Si tengo un libro en mis manos, cuya historia me ha capturado al grado de provocarme ansiedad cuando paso sus páginas, es inevitable que me carcoman las ganas de leer pronto el final.
Es una curiosa sensación, porque al tiempo que quieres saber en qué va a terminar, tampoco quieres que termine de lo entretenida que está la historia.
A veces creo qué así nos pasa con la vida. Quisiéramos saber el final. A veces no tan motivados por lo increíble que está su narración, sino porque tanto dolor, tanta desilusión y tanto fracaso algún sentido tienen que tener. La vida nos presenta tantos retos a superar, tantas cosas que debemos dejar atrás, tantos momentos de los que debemos levantarnos, que la esperanza radica en que un día, cuando ha transcurrido el tiempo preciso, las heridas habrán sanado y podremos sonreír otra vez. Pero para enterarnos de que somos capaces de avanzar, tenemos que hacer eso: seguir y seguir, aún cuando resulte muy difícil hacerlo.
Es casi como en los libros. Muchos personajes interesantes no la tienen nada fácil. Andan y andan conforme avanza la historia, procurando resolver los conflictos a los que un autor se ha encargado de someterlos. Requieren valor y mucha voluntad para salir airosos y vencedores. Y conforme eso ocurre, los nudos se resuelven increíblemente con cosas grandiosas, a las que no hubieran sido acreedores si no se hubieran atrevido a continuar. Superan lo insuperable y hacen posible lo imposible, innovan lo convencional y demuestran que no hay límites. Esos grandes personajes inspiran creer que en el final, todo tiene sentido y un por qué, que agraciadamente, son para bien, aunque en ese momento, no lo veamos.
Nos gustaría adelantarnos unos años y descubrir el final. ¿Lo logramos superar? ¿Eso dejó de darnos tanta lata? ¿Conseguimos lo que buscábamos? ¿Aprendimos lo que teníamos que aprender? ¿Encontramos lo que buscamos? o tal vez, no importa cuál fuere el final, ¿nos encantó la historia?
La invitación de la semana: Sea cual sea el final, ten por seguro que lo forjas cada día con las decisiones que tomas, con la pasión con la que escribes la historia y con la perseverancia de continuar escribiendo aunque te den ganas de soltar el lápiz. Y aunque la trama te haga llorar de vez en cuando, no olvides que esa reacción sólo la logran las grandes historias. Así que tranquilo y haz de la tuya una grande.
¡¡¡¡Que tengan un lindo inicio de semana!!!!
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