Esa que ves, no sólo será tu suegra, sino también la abuelita de tus hijos.
No sé cómo les haya ido a ustedes en la feria, pero en lo personal, algunas visitas a ésta han sido gratas y otras ingratas. Así es, en las experiencias de la vida, todo es posible.
Una relación amorosa en sí tiene sus complejidades y por si fueran pocas, la vida se jacta de regalarte pruebas con buenas intenciones de su parte. Sólo que, me pregunto si un día te dará un respiro... lo dudo. Y es así como se añade el ingrediente extra a la relación amorosa con tu novio. Un ingrediente peculiar e innecesario: La Suegra. (que aunque viene de ambos lados, la que es madre del hombre es la que vamos a abordar)
Como decía, este ingrediente puede sazonar tu relación o quitarle sabor. En lo que a mí respecta, las singularidades de aquellas que le quitan sabor son las que te remiten a anécdotas graciosas una vez que las superas. Al principio resultan un calvario, un camino en el desierto sin agua en tu cantimplora, una piedra en tu zapato que no puedes quitar aunque le sacudas. Está ahí, imperiosa y constante.
Este tipo de suegras viene en diversas presentaciones y con diferentes historias que le justifican. Están aquellas que han adoptado a sus hijos como pareja, están aquellas que han conservado a sus hijos como niños pequeños y están otras que se han convertido en niñas cuyos hijos son sus padres. El asunto es tan complejo y profundo, que especialistas profesionales en el tema le dedican extensas sesiones en terapia a casos de esta índole.
Como sea, lo que nos atañe a nosotros no es tanto el entendimiento de las causas, sino los relatos que extraemos de esto. El minuto a minuto que narramos cuando lo vivimos. Nuestras emociones que florecen con sus acciones, el asombro que suscitan y acaban con nuestra incredulidad cuando aprendemos de lo que son capaces. Esa mágica y exasperante sensación de comprender que, es real, aún no lo has visto todo, porque pueden hacer "eso" y mucho más.
El suceso más común son las llamadas interminables a su celular. Así es, recibe más llamadas de su mamá, que de su propio jefe. Si ha anochecido, las llamadas serán recurrentes, porque el riesgo romántico de la noche es motivo de susto para ella. Entonces se asegurará de interrumpir cualquier gesto amoroso entre tú y él. Ella impedirá que suceda y marcará a su celular una, dos, tres y hasta cuatro veces si es necesario. Otro suceso aterrador, es ese en el que el silencio se termina tras una sencilla pregunta que brota de sus labios: "¿La quieres más a ella que a mí?" "Ella" eres tú, claro. Se inicia entonces una fatídica guerra, donde el novio queda a merced de decir la verdad, decir una mentirijilla piadosa o responder lo más condescendiente posible. Como sea, si esta suegra es de este modo, es porque ya sabemos qué tipo de respuesta recibirá; una en la que definitivamente no le romperá el corazón de madre y tú formarás parte de ese turbio triángulo amoroso.
Estas suegras están dispuestas a dar pelea. Así es, tienen la espada desenvainada para proteger a sus tesoros y su cómoda situación con ellos. Están las que frente a ti buscarán colarse entre sus brazos. Sí, las hay. Si creías que el caminar por la calle tomada de la mano de tu novio era un gesto exclusivo para ti, te han engañado. Sabemos que hay suegras que se debatirán el brazo que queda al aire para caminar juntito y cerquita de sus hijos, mientras tú le acoges cariñosamente su otra mano. Irán los tres por la calle disfrutando del paisaje. (Nótese que en situación de enfermedad, convalecencia u otro impedimento físico tendría sentido, pero si no es así: ¡¿por qué lo hacen?!)
¿Qué tal la tradicional comparación sobre tu dominio del arte culinario? Algunas suegras están tan preocupadas por la nutrición de sus hijos, que harán que pases la prueba de: "Cocinar como yo". Porque claro está que necesitan constatar que tú no serás la culpable de bajar sus niveles de proteínas, grasas, fibra, hidratos de carbono y agua... ¡Mentira! Esta lucha de quién tiene el mejor sazón, quién cocina mejor, a quién le sale mejor el platillo tradicional mexicano de la receta antiquísima de la familia es absurda. Sin embargo, hay quien te la hace pasar. Tu desempeño en la prueba te ameritará un juicio con el que tendrás que vivir. Es así... resígnate.
Que si limpias la casa, que si sabes planchar, que si no te sabes arreglar, que si tratas o no tratas a su hijo... el escrutinio de una suegra de este tipo encontrará tus fallas y las señalará. Jugará a ganar su lugar y su posición como la única mujer en la vida de su hijo. En mayor o menor grado, la contienda te espera y no te queda más que aprender a usar los guantes de box en el cuadrilátero. Puedes tirar el mejor gancho y ganar en un round o poner las dos mejillas y recibir con dignidad los golpes del contrario sin límite de tiempo. Tú eliges cómo participar en la inevitable rivalidad con la suegra, sólo asegúrate de velar por lo principal: la relación con tu novio. ¿Por eso estás ahí, cierto?
Las suegras... ¿qué nos tienen preparado esta vez?
Como sea que te resulte tu visita en la feria, sea buen día o mal día, hay que tener presente una realidad. Ellas engendraron y dieron vida al hombre del que te has enamorado. Ellas le educaron y le dieron la formación, que bien o mal, es la que te ha fascinado a ti. Es a quien le debes la existencia de tu novio. Así que si la relación vale la pena lo suficiente como para vivir esas aventuras a lado de la madre de tu hombre y encuentras la forma de congeniar sin sufrir... ¡adelante, ya la hiciste! Por otro lado, considera que aunque quisiéramos hacernos de la vista gorda y no ver lo que está frente a nosotros con su enorme tamaño: tu suegra y tú no sólo estarán unidas por este novio tuyo, sino también, a la larga, por esa tierna relación de abuelita - nietos que se estrenará en el futuro. Y ella va a influir en ellos, como cualquiera influye en el otro en una interacción humana. I-n-e-v-i-t-a-b-l-e.
Así que piénsalo, medítalo, reflexiónalo y no te mientas a ti misma. Tú mejor que cualquiera conoces tus cartas. Juégalas como a ti te plazca y... ánimo, ninguna suegra es perfecta, pero puedes aprender a amarlas como son. (Si es que no las matas primero)
¡Ánimo y ríete de tu suerte, que la feria no dura para siempre!
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