer.
***No te pierdas la continuación el próximo viernes en... ¡Viernes de Relatos!
Suscribirse a:
Entradas (Atom)