Frases

Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.


domingo, 31 de diciembre de 2017

Brindis 2017


Es tradición. Cada año en este día alzo la copa para brindar por el año que se va y dar la bienvenida al que llega.

El 2017 sin duda fue el año de aprender a flotar y dejarse llevar. Les explico: la vida tiene olas. Así es. Esas tribulaciones de la vida se presentan a manera de olas en el mar e igual que cuando uno nada en el agua, hay que dejarlas pasar mientras sentimos que vienen y se van. Es inevitable que la vida las tenga. Suceden como parte de su esencia. Es como quitarle al mar el movimiento natural, el flujo de la corriente, el viento que le sopla y le hace moverse. Es parte de cómo es y cuando se está dentro de él, el truco es simple: aprende a flotar y dejarte llevar. No hay ola que dure toda la vida y la única certeza es que siempre que una termine su paso, otra llegará.

Con esta filosofía recién aprendida miré el andar de los días de este año. Es reconfortante cuando comprendes que así funciona, que en ese ciclo de movimientos, subidas y bajadas, es donde uno encuentra la felicidad y la paz. Aceptar el oleaje incluso hace más agradable ese instante en que la marea te eleva y baja sin ahogarte. Aceptarlo, incluso lo hace emocionante y llevadero.

Este año 2017 que concluye, quiero agradecer por esas olas. La primera ola, el mantener en pie y en marcha una idea a la que estuve varias veces tentada a renunciar. La segunda ola, el miedo y la incertidumbre de dejar atrás un hogar y crear el mío propio. La tercera ola, despedirme de la costumbre y la zona de confort, para sacudirme de lo que no me iba bien en mi vida. La cuarta ola, la ilusión tremenda de enamorarme perdidamente y la desilusión desgarradora de la ruptura imprevista.

Olas que vienen y van, que te mecen y te hacen soltar, para percatarte al final, que estás bien si te animas a gozar. Ni un momento bueno o malo dura toda la vida. Así que relájate, acomódate y recuesta tu cuerpo en el mar. Y si te das la oportunidad de sentir ese vaivén en calma y con una sonrisa, ten la seguridad de que estás vivo... porque después de todo, la vida se trata de eso: Sentir y ser feliz.

martes, 14 de noviembre de 2017

Lulucles y sus canciones


Hiciste trampa al clavarte en mis recuerdos haciéndote del lenguaje de la música para que no te olvidara. Esta vez, en ese mismo lenguaje que bien te aprendí, escribo esto para ti...

Mientras él conducía llevándome a casa, apachurrado mi corazón de no poder corresponderle su sentir, me asomé por la ventana del coche. Era de noche y alcé la mirada al cielo oscuro pensando en ti. En la radio escuché la canción que abrió mis ojos y me despertó del trance. Yo quiero algo como eso... sólo como eso. Y las estrellas me sonrieron con buena fortuna, porque volviste a mi vida a vuelta de un correo escrito al vacío.

Reapareciste al son de un "tu ru ru, tu ru ru" y fuiste mi respuesta a la pregunta ¿Qué quiero? 

Inevitable que los dos nos habláramos de amor como viejos conocidos. Eres mi luz, mi oscuridad, eres el miedo, y no me importó. No te percatabas del mundo que habías vuelto a la vida. Y yo sólo me preguntaba: ¿qué estás esperando?, porque sólo tú podías hacer arder a mi corazón, porque sólo tú podías amarme como tú lo haces (Love me like you do) 

Seguimos andando el camino del reencuentro hasta que un día abandonamos el recuerdo para mirarnos a los ojos otra vez. Tú me encontraste con el cabello crecido y entaconada; yo te encontré aún más guapo que ayer. La magia me sorprendió de golpe, pues yo ya había declarado que a partir de entonces yo no quería a nadie aquí a mi lado. Pero contigo no podía detener aquello que ya estaba conmigo. Y tú podías decir lo que quisieras, pero tú me necesitabas, tenlo claro. Era todo como un huracán  dentro de ti que va incendiando todo. Así que valiente alcé al viento una disculpa y "Perdona si te llamo amor" pero yo no lo decido. Y a partir de entonces te quedaste a mi lado.

Y así fue como tal vez Michael Bolton metió el dedo en la llaga, porque descubrí que ambos caminábamos en el mismo sentido. Esa vez me miraste y yo te contesté con un suspiro. Amé que el universo conspirara para abrazarnos. Y con alivio y esperanza te pregunté en silencio ¿dónde estabas?... y dejando de ser dos extraños bajo la luna, ocho años después, volvimos a enamorarnos y ser novios al compás de lo que unos y otros llaman "Destino o Casualidad".

Los días que nos fueron regalados los disfrutamos con intensidad. Contigo, la palabra amor por fin tuvo significado. Las anécdotas me arrancan carcajadas y el lío de aprender a vivir sola en tu compañía me ayudó a gozar la independencia. Un girasol acomodado en el borde de la ventana, espiaba a la calle buscando algo más que al sol... te esperaba a ti al llegar por la banqueta.

Una de esas veces, la luz de las velas atestiguó aquella cena. Iluminaron no sólo la oscura habitación, sino también nuestros corazones. La comida servida y las copas reflejando el tintinear de las llamas. Con una sonrisa me agradeciste el detalle y con una mirada nuestras almas se encontraron. "I want something just like this" te pillé murmurar al bajar tu mirada al plato y la canción dejó de escucharse al fondo para ser la voz que hablara por nosotros.

Entonces ocurrió lo que siempre ocurre: la vida. Te digo que lo sé y espero tú también. Sé que tengo mis problemas, pero tú también estás hecho un desastre. Quisiera que aparecieras y dijeras lo arrepentido que estás. Te imagino y pienso que tal vez te dijiste que no volverías, pero aquí estás otra vez. Estar contigo puede ser disfuncional, que no debería extrañarte, pero no te puedo dejar ir. Pero, porque pertenecemos el uno al otro y aún tienes un pedacito de mí, honestamente "Mi vida apesta sin ti" (My life would suck without you)  

El recuento de los daños me hace añorar. Tú y yo somos de esos a los que apenas cuesta hablar. Y en el pasado nos enteramos que para olvidarnos haría falta un poco más. Y de repente apareciste casi no por casualidad y en ese instante todo volvió a comenzar... Y hoy, me has dejado de escribir y no quiero volver a perderte, acuérdate un poco de mí. Lo nuestro quedará por siempre, entre esas cosas que viví y a las que puedo llamar suerte. Hay que ver cómo nuestra vida se nos va. Y estoy cerca, de verdad, sólo me tienes que llamar. Y aunque estés muy lejos, yo velaré por ti aún más fuerte, porque no me apetece estar sin verte. Y por favor, no dejes de sonreír, espero poder volver a verte y por favor: confía en mí. Sabes que siempre, "Siempre estaré ahí".

sábado, 9 de septiembre de 2017

Hoy es mi cumpleaños


Fecha: 09/09
Asunto: Feliz cumpleaños


En el recorrido de mi historia reafirmo aquella frase que alguna vez escuché, que aunque no la recuerdo textualmente, reconstruyo la idea que busca expresar: Lo que ves ahora no es el principio.

En esencia, esta frase enuncia que aquello grandioso que miras y admiras, no empezó siendo así de grande, sino que es el fruto del camino andado, de esos pasos que se dieron para llegar hasta ahí y que no fueron fáciles de dar.

En este cumpleaños, justo hoy, cosecho con una enorme sonrisa logros que vislumbraba realmente lejanos; miedos vencidos y retos conquistados. Me percato de que, de alguna forma insospechada, todas las piezas del rompecabezas cobran sentido. Como si hasta hoy pudiera mirar la fotografía completa y complacerme con la imagen que me muestra. 

Llego a este día con grandes satisfacciones; viviendo la vida con el corazón. Tengo el grato entendimiento de que la vida es mía y es un regalo otorgado para disfrutarlo no desde el empaque, sino desde su profundo interior, ahí donde se siente el miedo, la alegría, la paz y el dolor. Justo en ese interior donde descubres que eres humano y que la vida es lo que tú haces de ella, no lo que haces conforme a lo que esperan y hacen los demás.

Me emocionan las riendas que me he atrevido a tomar. Gozo del valor que se requiere para avanzar. Me apasiona el marcar mi rumbo y no seguir el de nadie más. Me aterra agradablemente no tener el control. Y mi aprendizaje más importante: disfruto mucho de ser quien soy.

Alcanzo esta edad con la sabiduría de los abundantes errores que he cometido. Atesoro los aprendizajes y lecciones obsequios del fracaso y expectativas. Y finalmente, me regocijo de la compañía de las personas que están conmigo. Ellas son mi inspiración y soporte para no detenerme jamás.

Familia, amigos, lectores... gracias por estar aquí en mi cumpleaños. 

Sin duda, un año más enamorándome de la vida.

 



viernes, 8 de septiembre de 2017

"Eres tú, no soy yo" Parte XIV


Viernes de Relatos

Está temblando.

En plena noche, está temblando. Me levanto de la cama y salgo corriendo a la calle. Así con mi pijama y mi cabello despeinado. Ni siquiera he tomado una sudadera o una bata para disimular el atuendo y cubrirme del frío. Espantada abandono mis aposentos.

En la calle, todos los vecinos aguardan a que pase. Quienes tienen hijos los abrazan y los calman diciéndoles que todo está bien. En realidad parece estarlo. Más allá del movimiento de un lado a otro, nada se cae de su sitio, ni siquiera se escuchan las puertas golpetear contra las paredes.

Nos miramos unos a los otros. Este tipo de acontecimientos te hace amigo de los desconocidos. Ninguno de ellos son mis interlocutores en el día, y si bien me va, un saludo me dirigen si me los encuentro frente a frente en la banqueta. Ahora, todos estamos atentos de todos.

La inmediatez de la tecnología hace que varios busquen los reportes en internet. En el momento en que me considero a salvo, me pregunto por el estado de mis amigos, pero sobre todo, por el estado de una persona en especial.

