Frases
Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.
viernes, 24 de octubre de 2014
Los viernes soy soltera (3o. parte)
Viernes de Relatos
- ¡¡¿Cómo te fue?!!
La casamentera experta no vaciló en llamar en cuanto llegué a casa.
La cita tuvo lugar en el cine. Una comedia romántica para variar, clásico de una cita a ciegas. Obviando las pretenciones de generar un ambiente romántico en el que floreciera nuestro amor, me hice la desentendida y dejé que fluyera el plan que él había armado para mí.
Al salir del cine, la cena para comentar la película era lo siguiente en la lista.
Admito haber estado nerviosa al inicio, pero al percatarme de lo nervioso que estaba él me olvidé de lo mío y me relajé. El hombre estaba al punto de la deshidratación de tanto sudor que le escurría por la cara. Constantemente sacaba de su pantalón un pañuelo para secarse, que pasaba de vez en vez por sus anteojos para limpiarlos y mirarme mejor. Su calva le sumaba más años de los que tenía en realidad y relucía bajo el foco que convenientemente alguien había dispuesto poner sobre nosotros al acomodar la mesa en esa pared. Así que entre el calor y el nervio el tipo no debía estarla pasando nada bien. Al ordenar el menú, quiso memorizar lo que pediría cuando me preguntó lo que me apetecía. Dictarlo al mesero fue una hazaña, tartamudeaba al hablar e intercambió algunas cosas por otras. En vez de filete de pescado empanizado, terminé comiendo filete de pescado a la plancha. En vez de vino blanco; vino tinto. El colmo fue cuando la charla derivó en una crisis. Derramó la copa de vino sobre la mesa, que a su vez sumergió en vino mi platillo. Quiso evitar más desastres y se levantó deprisa de su asiento, llevándose sin querer el mantel de la mesa entre sus piernas, lo que hizo que todos los platos y el florero en el centro cayeran al suelo. No contento, trato de limpiar la comida que cayó sobre mí con su servilleta, lo que le sirvió para manosearme un rato hasta que me quité sus manos de encima.
- Fue toda una experiencia - le dije a mi amiga sarcásticamente.
- No pudo estar tan mal - dijo ella defendiéndose en la contienda para librarme de mi soltería.
Traté de encontrar algún detalle que me hubiera parecido favorable. Lo medité un rato en silencio mientras mi amiga esperaba paciente al otro lado del auricular. Sus modales lo distinguían. Había corrido mi silla para poderme sentar a la mesa, me cedía el paso al llegar a una puerta, había procurado ordenar por mí y no empezó a comer hasta que yo probé el primer bocado. Sin embargo, mi decepción en lo demás no dejaba relucir el que fuera un caballero.
- Es buen hombre, sólo que no eres paciente. - sentenció mi amiga - Deberías al menos agradecer que el mío no te dejó plantada.
Suspiré al recordar la semana pasada... ya veremos cómo me va el próximo viernes.
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