Detrás de cada expectativa, siempre hay una frustración -- Mary Carmen Walters citando a Adriana Camargo
Vive sin expectativas. Es recomendable para no frustrarte cuando no ocurre lo que has anhelado, planeado, ideado, tramado, pensado y estipulado. No es igual a vivir sin metas. Los objetivos nos dan rumbo, pero un rumbo flexible y adaptable. Sabemos que un día llegaremos a él. La expectativa le pone fecha de caducidad y criterios rigurosos que al no cumplirse desencadenan emociones de decepción y amargura. No es sencillo deshacerse de las expectativas, sobre todo si eres amigo entrañable del "control". Quieres en tu mano todas las variables, calculas y pronosticas. Las expectativas son precisamente aliadas de esta postura y pueden volverse tus enemigas.
Veamos más de cerca el fenómeno y ejemplifiquémoslo. Es común que como mujeres tengamos la meta de encontrarnos un hombre que nos ame y que a la larga, tras un conocimiento profundo de ambos, lleguemos a la conclusión conveniente de querer formar una familia con esta persona a la que consideramos un buen prospecto. Una expectativa nos forzaría a conocer hombres con una lista de cotejo en la mano, ansiando que el primer espécimen que se nos atravesara fuera el indicado. Todo momento invertido en él va encaminado a desear que sea él para ti. Te corroen las ganas de tu idea del amor verdadero y desde ahí abordas el acercamiento, conocimiento y construcción de la relación con este susodicho. No disfrutas plenamente de lo que va aconteciendo porque la idea consecuente de formalizar está presente en cada instante. Ahí está y te acosa. No te deja en paz tu expectativa... ¡esperas que sea él el definitivo! Al contrario, si eliminaras la expectativa de lo que tú quieres que suceda, podrás fluir con lo que acontezca, sin prisa, sin estrés, sin corretear, sin presionar. Sólo vivir el aquí y el ahora. No te ofuscas por lo que ocurrirá o no ocurrirá. Simplemente lo vives y actúas en consecuencia.
Las expectativas acechan. Leen tu susceptibilidad. Saben cuál es tu punto débil y sienten tu respiración. Leen tu mente y en el momento preciso cultivan en ti la idea de lo que esperas que se ejecute según tus planes y tu idea de control. "Así tiene que ser" porque así saben que te gustaría que fuera. Rascan en tus creencias e ideas más arraigadas y desde ahí esperan seducirte, sabiendo de antemano que luego de que no se cumpla tu expectativa, la recompensa no será otra que la frustración.
Sabes que las expectativas están presentes cuando esperas que la gente actúe como tú lo harías. Tomas tus referentes para anticipar el comportamiento ajeno. Esperas que el éxito se presente antes de una fecha límite, pretendes que los eventos ocurran como tú quieres y no aceptas otra cosa, maleas la espontaneidad y te guías por los estatutos sociales que dictan lo que ya tendrías que haber hecho o logrado para ese entonces. No has dado ni el primer paso en tu andar y ya tienes ideas precisas y exactas de cómo será el recorrido hasta el final de la ruta. Cualquier aspecto que se escape a la visión de lo que esperabas que fuera, arruina tu tranquilidad y felicidad.
¡Calma! Las expectativas parecen las cadenas que imposibilitan tu capacidad de fluir con el aquí y ahora. Si te liberas de ellas y te das la oportunidad de experimentar sin perder de vista la meta; los tropiezos, retrasos y desviaciones típicas de un viaje no afectarán tu paz. No puedes pretender que todo ocurra a tu gusto. Es más sencillo si te percatas que vivir sin ellas te deja vivir. Sucede que sueles pensar, que si no te aferras a éstas, malentiendes la importancia de un plan. Sin embargo, lo esencial es saber adónde quieres llegar, pero no hay prisa ni rutas forzadas. Te vas haciendo de un camino conforme avanzas y si te enfocas en seguir el mapa al pie de la letra, te perderás de los secretos y bellezas que no están escritos ahí, porque sólo se descubren si te dejas "perder un poco".
Vive la vida y tómala como viene. Confía en que allá arriba te están dando las direcciones y pistas que requieres. Considérate un aventurero sagaz. Vence tus ansias de dominio y camina. Llegarás a tu destino y lo más importante: habrás gozado del viaje.
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