- ¿Estás bien? Tembló - aparece un mensaje de texto en la pantalla de mi celular. Lo abro emocionada, tiene que ser de...

- Sí Octavio, todo bien. Estoy en la calle - escribo de vuelta.

Sigo mirando la pantalla y recorro la lista de contactos. Mi amiga está escribiendo.

- ¿Tenía que temblar a esta hora? Estaba dormida, qué pasa - se queja.

- Qué bueno que estás bien - le escribo cariñosamente.

Mi familia escribe a continuación. Todos están a salvo. Miro a mis vecinos. Algunos no sueltan el teléfono llamando o escribiendo. Todos quieren saber de sus seres queridos y dimensionar el tamaño de los daños.

¿Estará bien Antonio? Cojo el teléfono una vez más, busco su contacto. Me dispongo a dedicarle un par de líneas para asegurarme de que está bien, pese a que escucho a los vecinos decir que al parecer no han habido daños graves. No me interesan los reportes, yo debo cerciorarme de que está bien.

Pasan los minutos y todos están dentro de sus casas. Yo hago igual y recupero el ritmo de la cotidianeidad. Es hora de dormir.

Despierto con la luz del sol en mi cara. Ha amanecido. En un chistar busco mi celular, por si acaso alguien me ha escrito y por si acaso él me ha contestado. Reviso los mensajes, al menos hay unos siete escritos por Octavio, pero de Antonio, no hay pista alguna.

Empiezo a enloquecer. ¿Por qué no me ha escrito? ¿Acaso no le intereso? Cuando le vi la última vez parecía todo lo contrario. Sucede entonces la absurda justificación de su ausencia. Debe ser que sí le paso algo. Sí le ocurrió algún incidente. Está atrapado entre escombros y su celular quedó lejos de él. Sin señal... ¡o sin batería! Por eso no puede escribirme. Necesita ayuda, claro. Así que si dispongo de mis recursos para encontrarle, no luciré desquiciada, sino más bien preocupada por mi prójimo. Le escribiré por todas las redes sociales que existen, eso haré y si no funciona, iré a su casa.

Afortunadamente, mi amiga me marca en el momento preciso para contarme, irónicamente, lo que en twitter están escribiendo las personas. "#temblor le escribiré a mi ex para saber si está bien. #temblor aquí te enteras de a quién realmente le importas"

Me detengo y medito un poco. Suelto mi insistencia de encontrar a Antonio.

Me echo en la cama boca arriba, miro al techo y suspiro. ¿Estoy segura de que dejar a Octavio es la mejor decisión?

Estoy perdiendo la cabeza.



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viernes, 1 de septiembre de 2017

"Eres tú, no soy yo" Parte XIII


Viernes de Relatos

Como todas estas veces, la hemos pasado excelente. Todos los ingredientes de nuestro plan han sabido excelsos. Nada que cambiarle, absolutamente nada. Y como en todas estas veces, esa curiosa energía que me atrae hacia él, está presente. Innegable.

Estamos sentados en una banquita puesta en los alrededores de un quiosco del parque. Comemos un helado para variar.

- Vendrá David Garret a México. - dice tranquilamente saboreando su nieve de limón. Me encanta escuchar a David Garret y me sorprendo con la noticia. He estado tan ocupada con los planes de la boda que de ese acontecimiento no me he enterado.

- Quiero ir - declaro sin pensarlo mucho.

- Entiendo que el concierto está agendado en los días posteriores a tu boda - dice con un tanto de pesar. - Creo que si quieres ir, lo correcto sería invitar a Octavio como acompañante.

Sé lo que pasará si invito a Octavio. Dirá primero que él no escucha ese tipo de música, después hará bromas sobre su aspecto, porque como sabe que a mi gusto es extremadamente guapo y encantador, sentirá celos y querrá ubicarlo en algún plano donde no lo sienta absurdamente amenazante. Es en vano, él no irá, si quiero ir tendrá que ser sola o con... alguien... tal vez... Antonio.

- Vamos juntos. - digo en un brinco en mi asiento - Tú y yo, vamos juntos.

- Está programado en las fechas de tu, supongo, luna de miel.

Atada a ese insensato compromiso, me vuelvo en el asiento y me volteo compungida, dándole la espalda a la realidad que me acaba de topar en la cara. La voz de mi amiga se aparece en mi cabeza. Todas sus insistencias hacen eco en mis ideas. Su arrolladora propuesta de tirar el anillo en mi dedo y despedirme de Octavio se me antoja cada vez más. Antonio me mira de reojo y decide buscar mi mirada con sus ojos, se acerca un poco más y sostiene mi barbilla con sus dedos, apuntándome la cara hacia la suya. Yo le miro afligida, casi en el punto de llorar una lágrima de añoranza. Antonio me observa con detalle y torciendo la boca acompañada de un suspiro, me dice suavemente en un murmullo:

- Qué más quisiera yo, que ir contigo a ese y todos los conciertos que puedan haber.

En una peligrosa proximidad de su boca con la mía, quedo suspendida en una tensión que se intensifica más y más, hasta que él decide finalizarla alejándose en un movimiento abrupto de mí. Yo me muerdo las uñas de mis dedos mitigando la sensación de un deseo interrumpido.

Lo tengo claro. Es momento de hablar con Octavio.



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viernes, 25 de agosto de 2017

"Eres tú, no soy yo" Parte XII


Viernes de Relatos

Falta tan poco... 

En mi mano sostengo la pila de invitaciones que me empeño en repartir a quienes no se las he entregado. Entre ellas, está la que reluce el nombre de "Antonio".

Octavio me reclama mis deberes de los preparativos, reprochándome que ese pendiente debía estar palomeado hace días. Yo le explico que todos los invitados de los que aún conservo invitación, ya sólo esperan la formalidad como mero protocolo, pero que su confirmación está más que hecha. Para verificar mi versión, quiere asegurarse de que esas personas asistirán por lo que me pide los sobres y empieza a leer la lista de nombres. Encuentra el que me pone nerviosa y me niego a entregar.

- ¿Este sujeto quién es? - lo mira con desdén. - Me parece familiar. Antonio, Antonio... - se lo piensa un momento y cavila en su cabeza. De pronto, algo parece hacerle sentido y exclama con curiosidad - ¿Será el mismo Antonio de la universidad?

Incrédulo, espera a que yo conteste. Titubeo en si contestar o no. Si su memoria no le falla, puede ser que dé con la identidad de este hombre y recuerde toda la historia detrás. Si su memoria falla, por otro lado, sería lo más conveniente para mí. Es como tirar una moneda al aire. Dos posibilidades y ambas igual de probables. Me decido por la verdad.

- ¿Te lo has vuelto a encontrar o cómo es que reapareció en tu vida? Me quedé en que te abandonó para buscar el trabajo de sus sueños. - sentenció.

Esta vez, opto por una versión más... más... adaptada. Leves modificaciones por aquí y por allá. Omito nuestros recientes y frecuentes encuentros y me limito a contarle mi necesidad de compartir el momento más maravilloso de mi vida, con todos, absolutamente todos mis amigos; y me esfuerzo por remarcar en mi tono fuerte y tropezado la palabra "amigos".

Me cree. Ignoro si porque no tiene otra opción o porque enfrentarse a otra idea significaría iniciar una pelea. A tan poco tiempo de la boda, no quiere discutir de nada. Incluso me ha dado por mi lado cuando se me ocurrió de último momento ofreciéramos postre en el menú además de las rebanadas del pastel. Estoy segura que antes hubiera alegado por la cantidad de azúcar con la que saturaríamos a los comensales.

Pues bien, él continúa revisando las facturas y el presupuesto. Yo, por mi parte, me angustio con la entrega de un simple sobre grabado con letras plateadas. Lo releo una y otra vez, casi que hasta quiero leerlo en voz alta sólo para incrementar la emoción y locura que despiertan los sonidos de esas letras en conjunto. Sin embargo, se apachurra mi estómago al recordar que ese sobre le dice sin rodeos y tajante, que me caso con otro hombre. Con lo que nos ha pasado últimamente creerá que me burlo de él. Coqueteando y sonriendo cual boba enamorada de él, pero con la sombra de un compromiso serio siguiéndome los pasos.

- Esto es muy simple amiga - dice ella cuando le cuento en una llamada cómo va la situación - ya deja de una vez por todas a Octavio y declárale tu eterno amor a Antonio. Ustedes dos sí son el uno para el otro. Aquello por lo que tienes ese anillo en el dedo es una verdadera farsa. 

¿Será así? Podría hacer caso a su consejo. Cortar todo con Octavio. En una escena dramática, me quitaría el anillo del dedo y lo aventaría por los aires mientras corro desesperada por alcanzar a Antonio, quien partiría en un tren rumbo a algún sitio muy lejano. Yo le alcanzaría en la estación agitando un pañuelo blanco, esperando a que él, instintivamente, asomara su cabeza por la ventana del vagón y me descubriera ahí. Entonces él me gritaría algo muy romántico, tal vez una propuesta de matrimonio y yo, entusiasmada y valiente, la aceptaría sin chistar y daría de brincos y la gente alrededor nos miraría como si estuviéramos locos.

- Amiga - me interrumpe la película cursi en la cabeza - Te lo digo en serio. Aclárate ya, que eso de seguir o cancelar una boda no son enchiladas.

Dicho esto, se me apachurra el estómago otra vez.



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viernes, 4 de agosto de 2017

"Eres tú, no soy yo" Parte XI


Viernes de Relatos

Hoy también quedé con Antonio. Me encuentro esperando a la puerta del museo que recorreremos juntos. Esta vez he llegado yo primero. He anticipado dónde estacionar el coche, los horarios de la exposición, dónde comprar los boletos. Esta vez domino la situación y los nervios no se apoderarán de mí.

