Frases

Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.


sábado, 24 de mayo de 2014

24 de Mayo La verdad


Despojarme de las historias hilvanadas con ficción e imaginación es difícil. Son el caliente abrigo del escritor, su refugio y su consuelo. Es cierto que tienen siempre una buena o poca dosis de autobiográficas, que en secreto ocultamos en las frases y en los nudos acontecimientos reales que nos inspiraron a visitar el papel para crear. Dilucidar dónde termina la realidad para encender la imaginación, dónde vive la fantasía y dónde muere, es como buscar el secreto del truco del mago; fácilmente puede quebrar tu cabeza.

Sin embargo, hoy me desarropo para ti. Si me lo permites y no te ofendo, te voy a contar la verdad. Me apena que no sea tan interesante como las hazañas y tribulaciones que puedo escribir. La verdad es tan aburrida como yo. Este día 24 de Mayo, apelo a compartirte lo que soy sin los adornos que visten mis relatos o mis ocurrencias. Me presento ante ti tal cual soy y me veo en el espejo todos los días. Temo que no vaya a gustarte más, pero a veces es necesario dar a conocer la verdad. Sobre todo por aquellos a quienes amamos y a quienes fácilmente lastimamos por tomarlos de inspiración para escribir.

Sin nada emocionante en mi porvenir, ahora mismo te escribo sentada desde mi cama. Se escucha de fondo una simple canción que pretende velar el ritmo de mis palabras. Dicen que escribir con palabras es como escribir música. Deben armonizar, por eso escucho una canción siempre que lo hago y se repite tantas veces como tarde en completar los párrafos. Te escribo desde una habitación cuya ventana tiene como vista las casas de mis vecinos. Nada fuera de lo ordinario. Todos haciendo sus quehaceres del hogar y preparando la comida. Lo sé por los ruidos que compartimos a través de la pared y los aromas que se escapan de sus cocinas, presumiéndome que un guisado casero será servido a sus mesas pronto.

No tengo un trabajo fijo, ahora vivo del sueño de emprender. Me tortura la incertidumbre, pero tengo el apoyo de mi familia. Anhelando la seguridad, busco trabajo, asisto a entrevistas que concluyen en indefinidas llamadas que nunca suceden. Me aferro luego a mi sueño de emprender. Supongo que todavía no tengo el valor de perseguir lo que quiero. Me falta, lo sé. Me enojo y me desquito con el primero que trata de acorralarme en la clásica y típica forma de vivir. Quiero algo diferente, sólo necesito la voluntad para hacerlo.

Lo tengo a él. Siempre hay un "él" en la historia. Un hombre al que llevo en mi corazón y me anima a escribir. Alguna vez osó pedirme una promesa: "nunca dejes de escribir" No pude hacérsela. Por años dejé de escribir por miedo. Miedo a fracasar, miedo a triunfar, miedo a tener que esforzarme, miedo a ser enjuiciada, miedo a perder y ganar todo. ¿Alguna vez han sentido algo parecido? Escribir para mí es mi vida me representa precisamente todo lo que eso puede conllevar. Miedo en su más pura presentación, para mí eso era suficiente razón para huir.

Sin embargo él me animó y de a poquito logró convencerme. Lo que no sabe es que se convirtió en mi inspiración. Entiendo esto como aquello que me hace sentir tanto, que no me permite olvidar que estoy viva. Es él quien logra extraer de mis entrañas todas las emociones posibles: odio, amor, terror, desesperación, ilusión, venganza, euforia, desánimo, dolor, esperanza, algarabía, rabia... ¿qué podía hacer con todo esto a flor de piel? Escribir. Precisamente, para mí, el alimento para hacerlo es lo que siento. Cuando no siento nada, no tengo nada que escribir. Así que te agradezco por presionar los botones correctos, sin ti, no sé qué despertaría lo que luego corro a describir en palabras para construir un relato afortunado.

Lo que escribo se basa en lo que siento y lo que vivo. No siempre es lo que vivo hoy. Mi vida necesita cuajar antes de servir para una historia. Necesito mirar cómo se descomponen sus partes para identificar su esencia y usarla a mi gusto. A veces explota la emoción y estalla lo que escribo para desahogarlo, porque es muy difícil guardármelo. Lo que me quedo por dentro se pudre y hace daño. Eso lo he aprendido recientemente y por eso torpemente puedo escribir lo que puedes imaginar que es por completo real, cuando no lo es.

Quisiera que gozaras o repudiaras lo que escribo por lo que es. Así como ves la magia ocurrir frente a tus ojos, sin sentirte engañado o subestimado, que sólo disfrutaras del espectáculo. Mi trabajo es vivir y contarte de la vida, no mentirte, sólo prestarte mi corazón por un instante y el de otros que me han compartido el suyo. Eso es escribir y lo amo.

Espero sigas leyendo. No me canso de agradecer que lo hagas y espero me concedas tu compañía en esta búsqueda de mi propia voz como escritora, que no hace más que ser la voz de las vidas y sucesos que trascienden al tiempo, uniéndonos y recordándonos que tenemos algo en común entre nosotros: vivimos y sentimos.

A veces creo que sólo ayudo a decir, lo que a veces no sabemos cómo decir.

Seguiré escribiendo... pero sin prometerlo. Un día lo haré, se los prometo.




A ti, perdón por no explicarte esto antes. Deseo que quieras seguir leyendo, después de todo, tú lo empezaste. Te quiero... como la luna quiere al lobo.


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