Un corazón roto, dependiendo de las habilidades de resiliencia del
dueño, tarda bastante o poco en sanar. ¿Les ha sucedido que encuentran a un
hombre que les gusta y les atrae? Parece mutuo el sentimiento. Te emocionas,
coqueteas, te coquetean... hay conexión y eso a lo que llaman
"química". Pues bien: ¿por qué no iniciar una relación? Se sugiere la
idea y.... ¿qué pasa? "No". Eso recibes por respuesta. ¡Tal vez
leíste mal las señales, pero no te equivocas! ¿Entonces por qué no? Porque en
el momento preciso en que el asunto se pone claramente sobre la mesa, descubres
inusitadamente, que él no tiene la certeza de involucrase y tiene miedo de que
lo lastimes.
El argumento para mantenerse alejado es que te quiere, pero tiene
heridas que sanar y que no le permiten darse una oportunidad contigo. Esto
tiene una explicación por inaudito que parezca.Tiene el síndrome del hombre
traumado o como una amiga le acuñó, síndrome de "perrito atropellado"
(Mary Carmen Walters) Así como actuaría un perrito maltratado por los humanos,
así actúa él. Si le extiendes la mano a este sujeto para acariciarlo,
interpretará tu gesto como un duro manotazo con dirección a su cara. Si le
extiendes la mano para compartirle alimento, creerá que está envenenado y te
dará la espalda. Si te acercas al sujeto irrumpiendo los límites de su espacio
vital, correrá para sentirse a salvo. Básicamente huirá de ti. Aunque a la
distancia correcta le resultes fascinante y atractiva, recurrirá a sus
experiencias previas y anticipará los daños permanentes que le causarás a raíz
de permitirte la entrada.
Evitar salir lastimado de una relación es inevitable. Es tan
absurdo como querer controlar el clima. El mismo duelo de separación duele. Por
ende, reconozcamos y aceptemos el dolor. Incluso Antoine de Saint-Exupéry lo
narra en su obra El Principito. Cuando éste y el
zorro dialogan surge la frase "Uno se expone a llorar un poco, si se ha dejado
domesticar..." Es natural y consecuente al hecho de abrirle las puertas de
tu corazón a alguien. Hacerle un espacio en tu vida a otra persona y
acostumbrarte a su presencia hará que duela su partida. Sin embargo, la
complicación no es determinar que ha llegado el desenlace por la razón que tú
elijas, sino lo que haces cuando se te ocurre la magnífica idea de vengar tu
tiempo malgastado en una relación que no llegó a donde tú querías.
Entonces, chicas,
surge el monstruo destructivo que vive latente en el corazón de toda mujer
despechada. Y éste no espera a nacer al final de una relación, a veces ataca en
cada negativa que escucha de parte del hombre en turno. Este monstruo, es del
que hay que ocultarse. Este monstruo, trauma a los hombres, y se alimenta de
todas tus expectativas frustradas.
Miremos cómo se comporta
este monstruo. Si quieres contactarlo, no tienes paciencia para esperar a que
él esté desocupado y pueda atenderte. Surge la locura por saber de él y le escribes, mandas correos, le marcas al celular, le llamas a la oficina... ¡haces de todo para escuchar su voz! Lo acosas. Otras evidencias de la existencia de este monstruo son los celos injustificados. Les prohíbes tener amistades del sexo contrario o inclusive del mismo sexo. No hay otra persona para ellos que tú. Tampoco le concedes tener su espacio para sus asuntos. ¡No, ese es un privilegio que no se ha ganado! Además, como le conoces bien, pues has estudiado sus movimientos, ubicas sus puntos débiles. Tomas el arma y apuntas a donde más daño harás. Así es el monstruo: cruel e insensible. Haces del hombre un ser descuartizado y su corazón lo destajas en el piso. Sí, así de grave es el procedimiento. El despecho en una mujer puede ser mortal.
Pero vamos... esta iniciativa de torturar a los hombres y anular cualquier posibilidad de domesticación favorable para mantener la relación sana, nace de la conciencia de que ese hombre... ¡no es para ti! Si has tenido que recurrir a la invocación del monstruo: es mejor que agarres tus maletas y lo dejes por la paz. En vez de invertir tu energía en enloquecerlo, piensa en el bien común femenino. ¿A qué me refiero? En que si consideras que el espécimen masculino no tiene potencial para una relación contigo, mejor déjalo ir. Suéltalo. Otra mujer lo encontrará y tal vez ella descubra cómo ajustar esos hilos imperfectos para hacerlo su hombre ideal, a partir del amor que le tiene.
No traumes al hombre en turno. Valora que otra mujer puede estar traumando hoy al hombre que es para ti. Es cuestión de solidaridad entre chicas. Hagámonos más sencilla la búsqueda de una pareja. Si aportas al perfeccionamiento del hombre que tienes hoy a tu lado y decides después soltarlo, te lo agradeceremos sinceramente. ¡¡Ayudémonos!!
Finalmente, esta situación puede virarse en sentido contrario. Hombres: mediten estos pensamientos, pues también es responsabilidad de ustedes lo que hacen con las mujeres que tienen a su lado. Ustedes también son tentados a tener comportamientos que nos hacen sentir ciscadas y temerosas de volver a amar.
Seamos conscientes y valientes para aceptar el momento en que debemos decir adiós a alguien, contribuyamos en lo que podamos al crecimiento de otros y no destruyamos las esperanzas de encontrar una pareja. Seamos responsables de nuestras acciones y pensemos en el bien que nos hacemos y hacemos a los demás, al preservar el corazón de la persona que nos ha sido encomendada hoy.
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