Antonio me saluda de lejos con su mano. Yo le miro caminar hasta mí. Luce sus pantalones de mezclilla y una playera tipo polo de color azul claro. Se ve guapo... muy guapo.

El museo tiene montada una exposición temporal de Remedios Varo. Recorremos las pinturas sin comentarlas entre nosotros. No hace falta ir charlando sobre nuestras percepciones, basta sabernos caminando uno al lado del otro para sentir la grata compañía. Ni siquiera hace falta tomarnos de la mano para no perdernos la pista. Nos sentimos ahí, juntos, eso basta.

El sabor en mi mirada me extasía. Ha sido una grata experiencia. Antonio me toma del hombro en la salida y en su sonrisa adivino que también lo ha disfrutado. Intercambiamos un par de ideas que corroboran mi conclusión.

La idea de un chocolate y churros me parece coqueta. Así que continuamos el plan degustando estos sencillos placeres. La charla toma un rumbo interesante cuando él me pregunta directamente sobre mis planes de boda.

- Ahí van... - digo a secas.

- Tu falta de emoción me preocupa, en serio: ¿qué sucede?

Me la pienso un poco. Tal vez necesito contarle a él lo que me ocurre para descifrar mejor mi angustia por lo que siento.

- Octavio es una buena persona. Un buen... partido, como dice la gente. Me ha acompañado toda la vida. Ha estado conmigo en todo lo que me ha ocurrido. Siempre está ahí para mí. Sería una tonta si no valoro todo lo que me da. Es atento, me cuida, vela por mí, lo que necesito me lo da... Tenemos una larga historia juntos. Siempre me tendió su mano cuando necesité un abrazo. 

- Parece ser un buen hombre, ¿cuál es el problema entonces?

- Mi amiga - y me solté a reír a carcajadas. 

- ¿Tu amiga qué tiene que ver con esto?

- Mi amiga - explico - insiste en que él no es para mí. Su argumento radica en que no somos el uno para el otro porque él no gusta de lo que yo gusto y viceversa.

- Los gustos son hasta cierto punto importantes. ¿En qué difieren?

- A él le gusta hacer cosas que a mí no, y lo que a mí me gusta, no le gusta a él. No puedo contar con su presencia para recorrer la librería y charlar sobre libros. Tampoco le gusta pasear con un helado en la mano. Tampoco disfruta de los museos y... - voy a insinuarlo ahora - tampoco disfruta de un chocolate con churros.

Antonio mira hacia la mesa con incomodidad. No es tonto, por lo que interpreta con tino mi comentario. Me ruborizo al percatarme de lo que he hecho y me empeño en beberme el chocolate con prisa, sorbiéndome el silencio que se ha creado entre ambos.

El tema no volvemos a tocarlo. Es más, pretendemos que nunca hablamos al respecto. Mejor conversamos sobre lo hermosa que estuvo la exposición y cómo los colores y las formas nos antojaron sueños y mensajes secretos que sólo nosotros pudimos descifrar. 

Tengo miedo de haber cometido una intromisión que arruine un futuro encuentro, pero se disipa en el instante en que él busca mi mano con la suya para invitarme a retirarnos. No es un roce casual, es profundo. Sujeta mis dedos entrelazándolos con los suyos. Me toca y nuestra piel se comunica nerviosa.

- Nos veremos otra vez, ¿cierto?

Asiento con la cabeza respondiendo a su pregunta. Salimos a la calle y nos quedamos quietos de pie uno frente al otro. Nos miramos en silencio con los ojos encendidos. Me toma de la mano con sutileza y dirige mis pasos mientras nos marchamos de ahí.




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viernes, 28 de julio de 2017

"Eres tú, no soy yo" Parte X


Viernes de Relatos

Antonio me ha ganado, llegó primero que yo. Mi plan era que sucediera al revés, para tener tiempo de prepararme y apaciguar los nervios que no me han dejado dormir. Quito de mi dedo el anillo que me delata y lo escondo en mi bolsa. Me acerco a él y se levanta de inmediato de la banquita puesta cerca del kiosco de la plaza donde hemos quedado. Iremos por un helado y pasearemos por los pasillos del jardín.

Estoy completamente emocionada y lo dejo notar sin querer, pues mientras pedimos el helado cometo una sarta de torpezas como temblar para sostener el barquillo que me extiende la señorita y tirar la bola al empujarla de más con la fuerza de mi lengua. Mi bolita de helado cae al piso y Antonio me descubre con una sonrisa compasiva. Se da prisa a pedir otro idéntico al que acabo de desperdiciar. Nota al calce, lo pide en vaso con cucharita. 

Salimos de la heladería y caminamos por ahí, conversando con la misma naturalidad que lo hacíamos cuando estábamos en la universidad. Como si la distancia temporal no hubiera hecho de las suyas. En el resumen de los hechos se marchó al extranjero y en su trabajo logró ascender con tal agilidad y estrategia que pronto se ganó un puesto que le mereció los beneficios económicos que siempre soñó. Por el inicio de un proyecto se le pidió que volviera a la ciudad y ha estado aquí desde hace algún rato. Por fortuna mía él tuvo la iniciativa de aclarar su estado civil: soltero y sin novia. No niego que esto provoca un brinco en mi corazón y que suden mis manos. Me muerdo el labio aguantándome las ganas de cerrar el trato de nunca dejar de salir juntos y disfrutar de ratos como este. Sin embargo, ahora él pregunta por mí. Puedo decirle la verdad o quedarme callada, fingiendo que en esta ventana de tiempo nada puede estropearnos. Lo pienso un par de veces y quiero mentir, pero la verdad es imposible de ocultar cuando mi gesto de decepción le grita la verdad.

- Estás con alguien... lo sospechaba. - concluye.

Me desquebrajo en una lágrima atorada en mi garganta. Meto la mano en la bolsa y esculco los objetos callada hasta que saco de ahí el anillo. Se lo muestro resignada. Él lo toma y lo mira con cuidado y esboza una sonrisa tierna con preocupación mientras dice:

- ¿Por qué lo escondiste? ¿No se supone que debieras estar contenta por ello...?

- Tú lo has dicho... se supone.

- ¿Y entonces?

Me quedo en silencio. No puedo decir ni una palabra. Recuerdo a mi amiga, qué diría ella en este momento. Qué diría Octavio se me mirase ahora. Y más importante ¿qué debo decir yo?

Antonio se acerca más a mí, me desarma sentir sus manos rozando mi rostro. Clava su mirada en mis ojos y nos quedamos quietos un segundo que se prolonga cual largo como la lista de memorias que componen nuestra historia. Entonces me abraza con fuerza y me acurruco en sus brazos. 

No lo quiero soltar. Me niego.


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viernes, 21 de julio de 2017

"Eres tú, no soy yo" Parte IX


Viernes de Relatos


A punto de perder la esperanza, entro en todos mis perfiles de internet. Finalmente encuentro lo que he buscado por semanas: un mensaje de Antonio.

Me levanto de un brinco de la silla y corro a buscar el celular que he dejado dentro de mi bolsa en la otra habitación. Envío un texto a mi amiga y espero sus indicaciones. Escribe de regreso y vuelvo a sentarme frente a la computadora. Inicio un mensaje. Vuelvo a escribir en el celular a mi amiga. Espero su respuesta y copio lo que me ha puesto, tal cual, en el cuerpo del mensaje en la pantalla. Vuelvo a escribir a mi amiga y otra vez copio su respuesta.

Listo. Está escrito, sólo falta dar clic en "enviar".

Me lo pienso un par de veces. Esto significaría tener la oportunidad de reencontrarnos, tocar sus manos, sentir su mirada recorriendo mi sonrisa, aspirar su aroma y sentir la estática que provoca el saberme a centímetros de su cara. 

Le doy clic emocionada.

Repaso su correo mientras me vuelvo loca imaginando el escenario de nuestra reunión. Me dice que está ilusionado de verme, que ha estado en México desde hace tiempo y que le da gusto estar en contacto conmigo. Remembra nuestra historia y le arranca risas. No me da detalles de su vida, no me molesta, yo tampoco le he dado de la mía. Frente a frente nos contaremos más, con calma. Por ahora lo importante es quedar.

¡Hay un nuevo mensaje!

"Me encanta tu plan. Será un placer verte el próximo viernes para cenar... y disculpa mi tardanza, que he tardado años en dar contigo. Compensaré la omisión, lo prometo".

Con mis codos apoyados en la mesa, hundo mi cara entre mis manos, con una sonrisa tan enorme, que cualquiera insinuaría que estoy enamorada.



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viernes, 14 de julio de 2017

"Eres tú, no soy yo" Parte VIII


Viernes de Relatos

Sin respuesta...

En el calendario quedan cinco meses para la boda. Atiendo lo que me corresponde a mí, sólo a mí, lejos de la presencia de Octavio, quien insiste en buscar recortes o promociones. En este momento, me deshago de esas ideas de ahorro y me dispongo a gastar lo que sea necesario para lucir despampanante el día de mi boda. 

- Ese vestido te queda increíble - dice mi amiga mientras salgo del vestidor. La modista se acerca para contarme los pormenores de elegir dicho vestido y los ajustes que se tendrían que hacer.

- ¿Crees que este sea mi vestido? - pregunto un tanto insegura.

- Totalmente - afirma ella mientras me sonrío contentísima - Es una lástima que lo uses para casarte con Octavio - dicho esto mi sonrisa se borra y frunzo el ceño con la intención de soltarle un golpe en la cara. La modista abre los ojos de tremendo tamaño y nos mira a las dos titubeando si debiera apaciguar el enojo que despierta dentro de mí y que mi amiga ni siquiera es capaz de notar. 

 Mi amiga no para de echarme en cara el disgusto que tiene. Ni un día repara sobre lo que dice y continúa con desdén sus discursos que me molestan. Trato de decirle que se detenga, pero no me escucha. Me siento abandonada por mi mejor amiga en esta etapa que se supone debiera ser de alegría y complicidad.

