Frases
Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.
jueves, 26 de junio de 2014
Dejar ir, dejar ser
Hemos hablado sobre el tema del amor y la libertad. Y la verdad: ¡es difícil!
No sé en qué radique la complicación de darle libertad a quien amas. No es como recurrir a la frase: "Déjalo ir, si regresa es tuyo, sino nunca lo fue". Es más profundo que sólo abrirle las puertas a una persona y pedirle que las atraviese. El tema de la libertad y dejarlo ir radica en darle la posibilidad de ser quien busca ser, aún cuando ese "plan" no te considere.
No sólo en un plano de amor de pareja, donde aspiramos a que el otro no se vaya aún cuando se le abren las puertas. No, no, quiero ir un poco más allá. Abordar esto desde la relación de los padres con los hijos. Los papás, por ejemplo, madre y padre, cuando educan a sus hijos pretenden enseñarles lo que es mejor para ellos. Los enseñan a reflexionar, a analizar, a sopesar y a tomar decisiones para su bien. Sin embargo, los hijos tienen voluntad para actuar según su perspectiva, y ésa, a veces puede no ser la que un padre o madre quieren. ¿Cómo amarlos y darles libertad? En el inicio, cuando son pequeños también se les da libertad. Acotada, pero se les da. No puedes vivir la vida por ellos, tienes que dejarlos vivirla a ellos. Los debes dejarse caer y cometer errores. Bien lo decían en la película animada Nemo: no puedes prometerles que no les ocurrirá nada. Al contrario: les van a ocurrir. Y a sabiendas de esto, los amas y les das libertad.
Cuando se trata de adolescentes, es cuando tiemblan los padres, porque ellos de antemano conocen las consecuencias de un camino u otro. Todo es tan frágil y los errores trascienden en otras dimensiones. Finalmente, si los aman, les tendrían "que dejar ir", hacerse su camino y confiar en que les han enseñado bien. Como quiera que sea, en la adolescencia los matices de la práctica de la libertad también pueden ser un tanto supervisados. En el involucramiento de los padres, aún se puede participar para continuar formando en la responsabilidad y la toma de decisiones. ¡Aún te hacen caso, vaya! Sin embargo, el juego se pone interesante cuando llega la adultez de los hijos: dejarlos libres en esa etapa, cuesta más.
No es tan fácil, y creo que es ahí cuando los padres se enteran de que sus hijos, en su calidad de adultos, no pueden más que escuchar un buen consejo por parte de ellos y hasta ahí. Es cuando más duele el amor, cuando ejercen su libertad por completo, aún con la inexperiencia que poseen en el mundo real. Los problemas por falta de trabajo, despidos, renuncias, deudas, trabajo excesivo, estudios, falta de esparcimiento y diversión, vida familiar, independencia, negocios que fracasan, entre otros, son asuntos que en los que si la estás pasando mal, los padres quieren ayudar y al mismo tiempo, no saben cómo. ¿Cómo amar a los hijos dándoles su libertad? Es un asunto que duele en las entrañas.
Dejarlos ir de casa... o en casa, dejarlos hacer su vida. Dejarlos cometer errores garrafales de adultos, y al mismo tiempo estar ahí para ellos sin resolvérselos fácilmente, pero sin dejarlos a la deriva. Los hijos ya no escucharán como antes, aunque el consejo pueda ser el mejor pronunciado. O tal vez sí escuchen; lo que es claro es que tampoco puedes obligarlos a escuchar. Amar exige mucho de ti mismo. Te demanda que aceptes al otro como es, con todo y las consecuencias de sus decisiones. Dejarlos ir.... dejarlos ser...
Los padres aman a sus hijos cuando les dejan disfrutar del mayor regalo que les han dado: la vida. Y eso apuesto, que debe doler; pero el amor duele, así es. Sólo te duele lo que toca tu corazón y los hijos están en el de los padres. Por eso duele.
A los hijos se les educa tomándoles de la mano, no encadenándolos a la tuya. Y aún en la soledad de la vejez de los padres, dejar a los hijos hacer su vida es su mejor muestra de amor. No me malinterpreten, no es que pretenda que a los padres se les abandone en su lecho de muerte, pero debe haber una expresión de libertad incluso en las circunstancias más adversas en las que nuestra vulnerabilidad nos haría aferrarnos a las personas en un apego desmedido.
Por eso yo digo: amar duele y no es fácil.
Por eso se dice: pocos son los que saben amar.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Gracias por dejar tu comentario! Te leeré así como tú me lees