Frases
Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.
domingo, 5 de octubre de 2014
¿Dejará de doler?
Se dice que el dolor se va cuando lo aceptas y lo respiras. A las mujeres que están a punto de ser mamás se los dicen, por eso aprenden a respirar y mantener la calma, para relajarse y dejar que todo fluya. Al resto de nosotros, nos dicen que basta con respirar profundamente para que el dolor se disipe y que entre más atención le pongas, más duele.
El dolor físico parece ser así. El dolor emocional, también tendría que ser así. Sin embargo, hay cosas en la vida que un par de buenas respiraciones no lograrán quitarnos el dolor. Exigen más de nosotros mismos para que dejen de doler, pues apenas se nos ocurra descuidarnos o bajar la guardia, se apoderan de nosotros y perdemos la batalla.
El dolor emocional es el más duro. No sana por sí mismo como el cuerpo. El cuerpo no nos pregunta tanto por nuestra voluntad y sana. Si nos raspamos, si nos fracturamos... el cuerpo hace lo suyo y empieza a sanar. Lo que nos ha herido el alma, eso sí que duele más y para que deje de doler, requiere de nuestra plena y consciente participación. Aunque digan que el tiempo lo cura todo, no es sólo el pasar de las hojas del calendario lo que cura, sino nuestra aceptación de los hechos y el propósito fuerte de seguir avanzando pese a lo que nos ha lastimado.
Duele mucho, esas heridas duelen mucho. Entre más profundas, tardan más en sanar y mientras se sanan, duelen. A veces nos incitan a llorar, otras a estar de malas y en otros casos nos tiran en lapsus depresivos. Si nos negamos a sentir ese dolor, duele más todavía. Si nos permitimos sentirlo, el dolor encuentra una vía por donde salir y dejarnos un rato en paz. Por eso lloramos, porque las lágrimas son el canal más rápido de limpieza, el símil con el agua que genera una corriente y arrastra a su paso la suciedad que tiene que llevarse. Esas lágrimas son nuestras aliadas en momentos así.
El asunto es que sanar estas heridas toma su tiempo. No es de un día para otro, ni de un mes para otro... y no sabemos qué tan rápido sanarán. Algunas son más rápidas que otras, y unas son tan lentas, que nos preguntamos: ¿Algún día dejará de doler?
La respuesta es "sí". Si te esfuerzas y dejas fluir, siempre deja de doler. El problema es abandonarnos en el dejar fluir la vida y en el aceptar los hechos tal como son. Buscamos razones, buscamos explicaciones y motivos. Lo cierto es que las respuestas tal vez no las tengamos jamás... y sólo queda despojarse de los "hubiera" y seguir andando sin cargarlos a cuesta. Despedirse y dejar atrás. Sinceramente, dejar atrás.
Conforme descubres que no tienes control sobre las cosas de la vida y aprendes a confiar, es más fácil que sane y deje de doler. Cuando estés listo para abrazar el presente y aceptarlo como es, dejará de doler. Finalmente, la vida duele. Sólo que no tiene que doler para siempre. Que duela cuando deba doler y deje de doler cuando deba dejar de doler.
Respirar y avanzar. Tan fácil... sí, tan fácil si dejas de pensarlo tanto.
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