Me quedo callada y bajo la cabeza para mirar el borde de mi vestido, que por milímetros no roza con el suelo. El descubrimiento de tanta tela blanca sobre mí me hace caer en cuenta de lo que estoy haciendo. Me voy a casar. Me voy a casar con Octavio. Un susto repentino me eriza la piel. Busco a mi amiga, a ver si lo ha notado, pero ella está en otro asunto. Está recargada sobre una vitrina que muestra accesorios para el cabello y el velo.

Ahora me miro en el espejo. Aunque mi cabello luce algo desgreñado, y mis zapatos de tacón no son los que usaré en la fiesta; mi imagen convertida en una dulce y romántica novia es la evidencia que obtengo del rumbo que estoy tomando. De pronto me petrifico frente a mi reflejo.

Antonio... si pudieras verme ahora, ¿qué me dirías?



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viernes, 7 de julio de 2017

"Eres tú, no soy yo" Parte VII


Viernes de Relatos

No ha respondido.

Ni un mensaje.

Ni un whatsapp.

Ni un correo.

Nada... estoy a punto de enloquecer. Estoy tan ansiosa que mi mente no está donde debiera estar. Es decir, aquí mismo, repasando la lista de invitados y los detalles que faltan por atender para la boda. Octavio me mira y me acaricia la mano. Estamos sentados los dos, uno junto al otro, en el sillón de su casa, con la mesita de centro repleta de papeles y recibos de pago. Ahora me acaricia el brazo y me deja un beso en el cuello.

- Calma amor, son los nervios prenupciales. Es totalmente normal.

Ni siquiera sospecha lo que me pone así. No le he compartido nada sobre mis ganas de reencontrarme con el pasado. Tal vez debiera, finalmente, se trata de un amigo. No cualquier amigo, mi mejor amigo en la universidad. Tal vez lo recuerde, es muy probable que se lo mencionara a Octavio, debí nombrarlo tranquilamente en alguna charla casual. Sin embargo, no quiero mencionárselo. Quiero que la aventura de regresarlo al presente sea sólo mía. ¿O será otra razón por la que no deseo que se entere de su existencia?

- Amor - insiste Octavio - sé que mueres de nervios, pero necesito tu atención puesta en este presupuesto. Lo estamos rebasando sin querer. ¿Crees que podamos prescindir de los recuerditos? ¿Qué sugieres que recortemos?

No puedo pensar en el presupuesto. Sólo puedo pensar en por qué no me ha contactado Antonio. ¿Estará muy ocupado? Miro mi celular esperando alguna alerta en cualquiera de las tantas vías de comunicación al servicio de la gente actualmente. Y nada... ninguna dice nada.

- Disculpa Octavio. Hoy no estoy para esto.

- ¿Esto? - pregunta indignado él. - ¿Así le llamas a nuestra boda?

Los ánimos se encienden. Si no cuido mis palabras brotará una pelea en este instante. Respiro tranquila y le tomo de la mano a él. 

- Discúlpame tú a mí, amor. Como dices, son los nervios prenupciales.

Le doy un beso en los labios y le miro arrepentida esperando el indulto. Con un beso en los labios suyo me lo concede. Nos abrazamos fuerte y nos envolvemos con cariño olvidando el mal rato.

Antonio... ¿no vas a contestar?


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viernes, 30 de junio de 2017

"Eres tú, no soy yo" Parte VI


Viernes de Relatos


"Antonio" Lo tecleo en la computadora, en la página de Facebook.

Aparecen varias personas con su nombre.

Mi amiga corrige la búsqueda. Sin apellido será más difícil hallarle. "Antonio Flores" Aparecen menos personas, pero aún es complicado dar con quien fue mi amigo. Mi amiga me reclama por qué no nos mantuvimos en contacto. Facebook no existía en esos entonces. ¿Cómo iba a evitar que desapareciera de mi vida?

Simple: si triunfó como quiso, ha de tener LinkedIn u otra aparición en alguna red social. Buscamos aquí y allá. Hasta que finalmente apareció un Antonio Flores cuya fotografía era lo que podemos decir su versión actualizada con algunos cambios en su aspecto de los que el tiempo tuvo la culpa.

Ahí está. Antonio. Lo miro más de cerca, dando clic en su fotografía. Es él. Lo siento en mi corazón que palpita deprisa.

Antonio aparece con su traje puesto haciéndole ver muy elegante. Pose de galán que no aparenta toda la intención que tiene de ganarte con una sonrisa. Proyecta seguridad y confianza en sí mismo en su mirada. Su perfil indica que es el gerente de algún sitio, al parecer una empresa trasnacional, pero que por algún motivo reside en México actualmente.

- Vive aquí - declara mi amiga en un trance hipnótico que especulo es parte del trama que está inventando en su cabeza.

Mi corazón late aún más rápido. En mi imaginación recuerdo los momentos fantásticos que pasamos juntos en la universidad. Es como si se me otorgara la oportunidad de ver otra vez a mi coprotagonista de mis horas de estudio y diversión en esa temporada de mi vida.

- Le enviaré un mensaje para contactarlo y pedirle que se vean - anuncia mi amiga y teclea velozmente mientras yo despierto de mis recuerdos. Al caer en cuenta de lo que hace, le aparto las manos de la computadora en un santiamén y reclamo que aquello es una locura. - Pues ya lo envié... - y se ríe con astucia.

Toca el turno de Antonio. Mis ojos se clavan en la fotografía, la única pista que tengo suya. Lo miro profundamente, tratando de descubrir en sus rasgos aquel amigo mío perdido. Este hombre que observo es quien fue mi más preciado cómplice en el pasado. ¿Responderá?



**No te pierdas la continuación en el próximo ¡¡Viernes de Relatos!!


viernes, 23 de junio de 2017

"Eres tú, no soy yo" Parte V


Viernes de Relatos

La lista de invitados me tiene entretenida. He descubierto que tengo más familia de la que yo imaginaba. Mamá ha sacado nombres del baúl del recuerdo. Personas que ni siquiera puedo remembrar en mi mente, porque no conozco sus caras. Sin embargo, por lo visto estamos obligadas a extenderles la invitación. "Aunque es posible que no vengan, es una cortesía" dice mamá y luego papá agrega "Y te enviarán un regalo" A lo que me río de buena gana.

Los invitados en los que solo yo tengo derecho a opinar son mis amigos. Con facilidad nombro a aquellos que están presentes en mi vida actualmente, pero se me antoja escarbar un poco en el pasado y rescatar a esos que se me han perdido por una u otra circunstancia de la vida. Quiero creer que los amigos son para siempre y que aún cuando la vida nos ha puesto en caminos diferentes, éstos vuelven a entroncar para reunirse. Así que me empeño en encontrarles en mis recuerdos y es así como me topo con él.

Hace años no lo veo. No exagero, es literal. La última vez que lo vi fue en la última clase de la universidad. Ni siquiera en la fiesta de graduación, pues se la perdió. Fue el primero de la generación en encontrar trabajo y para variar, fue en el extranjero, pues casualmente se conjugó perfecto con su intención de estudiar un posgrado fuera del país. Vaya suerte la suya, sus sueños se cumplieron como siempre quiso. Fuimos inseparables en esa temporada de estudios y desveladas bebiendo café. Soñábamos con el futuro y sabíamos que nuestros caminos tomarían rumbos distintos. Él quería Alemania y una empresa trasnacional; yo, Coyoacán y un helado por la tarde. Jamás fuimos novios, pese a que nuestros compañeros auguraban que quedaríamos juntos al final, sólo porque podíamos convivir por horas sin aburrirnos uno del otro. Pero vamos, que eso no iba a pasar, yo lo tenía claro. Y para el tema de novios, la persistencia de Octavio le consiguió el papel. 

- ¿Recuerdas a Antonio? - pregunto a mi amiga mientras nos tomamos una nieve paseando en Coyoacán. Ella me mira despiadada a punto de lanzar su incisivo interrogatorio.

- ¡Obvio! En la universidad fuiste "monotemática" por su culpa. Antonio esto... Antonio aquello... Antonio hizo... Antonio quiere... Antonio bla bla bla - se queda en silencio y se aventura - ¿Qué hay con él?

- Lo he recordado y se me antoja invitarlo a la boda.

Mi amiga parece pensárselo seriamente. Se lleva a la boca la cucharita de madera y la muerde con gesto sospechoso. Un plan parece elucubrarse en su mente maquiavélica.

- Ese tipo me gustaba para ti - concluye en voz alta.

- ¡Estás loca! Él y yo quedamos que no podía funcionar.

- ¡Es decir que sí lo hablaron! - se emociona mi amiga y da un brinco al cielo.

- Sí lo hablamos una vez. Una... la vez que nos besamos.

- ¡Esto se pone cada vez mejor!

- Tú sí que estás loca. ¡Voy a casarme! ¿Recuerdas? Mira mi dedo, estoy apartada para Octavio.

- Pero te has acordado de él y quieres invitarlo a la boda.

- ¿Es mala idea, cierto? - pregunto consternada por las normas de cortesía y buena conducta.

- ¡Qué va, es perfecta! Lo invitaremos ya.

Y con esas palabras emprendimos la aventura de encontrarlo. Lo que yo ignoraba es que me hacía demasiada ilusión hallarlo, mucho más de la debida considerando que estaba a semanas de contraer matrimonio con alguien más.

Antonio... ¿dónde estás?



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viernes, 9 de junio de 2017

"Eres tú, no soy yo" Parte IV


Viernes de Relatos

Tengo ganas de ir a una librería y perderme entre los estantes buscando el título que me atrape y se me antoje leer al instante. Telefoneo a Octavio para pedirle me acompañe.

- ¿A la librería? - contesta con tono desganado y arrastrando las letras al hacer la pregunta. 

Entiendo que Octavio no descubre en ese sitio la magia que yo experimento al hojear un libro. Yo repaso las portadas releyendo las reseñas y espío la última página para leer el final sin haber leído la historia. Octavio pasa de mi invitación. No pasa nada, es importante que cada uno tenga su propio mundo... o al menos de eso trato de convencerme.

