Frases

Vive cada día de manera tal, que siempre tengas algo interesante que contar --- Lourdes Glez.


viernes, 23 de mayo de 2014

Qué fácil es engañarte


Los viernes traen consigo la tentación de engañarte. ¿Podrías culparme si envuelta en mi debilidad cedo? Es en viernes cuando te olvidas de mí. Te busco en el teléfono y lo dejas sonar sin contestar. Te desapareces y te enredas en pretextos que nunca te atreves a decir. Ni siquiera merezco una excusa torpemente planteada, no te esfuerzas siquiera en inventarte una que me pueda creer. Ni una historia fantástica que aminore mi ansiedad de verte. El silencio es tu respuesta y es la única cosa que recibo si te invito a vernos y pasear un rato por la ciudad.

Mis intenciones de robarte unos minutos para tomar un café sentados en algún sitio se derrumban siempre que mi sugerencia sale a colación. Recibo una negativa una y otra vez, cada viernes, cada semana, cada mes, cada año. ¿Cómo pretendes que sobrevivamos así?

Sentada sola, encerrada en casa. Esperando que te dignes a acordarte de mí. Podría atreverme a salir... Tal vez experimentar el miedo de que pudieras atraparme allá afuera divirtiéndome sin ti. Aunque tal vez en el encuentro la sorprendida fuera yo y no tú. Tal vez tú estés haciendo lo mismo que yo pretendo en mi imaginación. Puede ser que tú estés en brazos ajenos a los míos y que tus constantes evasiones sólo sean la absurda coartada que me das para no encarar que te diviertes con otra.

¿Por cuánto tiempo más planeas prohibirme tus viernes? La realidad podría ser incluso peor; que tú no estés con otra mujer, que estés auténticamente solo, gozando de ti. Un tiempo libre que prefieres gastar por tu cuenta, como si todos los días de la semana me los comiera yo y ese fuera tu refugio para encontrarte en el espejo de lo que eres sin nadie. Pero si condenados estamos a sólo vernos unas horas de un fin de semana, y todas las demás son de tu propiedad ¿por qué ningún viernes me lo has podido dedicar?

Podrían decir los testigos de mi historia lo tonta que soy por dedicarle mi tiempo a alguien como tú. Invirtiendo mis horas y rogándole al reloj en mi soledad, que avance rápido y se consuma el tiempo que estoy castigada a pasar sin ti, sin apelación, sin modo de persuadirte. Jamás cambiarás, jamás me verán tomada de tu mano un viernes.

Sin embargo, me río a escondidas de ti. Un día como otros tantos, me agoté y no lo soporté más. Me asustó la posibilidad de ser pillada, pero son días tan irrelevantes a tus ojos que no te interesaste en preguntarme por mi creativo modo de entretenerme. Evitar mis preguntas era no hacérmelas a mí. Rehuyes exhausto cualquier contacto para que no te solicite una razón, que me señalas en libertad el camino para saciar mis anhelos más profundos de sentirme acompañada. Sin consecuencias ni necesidad de coartadas, ahora en secreto me reconfortan mis fechorías. ¡Una niña mala despertó y no la mandé a dormir a su habitación! Callada y satisfecha por las noches, se regocija entusiasmada por lo fácil que es engañarte. Tu desaparición inminente y tu predecible ausencia me aseguran el éxito para escaparme sin escrúpulos. Así ambos jugamos este patético juego de mediocres que nos destruye al ocultarnos nuestra mano.

Lo más triste, es que aún cuando libro victoriosa cada mentira, agito una bandera blanca a la luz de la luna en son de paz. Te pido una tregua para abandonar la falsedad de encuentros malgastados que quebrantan de a poco lo que una vez creí que fuimos. Una almohada mojada me enjuicia injustamente y el sol de la mañana despeja las dudas. No trascienden mis acciones y accedo a vivir un día a la semana contigo, aceptando el acuerdo que no recuerdo haber firmado, de que jamás te veré en viernes.

Qué fácil e inútil es engañarte...


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