¿Te has percatado de lo que significan las fotos hoy?
Es curioso que la fotografía hoy sea una actividad tan común. Recuerdo que en mi infancia la facilidad de tomar una foto no era como la que se tiene hoy. Tuve que hacer un tremendo esfuerzo por pedir que mis padres me compraran una. Luego de comparar varios modelos de cámaras, valorar los tamaños, los precios, los colores y las funciones, accedieron a regalarme una cámara color amarillo rectangular con una correa negra que le colgaba a uno de sus costados. Era algo fácil de portar y había que tener cuidado para introducir el rollo fotográfico. Algo había de especial en esa tarea, que de no ser bien ejecutada arriesgaba que el rollo se "velara". Había que hacerlo con destreza.
Ignorabas la calidad de tu foto hasta que fuera revelada. Esto hacía angustiante el proceso a mi edad. Apretaba el botón y me esforzaba por obtener una buena toma, que cuando me entregaban los resultados en la tienda me decepcionaba. El sobre que me entregaban contenía fotos que habían sido arruinadas por mi pulgar que salía en primer plano. Desenfocadas otras tantas y con exagerada falta de luz en los espacios cerrados. Para corregir todos mis errores tenía que esperar a que otro rollo se terminara. El proceso de aprendizaje de tomar fotografías era más lento, pero era genial tener una cámara, pues no todos los niños de mi edad se interesaban en darse ese lujo. Era raro tener una cámara a la mano.
Actualmente ocurre lo contrario. En cualquier sitio alguien está tomando una foto. Ese "alguien" me pregunto si habría estado tomando una foto en ese preciso instante, si hubiera estado situado décadas atrás y hubiera tenido que comprar una cámara que no estuviera incluida en su celular. Hoy todos (o casi todos) parecen aficionados a la fotografía. Esta actividad se ha convertido en parte de lo que todos hacemos. Lo cotidiano y simple amerita una foto. La comida amerita una foto. La mascota amerita una foto. El tráfico amerita una foto. Un letrero amerita una foto. Incluso sospecho que en el pasado se la pensaban más antes de organizar una foto de grupo entre amigos. Ahora basta con que todos se arrimen y apretujen un poco para caber en el foco de la cámara, que alguien extiende con su brazo apuntando hacia ellos. Y hoy todo amerita decir: ¡foto, foto!
La accesibilidad para tomar una es sorprendente. Sean buenas o malas tomas, no importa, lo esencial es que capturaste el instante para siempre. Me imagino que para eso fue pensado en primer lugar el asunto de tomar una foto: perpetuar el ahora. La foto es la respuesta más sencilla a la búsqueda de la trascendencia, y para adornar más sus beneficios, la tecnología nos permite compartirla con otros al instante. El juego de tomar fotos conmemora lo que somos, lo que nos gusta, lo que nos disgusta, lo que nos quita el aliento... nos facilita "recordar" y "compartir". Hace de nuestras memorias un objeto tangible y viable para difundir.
Lo maravilloso es la cantidad de aficionados a esto. ¿Qué otras actividades ganarían adeptos si su accesibilidad fuera así de cómoda y ágil? ¿Cuántas personas descubrirían un interés en una actividad si se las hacemos más cercana a ellas? Me intriga pensar en ello. ¿Será cuestión de accesibilidad o también de popularidad? ¿Qué hace que tomar fotos sea algo que hoy se practique tanto? Más allá de que se aplique la técnica al hacerlo, definitivamente es un recurso del que muchísimos participan.
Siempre hay alguien tomando una foto o viendo una. Y siendo tan fácil tomarla, no se desperdicia la oportunidad de hacerlo si la tienes.
Así que en esta época de la fotografía aficionada, ¡sonríe! Y si no te gusta la foto, repítela. Finalmente es como todo en la vida: si no te gusta lo que ves, hazla otra vez hasta que te salga bien.
Tomen muchas fotos y recuerden: disfruten los instantes que los ameritan, para que sus fotos reflejen honestamente lo genial que fue vivirlos.
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