Llego a la librería. Ahí están todos los libros esperando por mí. Los que ya leí y los que no he leído. Parecen saludarme mientras me adentro en los pasillos. Acomodados en pilas en el suelo o en las repisas, todos hacen su esfuerzo por coquetearme y ganar mi atención. Paso de prisa por la categoría de suspenso, no me encanta pasar la noche en vela por culpa de esos tenebrosos relatos. Me detengo, en cambio, en la sección de los libros de drama y comedia. Mis favoritos definitivamente. Comienzo a husmear y encuentro uno que se destaca por sus brillantes colores y un grosor que promete hacer durar la lectura un largo rato. Entonces sucede lo inesperado. Una mano roza la mía al mismo tiempo que yo sujeto el libro con mi mano. Levanto la mirada para descubrir al desconocido sujeto que osa rozar mi piel, con la ilusa ingenuidad que dibuja a Octavio en esta escena. Sin embargo, no se trata de él, sino de un completo extraño.

- Perdona, no te he mirado, estaba perdido en mis pensamientos - se disculpa él. Es un tipo bastante guapo, parece de mi edad y por sus jeans azules y su camisa desfajada, adivino que gusta de vestir relajado.

- No hay de qué disculparse - le contesto amablemente mientras me llevo el cabello detrás de la oreja con la mano izquierda. De inmediato descubro que su sonrisa se desvanece al clavar sus ojos en mi dedo. Es la primera vez que lamento tener esa piedra anunciando a todos la noticia.

- ¿Casada o comprometida? - pregunta. Sus ojos, su cabello, su figura, sus mejillas y su nariz inician un remolino de confusión en mi mente. Podría negarme a contestar. Podría atreverme a mentir. ¿Por qué no puedo simplemente decir la verdad? ¿Por qué me niego a contestarla? La sonrisa en su boca vuelve a dibujarse. Sospecho que mi súbito nerviosismo le tiene entretenido. - Bah, no me contestes. Me quedo complacido con el saber que existes. - Y dicho esto, se marchó, llevándose el libro que nos hizo encontrarnos.

"Algo había en él. Eso fue" Le escribo a mi amiga en un mensaje en el celular. Quiere cotillear y no para hasta que le cuento absolutamente todo y con detalle. Me reclama no haberme visto más lista y obtenido su teléfono o alguna seña que me permitiera volver a contactarlo. Pero, ¿para qué querría hacerlo? ¡Voy a casarme!

Sin embargo, en tan breve encuentro hallé sutiles motivos para titubear.

¿Será normal?



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viernes, 2 de junio de 2017

"Eres tú, no soy yo" Parte III


Viernes de Relatos


Octavio y yo hemos quedado en salir al antro que tanto ama él. Ha invitado a unos cuantos amigos y quiere que festejemos con ellos la noticia. Yo sólo he invitado a mi amiga-enemiga, pues oscila entre ambos distintivos. Esta vez la llamo mi amiga, pues no disfruto ni tantito de los sitios con música estruendosa donde no se puede charlar. Tampoco soy muy dada a desvelarme y estos planes usurpan toda la noche. Ni se diga de beber. No tomo ni una gota de alcohol, por lo que en el punto en el que todos desvarían por el exceso de este en su sangre, yo simplemente me aburro mirándoles perder la decencia y el sentido de la realidad. Así que en este escenario tan tortuoso para mí, tener una amiga a lado es reconfortante.

Octavio está decidido a echar la casa por la ventana. Está invitando la fiesta y sus amigos no escatiman en pedir más y más. Mi amiga me mira indignada. Aún está enfadada por el objeto que brilla en mi dedo. Yo procuro no tocarle el tema, pero es imposible, pues esa es la razón que nos ha llevado ahí.

Él de pronto quiere bailar y me jala de la mano para llevarme a la pista. Lo confieso: no tengo ninguna gracia para el baile; así que me muevo avergonzada procurando no quedarle tan mal como pareja. Él se burla de mis torpes pasos como siempre lo hace y yo hago como que no le oigo. Él por el contrario, sí que domina el arte de moverse al ritmo de la música. De hecho suele abandonarme a mitad de la noche por otra mujer que le lleve el paso. Yo nunca se lo reclamo, no gano nada haciéndolo.

Y vuelve a ocurrir. Estoy sentada ahora en el rincón de la mesa charlando con mi amiga mientras él se entretiene con una sosa rubia delgada y con vestido ajustado que apenas le cubre lo que tiene que cubrir. Envidio a la mujer por una sola cosa: está bailando en tacones de 10 centímetros y no se ha tropezado. Yo no puedo dejar mis zapatos planos en casa.

- ¿Te diviertes? - me pregunta mi amiga.

- Claro, obvio, estamos festejando que nos comprometimos.

Mi amiga me mira insistentemente. Quiere la verdad, no la respuesta automática a la pregunta que me acaba de formular.

- Él se está divirtiendo, por ende, me divierto yo. - entonces aprovecho para reclamarle - algo que tú deberías saber hacer. Si yo estoy feliz, tú deberías estar feliz.

- Patrañas amiga, esas son puras tonterías. ¿Qué no te ves la cara de aburrimiento? ¿!Qué no le ves la cara de goce a él... con otra!?

- Es libre de bailar con alguien más si yo no quiero bailar con él.

- Es que amiga, ¡¡pierdes el foco de las cosas!! Precisamente vives acompañándole a él en lo que él gusta hacer. Y tú jamás haces con él lo que a ti te gusta.

- No seas tan injusta. Sí me acompaña a hacer lo que me gusta.

- Lo ha hecho por obligación si acaso, y porque se lo has pedido tantas veces que para callarte te complace.

- No seas cruel. No es así...

- Amiga, espero de verdad que caigas en cuenta de lo que está sucediendo. - entonces buscó encontrar su mirada con mis ojos - Aún estás a tiempo de arrepentirte.

En eso Octavio agradeció la compañía de la rubia y se acercó a nuestra mesa para tenderme la mano. Acepté bailar con él con una sonrisa y estrechándole los dedos. Mi amiga me observó con tristeza, mientras yo le pedía que esbozara otro tipo de línea con sus labios.

Octavio y yo bailamos un rato más juntos. Me besó en los labios y me confesó ser el hombre más feliz del mundo por tenerme a su lado. Aquellas palabras se escuchaban bonitas al oído, pero no provocaron eco en mi emoción. No me importa. Él es un buen hombre, un buen partido, me ama y quiere casarse conmigo.


**No te pierdas la continuación en el próximo "viernes de relatos"


viernes, 26 de mayo de 2017

"Eres tú, no soy yo" Parte II


Viernes de Relatos


Mi dedo es el que se ha encargado de dar la noticia a todo el mundo. No tengo que armar ningún discurso que lo explique. Extiendo la mano para saludar y acto seguido: "¿Y eso en tu dedo?" "¿Qué es eso?" "¿Tienes algo que contarme?" Entonces la gente ríe y me piden la historia de cómo me entregó el anillo. Los árboles, la noche, la comida... todo queda descrito a gusto del interlocutor. A eso le siguen las felicitaciones y la frase que provoca en mi agobio: "Debes estar muy feliz"

Los que realmente me conocen, y esos son pocos; de hecho sólo una persona cuento en esa lista, sabe que realmente no me pone tan feliz. Al menos eso sentenció ella cuando vio ese anillo en mi mano, al tintinear el diamante a la luz del sol. Yo no planeaba contárselo, pero cuando nos vimos en la oficina, no pudo evitar notarlo como el resto del mundo. Aún llevo clavadas sus palabras en mi espalda, como una daga que apuñala a traición. Y es que así lo sentí: ¿Por qué no podía estar simplemente feliz por mí?

- ¡¡Porque tú no eres feliz con él!! - reclamó furiosa.

- Eres la única que no se alegra por esta noticia. Me parece que de mejor amiga no la sabes hacer. - empecé a defenderme - tu papel es estar contenta si yo estoy contenta.

- Es que ese es el problema. Tú no puedes estar contenta de que esto haya pasado. ¡Y qué además le dijeras que sí! ¿Estás loca?

- No comprendo qué te pone así. No estoy loca y era de esperarse que pasara - ciertamente, más que esperado, era terriblemente obvio. Meses atrás sin siquiera disimular, él me había prestado un arillo de un tamaño que yo debía probarme. ¿Por qué? "Por diversión" ¿Qué de divertido tendría aquello? Quería conocer la talla de mi dedo anular. Y ese dato sólo se requiere para una cosa...

- Es que amiga, abre los ojos por favor. Te lo dije desde que cumplieron tres meses de novios. - y se citó a ella misma - Si no le pones un alto a eso, un día te va a dar el anillo...

-... y vas a aceptar casarte con él - terminé de armar el enunciado por ella.

Tenía razón en ello. Hacía un año y siete meses predijo que esto acontecería, pero vamos, que eso no quita que él pueda ser el hombre de mi vida y yo sea feliz con él. Me remontaré al día en que nos hicimos novios para entender cómo inició la batalla en la que mi mejor amiga se declaró mi enemiga pública.

Se acercaba el día de su cumpleaños, el día especial de Octavio, mi amigo entrañable desde la secundaria. Él me había acompañado en todas mis vergonzosas anécdotas de la adolescencia, desde la puesta del aparato de ortodoncia que nada me favoreció, hasta el loco enamoramiento que me inspiró el profesor que todos aseguraban que tenía una preferencia sexual por su mismo sexo. No había manera de ser rescatada de aquellas decepciones que mermaron mi ánimo. Sobre todo del instante en que descubrí que todos mis compañeros del salón tenían razón con respecto al profesor en cuestión. ¿Y quién me ayudó a quitarme la bolsa de papel de la cabeza? Octavio.

