Frases
Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.
viernes, 31 de octubre de 2014
Los viernes soy soltera (4o. Parte)
Viernes de Relatos
- Admito que la idea de una cita a ciegas no era precisamente mi plan para hoy - reconoció él cuando comíamos el postre. Habíamos salido a cenar. La ironía, es que planeó ir al mismo sitio al que el otro me llevó el viernes pasado. Sin embargo, el que la charla fluyera tan maravillosamente me hizo olvidar la coincidencia.
- ¿Por qué, no te gustan las citas a ciegas?
- No es eso, es que...
El silencio me aterró por un instante. ¿Qué iba a decir?
- Hace dos semanas mi novia y yo terminamos.
Recién terminaron. Vaya situación.
- Te ves muy bien para haber terminado hace tan poco.
- ¿Sí? Gracias, de hecho por eso me insistió con esto tu amiga, me sugirió que así podría olvidarme de Lorena, mi ex, ya sabes...
En una frase me convertí en el clavo que saca al otro clavo.
- Y... ¿por qué fue que terminaron? Si es que se puede saber...
- Ella quería casarse... y yo, la verdad es que no quiero eso. Tengo tantas cosas que resolver de forma personal, que un compromiso de esa magnitud simplemente no me iba.
- ¿Qué cosas tienes que resolver?
- Bueno - justificó un poco - ella decía "que tenía yo que resolver", la verdad es que a mí nada de lo que me decía me quitaba el sueño. Pero a ella sí, por lo que lo mejor era dejarlo por la paz.
- Vale... pero ¿qué cosas tenías que resolver según ella?
Silencio otra vez.
- No creo que deba decírtelo en la primera cita. ¡Qué vas a decir de mí!
- No lo sé, sería por eso mejor que me lo dijeras, ¿no?
Silencio.
- No, mejor otro día, si es que lo hay, ¿no?
"¿Si es que lo hay?" Qué tipo de respuesta era aquella. Lo que había empezado agradablemente, ahora comenzaba a pesarme. Tal vez invadí el terreno personal demasiado rápido, pero la intriga sobre aquello que Lorena había tachado de inmadurez en él me mantenía curiosa.
Llegó el momento de pedir la cuenta. La puso el mesero al centro de la mesa. Él no hizo esfuerzo por tomarla, así que luego de tenerla ahí abandonada un rato, la tomé y la abrí. Leí en voz alta la cantidad y busqué mi bolso para sacar la tarjeta. Él no hizo ningún movimiento. ¿Qué se supone que debía interpretar? Charlé un poco más dando tiempo a alguna respuesta de su parte. Nada... Así no más, llamé al mesero y le pedí se cobrase de mi plástico la cantidad completa y le agregara el respectivo porcentaje de propina. El mesero se retiró e hizo lo suyo, mientras mi acompañante trazaba círculos con su dedo sobre la mesa.
Nos retiramos del sitio, cada uno por su lado. Nos despedimos en el Valet Parking. Un abrazo y un beso en la mejilla fue lo que recibí. No esperaba que me invitara la cena, pero al menos recibir un agradecimiento hubiera sido agradable. ¿Acaso esa sería una de las cosas que apuntaba Lorena, su exnovia? Sí era así, yo la apoyaba aunque fuera a distancia, porque ningún lazo nos unía como para suponer que iba yo a absorber por completo el gasto de la salida.
¿O qué le habría dicho mi amiga que lo llevó a suponer eso?
- ¡Qué fijada eres! - me dijo ella al otro lado del celular - Hoy las mujeres ya pagan la cuenta.
¿Será? Si es así, vaya que hacía mucho no me dedicaba a salir.
De cualquier modo, no me animaba a tener una segunda cita, así que me dispuse a olvidar lo ocurrido y me eché en la cama a dormir.
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