CREER
Dedicado a Sensei Josué Novoa, quien persiste en enseñarme a creer.
De niños lo hacemos con ojos cerrados, nadie nos ha arruinado el sentimiento al que le hacemos caso cada vez que se nos presenta la oportunidad. Nos creemos todo, desde las historias que para los adultos son fantasiosas, hasta las cosas que tienen que ver con nosotros mismos. Si nos dicen que existe la magia, lo creemos. Si nos dicen que existen los monstruos, lo creemos. Si nos dicen que somos poderosos y podemos hacer lo que queramos, lo creemos. Sin embargo, conforme crecemos, se nos olvida creer. Poco a poco nos enseñamos que la razón y la lógica son armas que tenemos a nuestro alcance y nos vamos adaptando a sus beneficios, hasta el punto en que les depositamos todo nuestro mundo.
Algunas cosas parece que estamos obligados a desmentirlas al crecer. Explicamos que es imposible que un ser vestido de rojo atraviese el mundo repartiendo regalos en un trineo volador y encontramos lo que realmente ocurre. Ningún adulto cree que los regalos provienen de este personaje. Nos sentimos en la obligación de dejar de creer y participar de una realidad que se sostiene por explicaciones lógicas. También dejamos de creer que nuestros padres son héroes y que lo saben todo. Analizamos que son seres humanos voluntariosos y geniales, pero que cometen errores como todos los demás. Les quitamos el ingrediente fantástico y los colocamos en un plano terrenal que merece nuestra admiración. Pronto, todo lo que ocurre a nuestro alrededor tiene como referencia una explicación que surge del análisis de la razón.
Creer no es precisamente el hecho de depositar la veracidad en lo imaginario o fantástico. Creer es eso que hacíamos de niños: poner el corazón en una idea y aceptarla sin buscarle los remaches que descubren su falsedad. Queremos encontrarle a los planteamientos una respuesta de adulto, exageradamente cierta. Si nuestra madre nos dice "qué hermosa eres", lo dudamos. "Eso lo dice porque es nuestra madre" Ejemplo que evidencia nuestra maña de poner todo el tela de juicio. "Mira, qué guapo es él" dice una chica al mirar a un chico pasar por la calle. Entonces dice la otra "¿Estás bien de lo ojos?" Y la primera chica se despide de su idea así nada más.
Creer es cosa de sacudirte por un rato la lógica de la razón. Si bien tu madre te verá con buenos ojos, ¿por qué no creerte que lo eres aunque lo diga ella? Si tú crees que alguien es guapo y te saca un suspiro, ¿por qué dejas de creerlo cuando alguien enjuicia lo contrario? A veces para creer hay que hacerse de oídos sordos. Es como cuando tu amigo en la infancia delata al verdadero hombre de rojo que deja los regalos debajo del árbol. Si lo escuchas, es como si te revelaran dónde está el truco. Algo dentro de ti se apaga, se muere. Si no escuchas más que a tu corazón, puedes creer por cuanto tiempo quieras y sentir la felicidad de esa magia. Ésa que se encuentra tan cerca en tu cotidianeidad, pero que ya no te enteras porque vas dejando de creer.
Creerte la más linda del planeta cuando sales a cenar con ese chico que tanto te gusta. ¿Lo quieres creer? ¡Créelo! No lo estropees con un análisis de criterios de belleza estandarizados con los que habrás de valorar si te eres muy bella o no. Creerte el mejor cocinero del planeta porque conseguiste hacer una receta difícil para la cena. ¿Creer que eres todo un chef? ¡Créelo! Y si de antemano en este momento estás pensando que creer lo anterior sería ser irreal y poco razonable. ¡Ya lo estropeaste! Así no se empieza a creer.
Creer, como decía antes, es cosa que sabíamos hacer bien cuando pequeños. Poner nuestro corazón en una idea y aceptarla como tal. Esta magia mal interpretada distorsiona su propósito, pero bien entendida hace cosas grandiosas por ti. A veces necesitamos creer, pero no nos damos cuenta de ello porque ya nos hicimos a la ordenanza de la razón. Así lo hacemos y no imaginamos cómo sería actuar sin ella.
Creer te regala sonrisas, te permite ver más allá, ir más lejos de lo literal y experimentar el poder de las cosas sencillas. Es increíble. Por eso, la invitación de hoy es que revises en qué crees. No dejes que nadie te lo estropeé. Resguarda eso y protégelo, es tuyo.
Cree... cree en ti... cree que puedes... cree.
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