Él se conocía mis secretos, mis mentirillas y mis sueños. También fue quien me llevó un litro de helado de cajeta en cada ruptura con un exnovio. Hasta que un día, después de pasados muchos años, se atrevió a confesarme su amor. Yo le miré primero con algo de sorpresa, pues en tanto tiempo no era posible que ni una seña hubiera dado de sus intenciones. Tardé alrededor de tres meses en darle una respuesta. En esos días de discernimiento aparecieron arreglos de flores en mi escritorio casi a diario. Las invitaciones a cenar se hicieron una costumbre de cada viernes en la noche. A fuerza de costumbre cedí a la insistencia y nos hicimos novios.

A los tres meses de ese evento, mientras paseábamos de compras en la plaza, mi mejor amiga preguntó cómo me iba con Octavio. Mi respuesta fue tan sosa y aburrida, que ella declaró que debía cortarlo. Así, nada más. Yo me encendí en indignación. Seguramente me decía eso porque no tenía ella novio y estaba celosa. Esa fue mi justificación para entender la procedencia de su sugerencia, pero después le concedí explicarse y me dijo algo que revivió en mi mente al segundo que acepté casarme con Octavio: "Amiga, no eres tú cuando él es él". ¿Cómo no iba a serlo? Así se declaró mi enemiga, porque cada que nos reuníamos a charlar, no hacía más que confirmar su teoría y yo no hacía más que ignorarla y tirarla de loca.

Y ese es el lío que trato de desenmarañar desde entonces. 

- Amiga, ¿qué sentiste cuando te pidió casarte con él? - dijo en tono pausado e imprimiendo en esas palabras toda su paciencia. Le miré reacia y frunciendo el ceño. Qué importa qué había sentido, tengo 39 años y un anillo en mi dedo. Él es buen hombre y quiere sentar cabeza. 

Me negué a contestar, pero ella insistió en preguntar qué sentí.

- ¿Bonito? - contesté.



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viernes, 12 de mayo de 2017

"Eres tú, no soy yo" Parte I


Viernes de Relatos

Hermosa está la noche. Las estrellas se encargan de iluminarlo todo. No hace falta más luz que las de ellas. El aire fresco que sopla en esta oscuridad me concede el vestirme con un vestido ligero color magenta, que he comprado recientemente para esta ocasión. El cabello lo llevo recogido en una coleta alborotada en ondas que se mecen de un lado a otro al ritmo de mis pasos. Atravieso el jardín por un camino de piedras en el que procuro no tropezar, pues mis tacones me hacen malas jugadas a mi equilibrio. Este escenario en medio de árboles y flores blancas no puede ser más perfecto. Adivino que ha invertido meses elucubrando este momento.

Al fin termino el recorrido y me encuentro en un amplio jardín, con una mesa al centro y sillas puestas para dos personas. Una vela alumbra los platos y copas cuidadosamente acomodadas sobre el mantel que cuelga hasta rozar el pasto. Camino hacia ellas y descifro en la espectacularidad lo obvio.

Hacía dos años que salimos juntos. Justo hoy se hacen dos años. El evento merece un festejo a la altura de la celebración, pero es sencillo adivinar que un mensaje se oculta detrás del ramo de rosas rojas con el que le veo acercarse por entre los árboles. Viste de traje sin corbata y camina nervioso hasta donde me encuentro yo. Me sonríe y me tiende las flores. Acerco mi nariz a una de ellas para inhalar su aroma. Me atrapa sonriente con sus ojos y jala una de las sillas para invitarme a sentar. Me acomodo para disfrutar de lo que está a punto de suceder, finalmente, esto lo he anhelado por años y por fin me está pasando a mí.

Al terminarse la cena, un mesero se acerca con dos copas llenas de champán. Destellan su dorado color a la luz de la vela en la mesa. Sus burbujas esconden en una de ellas un trozito de oro que se ha caído en el fondo. Todo un cliché, pero me quedo callada para no estropear los esfuerzos que han tejido los detalles que hoy adornan la pregunta que se me está a punto de hacer. Me bebo el champán consciente de lo que voy a encontrar y en el momento justo en que un descuido no advertido me hubiera hecho preguntarme qué es eso en mi copa, él me pide que tenga cuidado y mire con atención. En efecto, es un anillo que sostiene un diamante.

Continúan los clichés, pero disimulo conocer al dedillo la trama de esta película romántica que he visto cientos de veces en alguna parte de mis sueños o en el cine. Se arrodilla a mi lado y me quita la copa de mis manos. Saca el anillo y lo desliza por mi dedo anular izquierdo. Se queda quieto por un segundo y entonces, casi al mismo tiempo que él, en mi mente decimos juntos la pregunta que formula con las mismas palabras que sabía que diría: "¿Quieres casarte conmigo?"

¿Qué contesté?

Eso es lo que me tiene echa un lío.


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miércoles, 10 de mayo de 2017

Feliz día de las Madres


10 de mayo del 2017

Mamá, hoy te traigo un atípico regalo.

En estos días visité un colegio y me topé con los ensayos de los niños para el festival del Día de las madres. Observé a otros niños decorar el regalo que harían y escuché a otros ensayar canciones muy bonitas para cantarles a sus mamás.

Todos esos detalles eclipsaron mis regalos de "adulta" y se me antojó regalarte algo distinto, algo especial.

He puesto mis manos de mujer embadurnadas con pintura sobre una hoja de papel, para que las guardes. Son la huella de los dedos que has tomado entre los tuyos y acompañado en estos largos años de mi vida. Jamás los has soltado, aún cuando parecen ya no necesitarte.

He pintado mis pies también y he puesto sus huellas sobre cartulina. Son esos mismos piecitos de ayer que hoy han caminado tan lejos y logrado cosas tan grandes gracias a ti. Todos esos logros en el andar que he recorrido, te los debo a ti.

He ensayado una canción. La entono igual de desafinada que cuando era una niña. Sólo que entonces mi aguda voz y mi tierno tamaño hacía que me perdonaran no saber cantar. Hoy te la canto de igual forma y con la misma inocencia que entonces. Así que al unísono de la música de un celular, "mamá, hoy quiero decir: te amo, me quiero robar tus años, ser tierno ladrón de ti..."

También he puesto nuestra foto juntas abrazadas en el centro de una flor hecha de papel, con un palito de madera pegado atrás. Porque aunque ahora estoy grande y me sé cuidar sola, siempre me hace bien un apapacho tuyo que me recuerde que alguien me cuida y está al pendiente de mí.

Con estos obsequios te celebro el día de hoy. 

¿Porque sabes qué...?  ¡Qué alegría da, decir "mamá"! Sintiendo en las palabras emoción. Puedo presumir, de mi gran amor, tú eres lo más bello, que jamás me sucedió*.


*Canción Timbiriche "Mamá"




viernes, 5 de mayo de 2017

"El regalo de la caja" Parte IX


Viernes de Relatos

Se detuvo a la mitad de la sala. No tenía razón para quedarse así, inmóvil, cual estatua. La mirada la tenía clavada en el vacío de su memoria. Si alguien la hubiese visto hubiera podido adivinarle inerte.

Se había quedado atorada a la mitad de un recuerdo revivido a causa de aquella muchachita que le había pedido le contara el secreto del regalo aquel de la caja.

Hacía muchos años se le había ocurrido armarlo. Parecía una idea sensacional. El mejor regalo de cumpleaños que podía dar a alguien de quien ella gustaba. La ilusión de recaudar los objetos yendo de una tienda a otra ideando con creatividad lo que tenía en mente la mantenía sonriendo demasiado. En ese entonces ella también tenía una amiga. Una muy cercana que hizo de cómplice de su elucubración. Las dos se reían adivinando la cara que haría y especulando si ese u otro le encantaría más.

Acomodaron todo en esa caja de madera que sellaron con pegamento. El plan del día de la entrega estaba marcado en el calendario y ella contó día a día, emocionada cada vez más por su llegada. Al fin dio la fecha que quería y su amiga le acompañó a dejarlo a la puerta de su casa. Tocaron el timbre y nadie abrió.

Ella pensó que tal vez el horario no era el conveniente, pero por mucho que buscaba explicárselo no daba con un altercado en su perfecto plan. Sabía que a esa hora, ese día, según su rutina habitual sostenida por meses, él debía estar ahí. Volvieron a tocar y nadie abrió.

Las ideas revolotearon en su cabeza. Podría haber salido a comprar algo, podría haber salido a correr, podría haber ido a la esquina o podría estar dormido. Volvieron a tocar y nadie abrió. Resolvieron entonces dejar el regalo al pie de la puerta... con suerte nadie se lo llevaría. "¡Es una locura!" pensó inmediatamente y propuso desesperada a su amiga que le esperasen dentro del coche, vigilándole, cuidándole de cualquier extraño al que se le antojara tomarlo. Ahí estuvieron varias horas, hasta que al fin se hizo de noche y ellas se perdieron en el sueño del aburrimiento.

Llegó él. Miró el regalo y lo tomó. Entró a su casa sin ser visto por sus vigilantes. Después de un tiempo, el sonar del celular de ella despertó a ambas. Era él quien le telefoneaba, debía tener el regalo, pues ya no lo divisaban en la calle. Contestó y él inició un discurso que le dolió sinceramente.

Le agradeció por el regalo, sin duda. El mejor que había recibido en su vida, pero era demasiado, era inmerecido. Sugirió devolverle algún par de cosas, que no se desaprovechasen en él, como si fuera eso posible, pues ella había pensado todo para dárselo sólo a él. Finalmente, le pidió que tomasen distancia, pues por lo visto aquel gesto asomaba sus intensos sentimientos por él que no podía corresponderle. Ella no pudo objetar y guardó silencio. Él prosiguió con agradecimientos maravillados, pero se escuchaban como una lluvia de razones de las que él se haría para no verle a ella otra vez.

"Esa chiquita..." recobró la vida la estatua postrada a la mitad de la sala "Si para saber si te quieren necesitas de una caja... ya tienes la verdad en la cara".

Y volvió a sus quehaceres como si nada.

