Hace mucho que las princesas nos ensuciamos las manos y no pasa nada.
Película: Tengo ganas de ti
Considero que en varios aspectos esto ha cambiado, pero ¡ah poco no! todavía ocurre...
Algunas actividades cotidianas están ligadas estrechamente al género de las personas. Como llevar el coche a servicio, cambiar las llantas del automóvil, solicitar créditos hipotecarios, y pasar corriente de un coche a otro... La realización de actividades que en esencia parecen masculinas, puede desestimar que las mujeres conozcan esos terrenos.
Aunque no es regla, cuando se trata de asuntos automovilísticos, es raro apreciar a una mujer valiéndose sola para resolverlo. Desde la comprensión de las partes del coche, hasta su mantenimiento preciso, son temas que se relacionan con los hombres. Cuando eres mujer y te has decidido a aprender el tema, es gracioso valorar que ésto significa una ventaja cuando de buscar precios, comparar opciones y tomar decisiones se trata. Y lo que es divertido, es cuando finalmente hablas el mismo idioma que los hombres, entonces te vuelvas aún más independiente y te sientes empoderada.
Les comparto el curioso caso que me hizo concluir lo anterior. Sucede que llega un momento en la vida en que las llantas de tu coche deben ser cambiadas. En mi aventura de crecer y ser independiente, decidí arreglármelas sola para hacer este trámite. La primera vez que pregunté sobre este procedimiento, no tenía idea de lo que implicaba la alineación, el balanceo, el cambio de válvulas, la rotación de las llantas, la medida de la llanta, ni el mayor desgaste de las llantas de adelante. La primera pregunta sobre cambiar llantas resulta compleja pues te arroja toda esta información de golpe. Ni se diga de una decisión informada sobre qué marca comprar y las razones que justifican la mejor compra. En la necesidad de pagar poco, ignoras información valiosa, o puede ser que por ignorarla, pagues precios exorbitantes por no comparar. Como en todo, es necesario estar informada, y más aún cuando del tema se desconoce todo.
Aprender esto no fue fácil, pero si algo aprendí es que lo más importante es precisamente eso: atreverte a preguntar. De otro modo puedes pasar la vida sin enterarte nunca. Me pasó alguna vez que estando revisando los precios de las llantas, una señora quería averiguar cuánto costaba el que montaran las llantas de su coche. El señor, muy amable, le explicó la lista de precios y al momento de elegir el servicio que querría, ella ignoraba qué hacer. Seguramente resolvió qué hacer llamándole a alguien y consultándolo, pero en definitiva, es genial cuando tú ya hiciste la tarea y te has propuesto aprender lo esencial para tener tu coche.
Saber de "cosas de hombres" es agradable. No se trata de presunción ni alardeo, tampoco de "hacer como que sabes" y abrir la boca enunciando pura sandez. Se trata de que un día reconozcas lo ignorante que eres y decidas hacer algo al respecto.
Sabe bien saber. Aunque no te vuelvas experta, tener nociones resulta conveniente. De este modo, las mujeres vamos ganando terreno en los quehaceres que representan una vida independiente, y los hombres nos van haciendo espacio respetuosamente. Así, cuando vayamos como mujeres a resolver temas del coche y vayamos acompañadas de un hombre, no se dirigirán en automático a él, sino que preguntarán con quién debe atenderse el asunto.
Supongo que son pequeños detalles que como mujeres independientes nos caen bien, porque nosotras también somos responsables de nuestras cosas, por muy ajenas que al inicio nos parezcan: son nuestras. Y es agradable que se reconozcan así.
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