Más de un año. La vida se escurre entre instantes apresurados que se acaban en lo que dura un respiro. Un año es imperceptible cuando te has mantenido ocupada. Así me ha pasado contigo. No me he percatado de las muchas hojas que he arrancado del calendario por perderme en tus ojos café claro. La historia que hemos escrito es vasta, completa y variada. Tiene giros inesperados al voltear la página. Renglones que te sacuden y frases con las que te comes las uñas ansiando leer más. Dos personajes interesantes y nudos entretenidos. Sin embargo, posee un trama en declive avanzados los capítulos. Párrafos monótonos, planteamientos que conducen a la nada... y un lector exhausto de tanta decepción, que aclama por un desenlace liberador.
En el conteo final que resulta de poner las ventajas y desventajas sobre una balanza, aún cuando lo reclamo, no me atrevo a mirar el resultado. La razón insiste determinante en mirar para decidir. Mi corazón terco e ingenuo se ilusiona buscando en los recovecos de mi memoria migajas para sumar a favor nuestro. En la búsqueda de sabiduría para elegir, me encuentro frustrada aún más cuando cuento el relato que me trajo hasta aquí. Escuchar mi narración me regresa cual espejo la percepción inequívoca de lo absurdo que es no poder defender ni mi propia versión. Es un caso que ya tiene dictaminada su resolución. No hay pruebas que ayuden al defensor a librarle un juicio favorable. Es obvio a la luz de la razón: está perdido.
¿Por qué es tan difícil fluir con la respuesta? Culpo a esos ojos café que me hostigan cuando duermo; a esa sonrisa de dientes salvajes que no obedecen al orden de la estética. A ese cabello rebelde que las tijeras doman de vez en vez. A ese cuerpo esculpido que me atonta cuando lo miro. A los comentarios chuscos que siempre fueron inoportunos cuando quería ser seria. A la torpeza que tienes para enamorarme y al simbolismo con el que nos habló el universo para cultivar en nosotros la idea de estar hechos el uno para el otro. Culpo a tus ocurrencias, a tu maestría para mantener la serenidad, a las frases románticas que hilvanaste en las noches para saciar mi sed de romanticismo y culpo más aún a ese idioma que sólo tú y yo nos hablamos hablando de amor.
Te culpo a ti por lo que significas para mí. Por lo que haces de mí con tu compañía y por lo que he visto que hago en ti cuando estás conmigo. Por todo lo que una vez creamos, pero que hoy deshacemos con descuido. Por la canción que hace meses entonamos juntos al unísono y que hoy tarareamos cada uno por su lado.
Me culpo por no poder dejarte ir, por la decisión imperante que me arrebata mis horas de dormir. El desenlace es lo que sigue, ya no hay trama que continuar, no más nudos que desanudar. ¿Qué mantendrá cautivada su lectura a partir de aquí? ¿Qué la hará emocionante y quitará la respiración? Esta historia es sólo interesante cuando la escribimos los dos, y siento que sólo yo sostengo la pluma. Tu mano se ausenta y la página en blanco te extraña. Yo te extraño.
Doy vueltas y vueltas sin tomar una decisión. Me aferro a los
pretextos y a la esperanza que hace lo imposible por mantenerse en pie. La
música en el piano se extingue, se oscurece. Una nota suena y luego de un
prolongado silencio, otra nota más. ¿Dónde estás? Tengo que decidir, y la ironía que duele más es saber que ya ni estás aquí.
Buaaa señora!! Me gustó mucho este post! Está mega triste... Pero lindo a la vez! TQM!!
ResponderEliminarPequeña!! Muchas gracias por el Comment. No pude evitar derramar una lagrimita mientras lo escribía. Gracias por leerlo, qué bueno que te gustara. TKM =
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