FIN



viernes, 28 de abril de 2017

"El regalo de la caja " Parte VIII


Viernes de Relatos

Es el día del cumpleaños de Carlos.

Valentina tiene lista la caja de madera y la ha acomodado convenientemente sobre el escritorio de su amigo. No a la vista de todos, la ha escondido en uno de sus cajones de los que ella sabe dónde guarda la llave. En su cubículo aislado del mundo, podrá desenvolverlo sin la pena de que alguien le sorprenda con la cara de felicidad.

Su amiga está al pendiente del celular. Esperando que narre a detalle el acontecimiento. Sólo falta que Carlos llegue para iniciar con la sorpresa.

Se escuchan sus pasos. Es él.

Valentina se esconde detrás de una pared y le pilla desde ahí. Acomoda su suéter sobre el respaldo de la silla. Se afloja un poco la corbata y coloca la laptop sobre el escritorio para encenderla y revisar sus correos. Necesita hojas y pluma y las busca en el cajón donde se halla el esperado regalo de la caja.

Él la saca con curiosidad. La acomoda a un lado de la computadora y le mira por todos lados buscando una tarjeta. Pero no la hay, es anónimo el obsequio. Haciendo un gesto de extrañeza, abre la caja y abriendo enormemente los ojos empieza a hurgar dentro de ella.

Son muchos regalos, demasiados. Uno a uno los va desenvolviendo y lee cada una de las tarjetas que describe la razón por la que están ahí. Al liberarlos del papel celofán de colores, los coloca con cuidado alrededor de su escritorio. Se le aprecia un poco incómodo y mirando alrededor para descubrir si la autora de la fechoría está cerca. Pasa sus dedos entre su cabello y se peina hacia atrás. Parece que le han gustado y no al mismo tiempo. Finalmente, saca el teléfono de su bolsillo del pantalón y marca un número. Valentina es descubierta in fraganti por el sonido de su celular, que suena a unos pasos de distancia de Carlos.

- Valentina, ¿es tuyo este regalo? - le pregunta él.

- Así es... - contesta tímidamente - ¿Te gustó?

- Más de lo que querría que me gustase.

Valentina se animó sonriendo y sintió liberada toda la ansiedad que le había provocado el armarla. ¡Se quedaría con ella, lo sabía!

- Creo que... esto significa que sientes algo por mí... porque... es demasiado... - continuó él.

- ¿Te parece demasiado?

- Sí, demasiado. Y me preocupa porque...

Carlos se detuvo un momento.

- Porque...

- Porque no creo corresponderte.

Valentina huyó como pudo de ahí. No necesitaba escuchar más. Caminó a paso veloz por los pasillos de la oficina hasta que estuvo muy lejos de él. Tomó su celular y le escribió todo a su amiga en un mensaje. Se echó la culpa de ser tan ingenua, de ser tan ciega y le pidió ayuda para cancelar el evento de agradecimiento que había organizado en el hospital donde él gustaba más hacer voluntariado. Su amiga obedeció sin chistar y tomó en sus manos aquello.

Sin nada más qué decir, Valentina lloró unos minutos y lamentó haber hecho ese regalo. Lamentó haberse encontrado con esa mujer y le reprochó en sus pensamientos el que no hubiera funcionado esto a su favor.



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viernes, 21 de abril de 2017

"El regalo de la caja" Parte VII


Viernes de Relatos

Aún tenían objetos en la lista sin definir en un regalo tangible que pudiera sorprenderlo. Sin embargo, su amiga se detuvo un momento a meditar sobre lo que Valentina estaba por hacer.


Era cierto que tanto regalo sólo podía tener dos opciones de respuesta y cada que lo elucubraba tendía a creer que sucedería sólo una reacción: alejarlo y espantarlo. Imaginó a cualquier hombre de esta tierra y le puso el nombre de Carlos, la quisiese o no, lo más probable es que saliera corriendo. ¿Quién no quedaría asustado ante tanto regalo tan significativo?

Trató de persuadirla la vez que fueron a comprar la caja. Mientras miraban las opciones que había, le contó sus conclusiones. Valentina se detuvo un momento para escucharla, pues no parecía que fuera a callar hasta que cambiara de opinión.

- Ella lo dejó muy claro - aseveró - o se queda o se va. No hay más. Por eso es tan tajante el resultado, pero también obtienes la verdad.

- ¿Y quieres saberla? Mira que tal vez sea mejor probar otra cosa...

- Quiero saberla. Es mejor que hacerse ilusiones, ¿cierto?

Podía entender que quisiera una respuesta clara y honesta, pero el modo podía ser doloroso y poco probable de apuntar a su favor. Aún sin estar convencida, le ayudó a elegir la caja que perfecta para la fechoría. Pagó por ella y se dirigieron al coche.

- ¿Y cuándo se la darás? - preguntó.

- En su cumpleaños. Está próximo y me parece que será la ocasión ideal para hacerlo.

Su amiga tragó saliva y entró al coche sin agregar nada.



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viernes, 14 de abril de 2017

"El regalo de la caja" Parte VI


Viernes de Relatos

Carlos estaba descrito a la perfección en aquella lista de características.

1. Ama el cine. Sueña con escribir un famoso guion.
2. Leer libros
3. Disfruta mucho esculpir
4. Lo vuelve loco el fútbol
5. Es un excelente cocinero
6. Ama a su mascota
7. Deportes extremos
8. Hacer voluntariado

Valentina estaba segura de haber descifrado a Carlos en su lista. Su amiga le miró enternecida, ella apostaba a que podría conquistar su corazón con el regalo de la caja. Así que honrando su amistad, pusieron manos a la obra, procurando encontrar el objeto representativo más creativo e impactante para cada cosa enlistada.

Escribir un guion pareció encomienda fácil. Bastaba regalarle un cuaderno con un forro elegante que se antojara escribir. La pluma para hacerlo tendría grabado la palabra "Best Original Screenplay" algo así como las categorías que premia la Academia con un Oscar cada año. Leer libros sería sencillo aparentemente. El lío fue descifrar si regalarle un libro de primera edición. "¿Cuánto presupuesto tienes para este regalo?" carraspeó su amiga a Valentina ante semejante idea. Corrigieron su intención y mejor idearon conseguir un libro con buenas críticas, pero que él no poseyera. Esculpir tenía varias posibilidades, desde regalarle el material más profesional y especializado en grandes cantidades para tal cometido, o bien, obsequiarle una escultura hecha por un reconocido artista o incluso, regalarle entradas para una importante exposición. 

- ¿Sabes qué sería más increíble? - Valentina le miró intrigada - Conseguir su primera escultura.
- Pero seguramente la tiene a la mano y muy presente. Esas son cosas que no se pierden o arrumban.
- Puede que tengas razón...

El fútbol lo resolvieron proponiendo comprar la playera original del equipo favorito. El excelente cocinero sería conmemorado consiguiendo que cocinase en la cocina de algún lujoso restaurante. Su amiga conseguiría esa oportunidad, porque de algún modo ella por su trabajo, tenía contactos que se lo concederían. Su mascota sería conmemorada con un viaje a un sitio "Pet Friendly" Ese concepto de vacaciones donde las mascotas pueden entrar a todos lados. Además, a ese viaje Valentina se apuntaría. Sería para los dos. Aprovechando con lo siguiente en la lista, el paquete de viaje incluiría deportes extremos. Carlos podría aventurarse en el riesgo cuanto quisiera mientras Valentina cuidaría del perro.

- Por último, hacer voluntariado.

Valentina lo pensó por un rato. ¿Qué detalle podría ser tan increíblemente significativo en este rubro? Carlos asistía con frecuencia los fines de semana para obsequiar su tiempo compartiéndolo en hospitales, con niños enfermos de cáncer u otra enfermedad.

- Habrá que pensarlo bien - dijo su amiga - ¿qué tal un premio de voluntariado?
- No lo sé... como su motivación no es el reconocimiento ni los premios, no sé qué tan acertado sea eso.
- Mmm ya se nos ocurrirá.



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viernes, 31 de marzo de 2017

"El regalo de la caja" Parte V


Viernes de Relatos

La amiga de Valentina trató de disuadirla aquella tarde en que se encontraba elaborando la lista aquella sentada en una banca en el jardín de su casa. Se mostraba insegura con respecto al resultado que podía tener emprender el regalo y entregárselo a Carlos.

- Si bien la idea me parece una locura - dijo su amiga - eso de obtener la verdad me parece muy acertado. Forzosamente consigues una de esas dos cosas. ¡No hay de otra! Pero qué tal que lo que obtienes es el rechazo absoluto de parte de él. ¿Vas a poder con eso? - observó a su tierna amiga, poseedora de un corazón tan frágil y enamoradizo que temía que se rompiera en el instante en que Carlos recibiera la caja - ¿Qué tal que se aleja de ti?

Valentina, dubitativa, sonrió a su amiga esperanzada. La espera que aguardaba no podía continuar más. Las ansias y el valor para descubrir la verdad superaban la posibilidad de un corazón roto. Necesitaba firmemente saber del modo más desesperado si podía ser correspondida o no por él. Así que sin las desperdiciadas persuasiones de su amiga en sus hombros, inició su lista.

En efecto, aquellas ideas fueron plasmadas en la hoja despertando la emoción que ella sentía por él. Revivió los nervios que le provocaba el tan sólo encontrárselo en el pasillo al toparse con él en el trabajo; y la respiración agitada que se echaba a andar en cuanto él marcaba a su teléfono con la intención de ir a comer juntos. Disfrutó contenta de esas sensaciones que le confirmaban que él no era sólo un amigo más, sino que él se había acurrucado a escondidas en lo más hondo de su corazón.

La lista de inicio fue superflua, pero los borradores le hicieron justicia a su cometido de plasmar la verdadera esencia de Carlos. Hasta la sexta lista consiguió evidenciar lo más secreto de su ser; y fue entonces cuando se sintió satisfecha con el resultado. Aún a sabiendas de la opinión de su amiga, se la mostró, pues si en algo necesitaría ayuda, sería en conseguir los objetos que integrarían el regalo.

