Frases

Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.


domingo, 8 de junio de 2014

Hoy no tengo un plan


Recuerdo cuando era más chica y cursaba la secundaria. En esos intentos de los maestros por ayudarnos a averiguar nuestra escondida vocación, me pidieron que tomara una hoja y la doblara en tres partes iguales. Fácil: lo hice. Lo siguiente fue dibujarnos a nosotros mismos en cada espacio delimitado por el doblez, de manera que teníamos tres casillas que debíamos ilustrar. El primer espacio lo destinaríamos a dibujarnos como nos mirábamos en ese entonces; el segundo, para dibujarnos como nos veíamos dentro de cinco años; y el tercero, para retratarnos a diez años.

En la escuela esta estrategia es útil para marcar el plan de vida que has de seguir. Los maestros refuerzan la importancia de asistir a clases y estudiar, te invitan a hacer el esfuerzo de marcarte metas que debes alcanzar y de cumplir, hasta cierto punto, bajo expectativas sociales que enmarcan tu éxito. Hacer este ejercicio en aquella edad me parecía lógico para darle un sentido a mis horas sentadas en el pupitre, aprendiendo un montón de cosas que usaría y otras que desecharía. Me hacía aspirar a la adultez y me confortaba saber que tenía un plan, aunque improvisado, pero sabía a dónde ir.

En la adolescencia tienes claro que imaginarte a cinco o diez años te hace pensar en qué vas a ocupar tu vida adulta. Te planteas una profesión u otra actividad, pero le vas dando forma a lo que serás y colocas los peldaños para alcanzarlo. Es casi controlado el tema. Visualizarte en ese futuro cercano cumple con estándares aceptables que estructuran tu mundo y te dan seguridad. Casi sientes las palmaditas de la sociedad en tu espalda aprobando tu camino. Sin embargo, ¿qué sucede cuando este ejercicio te lo plantean cuando llevas más camino recorrido? Puede ser trágico o frustrante...

Veamos por qué.

Si me piden imaginarme a 10 años, tengo la certeza de que voy a errar. En esencia permaneceré siendo la misma. Habré crecido esperanzadamente, pues las lecciones que me da la vida espero que contribuyan a que me transforme y perfeccione en eso que puedo llegar a ser si pongo mi esfuerzo y persevero. Tengo una idea de mí misma que se constituye de un susurro en el oído, pero si me pides que me retrate haciendo algo... No acertaré. ¿Por qué? Elegir una profesión o sospechar que trabajarás en algo de lo mucho que se puede escoger es relativamente sencillo cuando eres más chico. (No menosprecio el apuro que esto puede significar cuando no tienes ni idea de qué harás siendo adulto) Pero conforme avanzas en el camino, ¡¡te percatas de que no tienes control sobre absolutamente nada!! Puedes augurar y contener algunos aspectos de tu vida, pero este camino se avanza paso a paso y en un instante virar para otro lado.

Un día pueden despedirte de tu trabajo, otro día las deudas te asfixian, te pueden dar un ascenso que no implica un incremento económico como esperabas, alguien de tu familia puede enfermar gravemente, un día un amigo te traiciona, te descubres en una relación de pareja que te sabe a vacío, tu pareja te engaña, te quedas de responsable de tus hijos sin apoyo económico. En otros escenarios un día te ganas la lotería, en otro te conviertes en el CEO de una empresa internacional, amas y te aman de regreso, eliges a tu familia por encima del trabajo, tus ingresos no son excesivos pero suficientes, aprendes una actividad recreativa, viajas por el mundo... y muchas cosas más.

El asunto es que descubres que por mucho que te esfuerces en tener un plan, la vida te demandará que lo flexibilices. Si te aferras a un estricto plan, puede salirte mal. Comúnmente la elección de pareja, si eres víctima del cronograma social, te juzga si eres soltero luego de cierta edad. Peor es el panorama si ni a novio(a) llegas. Entonces sí estás en un lío. Si te aferras al plan, te casarás con el primero que oportunamente llegue al momento en que quieres lograr esa meta olvidando lo que tú genuinamente quieres amar. Te conformas un poco, porque miras los años pasar y pasar; y a ti simplemente no te toca. Tal vez la desesperanza te dice que no hay nada mejor después o la impaciencia te hace reaccionar rápido.

Los planes estorban. Si tuviera que dibujarme a diez años, no puedo más que pensar en las cosas internas que espero conseguir. Tal vez ser más disciplinada, menos miedosa al riesgo, tener más impulso y valentía para hacer lo que mis entrañas me mueven a hacer... Sería difícil colocarme a detalle en aspectos laborales, de pareja o amistades. Hay planes que se esfuman y aparecen otros mejores. Considero que lo importante es tener claro qué quieres y avanzar. No importa el tiempo, no importa el reloj... las cosas llegan cuando estás preparado para ellas. A veces nuestra terquedad de ir hacia un lugar, nos impide darnos cuenta de que hay un rumbo más fascinante para nosotros.

Sin prisas. Avanza, llegarás a donde tienes qué. Cuando mires hacia atrás, todo lo que viviste te hará sentido, apreciarás las causas y efectos de cada detalle. Tenlo por seguro, la vida se va construyendo hoy.

Sólo no dejes de avanzar.


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