Viernes de Relatos
La indecisión es un viaje largo. Los dilemas que se sobre piensan sólo consiguen agotarte sin llevarte a ningún lado. Son como una anestesia de la que despiertas a la mitad, sientes el hormigueo molesto y la necesidad de que se pase, pero estás atorada en esa sensación. Ni se duerme, ni se despierta.
Los días avanzan y sigo sin decidir. Me he dejado atrapar por una terrible monotonía. No puedo disfrutar de David, ni tampoco de él. Me la paso descifrando la mejor decisión, pero sin valor a tomarla, el tiempo se me escurre entre las manos.
El calendario sigue avanzando y noto que ya han pasado tres años desde aquella primera vez sentados en la banca. Ambos tienen lo suyo. David extrae de mí la diversión y la locura de las noches de fiesta y las bromas con amigos. Él extrae de mí las palabras que me componen, que me interesan profundamente. Le comparto mis ideas y me presta las suyas.
Tardes sentada en el parque, bajo árboles hermosos que nos cobijan con su fresca sombra. Música que hace danzar mis músculos y reír de lo banal. Dos mundos que me gustan, pero uno me fascina más. Tal vez uno de ellos pueda entrar al otro. Podría tenerlos ambos, pudiera ser. Tal vez pueda ser. David no será de los que charle sobre la vida conmigo, pero tal vez él sea de los que quiera bailar conmigo. Podría ser una posibilidad. Sería cosa de probar, pero no querrá probar hasta que no haya nadie más.
Siento una emoción irresistible que hace latir mi corazón deprisa.
Mañana citaré a David para tomar café. Le extrañará mi plan, pero es momento de sentarnos a hablar.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejar tu comentario! Te leeré así como tú me lees