Su amiga desenrolló el papel y leyó con cautela. En cada renglón se asustó más. Miró a Valentina y ella le sonrió con picardía.

- ¿Estás loca?



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viernes, 24 de marzo de 2017

"El regalo de la caja" Parte IV


Viernes de Relatos

- Tan simple como eso.

Ambas la miraron impacientes por descubrir qué singularidad podría encubrir una frase tan sencilla. Todos los regalos vienen en una caja, al menos en su mayoría, por lo que no daba pista alguna de lo que podía hacerla tan especial a esta.

- Compren una caja. No cualquier caja, una grande hecha de madera. De esas que funcionan para empacar cosas cuando haces un envío valiéndote de la paquetería. ¿Me entienden?

Ellas asintieron obviando lo fácil que era entender aquello. Nada espectacular había en eso, pero las siguientes frases despertaron su fascinación.

- Prosigan a tomar papel y lápiz. Ahí escribirán a manera de título el nombre del sujeto este al que se la quieren regalar.

Valentina visualizó en su mente cómo escribía "Carlos" en letra cursiva y con letras muy grandes, apoderándose su nombre de la hoja completa.

- El reto, es lo que sigue. Deberán enlistar aquellas cosas que representen la esencia de ese sujeto. Vaya, no las cosas que a simple vista se revelan, como su comida favorita o sus pasatiempos. No, esas cosas no. Todos las conocen. Lo importante es conseguir representar la verdadera esencia de ese hombre, lo que lo hace ser él. ¡Descifrar lo que guarda en los recovecos de su alma! Y entonces escribirlo a manera de lista para no olvidarlo. - se detuvo un instante, recordando el esfuerzo realizado alguna vez al elaborar ella misma esa lista de ideas. Echó una mirada al suelo y bebió de la taza un sorbo para dejar el pasado atrás y recomponerse. Continuó explicando con voz pausada y en tono más bajo - Es en esa lista donde descubres tu propia emoción por él, pues ahí quedan evidenciadas las razones por las que te has enamorado. Transparentes como el agua, los motivos por los que te enloquece están ahí frente a ti.

Valentina sintió el revoloteo de las ganas de iniciar su propia lista. Las imágenes de él le inspiraron fácilmente lo que contendría esa hoja. Motivos le sobraban para sentirse así. Además le conocía bien. Muchos años habían pasado juntos y todos ellos le habían regalado una partecita de su vida. Sería tan fácil para ella...

- Cada idea enlistada significará un regalo.

La amiga de Valentina se agobió con la exageración. ¿Un regalo por cada cosa escrita?

- El esfuerzo que harán será concretizar lo abstracto. - se rió desquiciada, sabiendo de antemano que su trabajo no serviría de nada - Horas y horas ideando cómo materializar cada idea... Si para él su familia es su mayor tesoro, ¿cómo se lo regalarían? - rió otra vez, llevándose la mano a la frente, recordando lo absurdo que había sido lograr aquello - Vamos, necesitan creatividad e imaginación. ¿Qué tal conseguir una foto de la familia y enmarcarla con cuidado para que la tenga consigo en su habitación?

Valentina miró a su amiga de reojo y descubrió que ella contenía una carcajada a punto de ser soltada groseramente. Le dio un puntapié por debajo de la mesa y recuperó la cordura. Valentina roló los ojos y regresó su atención a su interlocutora.

- A cada regalo le harán una nota. Una que explique la razón de ese regalo. - alzó la mano en el aire y simuló escribir - "para que nunca olvides que tu familia te acompaña en cada paso que das".

La mujer se quedó en silencio un rato tras haber revelado al fin en qué consistía el secreto. La amiga de Valentina, en su propio escepticismo quiso ahondar más.

- Disculpa, pero... ese regalo, ¿qué efectos dices que traerá consigo?

- La verdad, niña, te dará la verdad.

- Sigo sin entender...

- Es fácil niña: Un hombre que recibe de golpe un regalo tan personal e íntimo como ese, sólo puede reaccionar con una de estas dos acciones: Salir huyendo o quedarse contigo.



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viernes, 6 de enero de 2017

"El regalo de la caja" 3. Parte III


Viernes de Relatos

La clásica historia en la que el mejor amigo se roba el corazón de la mejor amiga era la trama favorita de Valentina desde que conoció a Carlos en la universidad. Ninguno dijo nada y ambos se callaron lo que por destellos se encendió entre ellos. Se saltaron clases juntos y se armaron viajes en veranos donde los cuadernos fueron sustituidos por el viento resbalándose sobre el cofre del coche en plena carretera. Los recuerdos que más le encantaba revisitar a ella, eran aquellos en los que luego de sentir el peculiar dolor de reír a carcajadas durante horas, se miraban a los ojos en un suspenso que les petrificaba a los dos, para luego voltearse la cara y suspirar en secreto.

Valentina resguardó esos momentos con una ilusión que finalmente desbordó su prudencia. El acontecimiento estelar ocurrió cuando el azar del destino contrató a Carlos en la misma empresa que ella. La experiencia del primer trabajo les unió aún más a su parecer, pero él... nada decía, ni una sospecha dejaba asomar.

La duda no tardó en crecer y las ganas de averiguar si le podía corresponder eran insaciables. Entonces, en una de esas charlas que sostienen las mujeres en el baño, escuchó a otras dos hablar sobre el regalo aquel. Sin más detalles y con sólo la idea de una oportunidad de enterarse de lo que más le intrigaba, buscó concretar una reunión con una mujer poseedora del secreto. No fue sencillo dar con ella. Tuvo que seguir su pista y convencerla del encuentro, puesto que ella, según contaba, odiaba revivir sus propias historias con finales repletos de lágrimas.

Así que esta vez, anticipando que ella podría negarse a verla en una segunda ocasión, le buscó. Tuvo que insistir bastantes veces, prometiendo ser breve y solicitándole le fuera permitido asistir acompañada de una amiga. El prolongado silencio al otro lado del teléfono le hizo sospechar una negativa, pero accedió. Concretaron la fecha y la marco en su calendario ansiosa. Valentina al fin de enteraría de la verdad.

Mismo restaurante, misma mesa y mismas bebidas servidas para ellas. La diferencia radicaba en que una tercer mujer atestiguaba la conversación.

- ¿Con que quieren las dos saber el secreto?

Ellas asintieron temiendo cometer una imprudencia que la motivara a retirarse súbitamente. Esta vez debían hablar con cautela para evitar cualquier incidente que pudiera ahuyentarla, por lo que dejaron que ella llevara la plática.

- Yo me enamoré un par de veces. Sólo un par - aclaró, como si necesitara acotar lo inusual que fueron - Y en todas ellas supe la realidad. Entre más consciente fui de que al hacerlo gastaba mi último recurso, más me dolió enterarme del evidente resultado.
Recuerdo a uno... qué tonta era entonces... yo tenía veintiséis escasamente, por eso entiendo que aún creyera en eso de enamorarse como loca y suspirar todo el día por alguien. El tipo parecía hacerme caso y al mismo tiempo no lo hacía. Me veía cuando el reloj me hacía un espacio en su agenda y cuando la mía lo demandaba a él, jamás aparecía. Pero cuando estábamos juntos el mundo dejaba de girar y fueron esos ratos los que me animaron a creer que podía haber algo más. Así que... supe de esta cosa y la hice. Con tanto esfuerzo recolecté lo que había que recolectar, con tanto esfuerzo escribí lo que había que escribir y con tanto cuidado planee lo que había que planear, que en el proceso me reconocí absolutamente idiotizada por él. Estaba entregándole la evidencia más contundente de mi conocimiento profundo de él. Las razones más honestas y verdaderas para enamorarme de él. ¡Toda una celebración en su nombre! - alzó los brazos al aire y soltó una carcajada siniestra. Valentina y su amiga se miraron entre sí temerosas de presenciar la locura cobrar vida. - ¿Saben qué hizo el idiota?

Prefirieron no especular.

- Nada. - se enfureció - No hizo nada. Envió un mensaje para agradecerme y demeritó todo lo que hice enfatizando que no buscaba una relación conmigo y desapareció sin dejar rastro. - miró por unos segundos el suelo y tomó aire para continuar su relato - ¡Aquel otro fue aún peor! Ese ni la decencia tuvo de decir gracias. Así como lo recibió, lo abrió, echó un vistazo en su interior y lo guardó sin siquiera agradecerme por ello. ¡Y vaya que me esforcé esa vez! Desgraciado... y cómo lo quise a él.

Las historias sembraron dudas en Valentina. Imaginó que en vez de ella, era su propio rostro el que dibujaba los gestos de decepción y tristeza. Empezó a considerar que aquello podía ser mala idea.

- Así que ustedes deben creerme cuando les digo: si quieren saber la verdad sobre lo que un hombre siente por ustedes, eso es lo que deben hacer. Es inminente, breve y en un día serán heridas a quemarropa o bien, tal vez festejen y conmemoren la fecha en que encontraron el amor. Lo cual, para mis años, dudo mucho que pueda ocurrir.

Todas mantuvieron un silencio fúnebre por un rato, como si la mujer hubiera enterrado despiadadamente sus románticos anhelos de amor, que súbitamente se volvieron cursis y sin sentido. Su amiga, despertando del trance, finalmente se atrevió a cuestionar:

- ¿Y cuál es el secreto? ¿Qué es lo que hay que hacer?

La mujer les miró nuevamente de pies a cabeza. Estudiándolas a detalle y descifrando en ellas la esperanza e ilusión características de la juventud. Se le antojó destruir sus niñerías rosas, por lo que les soltó de golpe:

- Un regalo en una caja.

La sencilla y escueta respuesta les contrarió, por lo que la amiga insistió en pedir detalles. Lo que escucharon les contrarió aún más...




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