Frases

Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.


viernes, 3 de abril de 2015

Misión: no enamorarme (5o. parte)


Viernes de Relatos

Me encuentro mirando a Gerardo mientras bebe el café de la mañana. Sorbo a sorbo se ilumina su sonrisa y su simpatía se acrecenta mientras recorre los pasillos saludando a todos los compañeros. Viste elegantemente una corbata morada que le hace juego a su traje gris oscuro. No hay duda, me encanta lo que miro en él. En eso, su caminar lo acerca a mí en un repentino saludo que me dedica a la puerta de mi oficina.

- ¿Cómo estás?

- Bien, con algo de trabajo que tengo que sacar para hoy.

Gerardo se sienta en una de las sillas que tengo frente a mi escritorio sin haberle invitado a hacerlo. Dueño de mi espacio comienza a husmear en las boberías que hacen mío ese territorio. Un jardín zen, un florero con flores artificiales de colores magenta y morado, una lapicera completa y con todo lo necesario para trabajar y un lindo portaretratos sin fotografía.

- Le falta una foto a esta cosa.

Ahí solía estar la foto de mi exnovio.

- Sí, me falta encontrar una foto digna para colocar ahí.

- Nos deberíamos tomar una tú y yo. Así te acuerdas de mí mientras trabajas.

Con qué valentía y confianza lo dice. Está coqueteando, lo sé. Lo leo en su sonrisa pícara. De repente saca su celular, se levanta del asiento y se coloca detrás de mi silla. Activa su cámara y la apunta hacia nosotros. No bromea, quiere una foto de ambos. Sonrío sin mucha pretensión y aún sorprendida por su inesperada iniciativa.

- Te la puedo compartir si me das tu número de celular.

Así de fácil consigue mi número. Ya me envió un mensaje de texto y la foto inserta en éste. Ese fue el primero de varios mensajes, que se convirtieron en extensas charlas dentro y fuera del horario de trabajo. Mensajes que entretejían coqueteo y atrevimientos que me hacían sonrojar y reír nerviosamente. Le gusto, sospecho que le gusto. Él a mí también, no lo voy a negar. Me emociona la idea de ser correspondida por Gerardo.

Es viernes y salgo de la oficina flotando en el aire con un suspiro que me nubla la razón. Tomo el elevador en cuanto hace parada en mi piso. Entro en él y veo las puertas cerrándose hasta que alguien, con su mano, las detiene. Despierto del trance para descubrir a quien casi se le machucan los dedos entre las puertas. Es Eduardo quien entra a hacerme compañía en el descenso.

Tras unos prolongados segundos de silencio incómodo, se atreve a decir casi en un murmullo:

- No sé si la pasaste bien la otra vez... pero tal vez... si tú quieres... podemos - lo miré adivinando lo que le seguía a esas palabras, pero él tardó unos segundos más en concluir su idea - ¿podemos salir otra vez?

- ¿Hoy mismo?

- Si tú quieres... si no.... no hay problema. Si dices que no, lo puedo entender.

Eduardo evitaba mirarme a los ojos aún cuando yo se los buscaba para darle mi respuesta. Su timidez y pasividad me hubieran ahuyentado de no ser porque súbitamente recordé mi nuevo plan, ese que había olvidado esta semana por culpa de la gallardía de Gerardo.

"No te enamores del que siempre te enamoras" repetí.

Con un sentimiento de niña castigada acepté salir con Eduardo. Recorrimos el pasillo a la salida del edificio andando uno junto al otro en silencio. No iba flotando en una nube de algodón rosa ni sintiendo los miles de suspiros empujándose en mi pecho. Mis pies iban aferrados al suelo y la mirada puesta fijamente en la tierra.

Quiero resultados diferentes, ¿cierto?

Esto es lo que hay que hacer.



***No te pierdas la continuación el próximo viernes en... ¡Viernes de Relatos!

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Gracias por dejar tu comentario! Te leeré así como tú me lees